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Crítica musical

Fabulosos de verdad

Fabulosos de verdad

Justo antes del concierto un colega del periodismo musical comentaba lo conveniente de escuchar blues a principios de año, para resetear la cabeza y limpiar los conductos auditivos. Acudía a Los Fabulosos Blueshakers para continuar su cura con esa música a la que suele apelar el rock cuando nota síntomas de empacho, al igual que nosotros recurrimos a ensaladas y gimnasios.

Se enmarcaba la actuación en el Black Fever, un proyecto pensado por y para amantes de la música negra que organiza cada mes una cita ineludible en València con bandas nacionales e internacionales. Después del soul de The Black Waste Factory, el ska/reggae de Le Birrette y el sabor nuevaorleánico de la 40Funk Brass, le tocaba el sábado el turno a esta banda valenciana, fabulosa de verdad.

Los Blueshakers demostraron sobre el escenario por qué son una de las mejores bandas de blues en España. La cantante Lizzy Lee llama la atención por su voz espectacular, rica, expresiva y arrolladora, pero también por su capacidad de transmisión. Lizzy se mostró sensual en «Miss Lucky», enérgica en «Voodoo» y llena de matices en «It's love, baby», con los cuatro brillantes músicos que la arropan de manera magistral, con elegancia, revelando el dominio y la profundidad de su propuesta musical, pura, respetuosa con el inmortal legado de donde emana y, a la vez, afilada como una cuchilla de afeitar nueva. El conjunto impresiona en directo, invocando la electricidad y las cadencias de Chicago en «Barefoot rock», el soul de Detroit en «Tomorrow» y «Seven nights to rock» y la energía rhythmn and blues de «Pleasure is all mine», con una armónica que sonó tremenda y despertó la admiración del público, que miraba incrédulo el tablado y se preguntaba dónde estaba escondida la sección de viento. «Bad luck» les quedó colosal, con los parches de la batería en tensión, escalofriantes punteos de guitarra eléctrica y las palpitantes cuerdas del contrabajo, instrumento singular para acabar de comprender la autenticidad del fabuloso sonido Blueshaker. Fue una fiesta llena de clase y ritmo, tal como demostraron los alumnos de una academia de baile, que ejecutaron pasos y piruetas con envidiable destreza técnica enriqueciendo la experiencia final.

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