Joaquín Sorolla fue un gran aficionado a la fotografía. Contó con una «extensa preparación» en este campo, como recordó ayer el presidente de la Real Academia de Bellas Artes de San Carlos de València, Manuel Muñoz, durante su conferencia «Sorolla y su tiempo», impartida en la institución.
«Con 15 años comenzó a trabajar como ayudante del fotógrafo Antonio García [quien poco después se convertiría en su suegro]», dijo Muñoz. Y esa mano para la fotografía se refleja en las pinturas. «Cuando realiza Paseo a orillas del mar (1909) o La pesca del atún el Ayamonte -señaló Muñoz- detiene el movimiento-tiempo como si fuese el fotógrafo que se hallara en el instante decisivo». «Para Sorolla la composición se constituye en la percepción instantánea», señaló el presidente de la centenaria institución.
A lo largo de la conferencia, Muñoz habló también sobre «la forma con la que Sorolla construye la luz» o su «capacidad» para «contribuir a la configuración del imaginario colectivo».
