«¡Una cueva!» grita el pequeño Salvador Mallo cuando, de la mano de su madre Jacinta (Penélope Cruz), cruza el umbral de la puerta y entra en su vivienda al instalarse en Paterna. Y esa cueva, escenario de muchas de las escenas de Dolor y gloria, la película candidata al Óscar a mejor película internacional, ya está abierta al público para que los cinéfilos puedan conocer, in situ, el espacio en el que se rodó la cinta que catorce años después lleva al cine español a Hollywood. En ese espacio de 450 metros, a los pies de la vivienda en la que residía Antonio Ferrandis (protagonista de Volver a empezar, de José Luis Garci, la primera película española que logró el Óscar de Hollywood al mejor film extranjero), se inauguró ayer una exposición gratuita y con carácter permanente en la que se exhiben muchas de las piezas utilizadas por Pedro Almodóvar en el rodaje de Dolor y gloria, además de recrear cómo vivían los «coveros», como se conoce a los paterneros que vivían en esas viviendas de origen morisco excavadas sobre un terreno de especiales características geológicas.

Porque Dolor y gloria, la cinta por la que Antonio Banderas ha sido nominado a mejor actor por primera vez en su carrera por interpretar una suerte de alter ego de Almodóvar, se ha convertido en todo un cartel publicitario para la villa que, turísticamente, se quiere aprovechar. Además, junto a la de la torre y las cuevas en la que se grabaron los exteriores, se han colocado unos grandes paneles en los que se explica cómo se realizó el rodaje, curiosidades y el porqué de muchas decisiones. Así, por ejemplo, se desvela que Paterna es el escenario de la cinta porque cuando el director buscaba en 2002 localizaciones para La mala educación se quedó «enamorado» del espacio por su «peculiaridad». «Tardé catorce años en volver y, cuando escribí el guion de Dolor y gloria, tuve miedo de que las cuevas ya no existieran», relata el director en uno de los audiovisuales que contiene la exposición. Pero sí, las cuevas, «espacios llenos de vida», define Almodóvar, ahí estaban.

Otra de las curiosidades que se descubre al visitar la exposición, situada en el espacio cultural conocido como Coves del Batà, es que la productora El Deseo utilizó moldes, a tamaño real, del interior de una de las cuevas para recrearlas en un estudio de Madrid dónde poder grabar con más comodidad ya que, por estar protegidas, no permitían modificaciones. En la muestra, con objetos como la colección de cromos con la que jugaba el pequeño Mallo, se observa cómo el director incluyó el escudo de Paterna en el saco de yeso en el que un joven albañil pinta al protagonista de niño, y que es uno de los elementos clave de la historia que devuelve al cine español a una categoría en la que no entraba desde 2004, con Mar adentro.

El 9 de febrero, Paterna sabrá si su exposición es de Óscar. O no.