Hace unos meses, cuando anunció a través de las redes sociales que iniciaba un nuevo proyecto musical en solitario, Pablo Sánchez, escribió que ya «hacía pie». La frase del que durante años fue cantante y compositor principal de La Raíz (esa banda de la Safor que en 2018 llenó con 20.000 seguidores la Marina Sur de València) recuerda a aquello que cantaban Los Enemigos hace ya unos cuantos años: «aquí todo brilla, aquí todo encaja bien. En la otra orilla no hacía pie». Pero el ahora líder de Ciudad Jara asegura que esa frase no tiene tanto que ver con haber encontrado un lugar, o un modo de expresión, mejor que el anterior (es decir, La Raíz), sino con la necesidad de tomarse un respiro, que es lo que hizo cuando planteó a sus anteriores compañeros de banda que lo dejaba. «Hacer este disco ha sido como un viaje, un retiro artístico, y hacer pie es enfrentarme de nuevo a la realidad y mostrarme». El primer disco de Ciudad Jara se llama Donde nace el infarto, se publica hoy y se presenta con un doble concierto en marzo (con todas las entradas vendidas) en la sala Joy Eslava de Madrid. En València solo tiene previsto, de momento, su concierto en el Festival de les Arts. Ciudad Jara es el tercer proyecto que en algo más de un año germina de La Raíz. Antes que él aparecieron Nativa (con cinco músicos provenientes de la banda madre) y Valira (la formación encabezada por el guitarrista Juan Zanza).

Canta que «Nadie nos invitó a esta fiesta» y cuando grabó «Baile» escribió que «llegamos a la vida con esta fiesta ya empezada». ¿Está desubicado?

Sobre todo es porque he tenido una niña y empiezas a ver la vida desde esa perspectiva. Últimamente he leído a Orwell y Huxley , que te enseñan que naces formando parte de una fiesta, de un sistema, que no es para ti. Me pongo más en la piel de los que van a venir al mundo.

¿Es así como se sentía cuando con su anterior banda llevaba a miles de personas a sus conciertos pero la repercusión mediática era más bien escasa?

Los músicos valencianos de la escena menos comercial hemos nacido con esa situación, no hemos conocida otra, así que ni me lo planteo. La fiesta estaba empezada y nosotros intentamos ser felices en la nuestra.

Jara, su niña, además de inspirar el nombre de la banda y una de las canciones, ¿qué le ha aportado como artista?

No lo sé aún, porque es muy pequeñita todavía. Pero supongo que me aporta algo bonito cuando pienso que ella va escuchar lo que hago o verme en directo. Algo así como una ilusión extra.

Otra frase del disco: «guardo largas charlas del diablo con mi alma». ¿Son estos diablos los que le llevan a cantar?

Tengo muchos, sí. Y es algo muy recurrente con los artistas, el mostrarnos ante la sociedad mediante un personaje que a veces se convierte en una fantasía para el público. Me recuerda a una estatua como el pensador de Rodin, con sus medidas, su perfección, que se muestra al mundo de una manera ideal cuando dentro puede estar llena de demonios. Soy una persona con muchos demonios, muy introvertido, y en mí se crea esa lucha entre querer mostrarte como alguien amable y simpático y el verdadero yo que llevas dentro. Eso lo quería transmitir con la historia de la estatua.

¿A esa persona introvertida y con demonios le costaba enfrentarse a 20.000 personas que querían pasárselo bien viéndole actuar?

Era un poco paradójico. Estaba en un momento que a los ojos de todo el mundo parecía que lo que hacía era ideal. Sin embargo, me costaba mucho asumir ese mundo de la gira y el espectáculo, me resultaba difícil. Pero también pasa una cosa muy mágica, que es ese paso que das entre estar en un lateral de escenario, acojonado y queriendo morirte antes de salir, y salir y transformarte. Lo llevaba con esa paradoja emocional.

«Donde nace el infarto» parece un disco de vocación intimista y que a la hora de ponerle música se ha desbordado.

Ha habido de ambas cosas. Me apetecía mucho mostrar cosas íntimas, pero a la vez me daba miedo tirarme al precipicio y hacer algo que no tuviera que ver con lo que había hecho antes. He intentado no alejarme de mi sello como compositor también de La Raíz. Pero me gusta mostrar mi parte íntima y que la gente haya entendido esta necesidad.

¿En La Raíz no cabía esa necesidad de intimidad y de sacar los demonios particulares?

Totalmente. No cabía porque La Raíz tenía un concepto muy claro y marcado y había que respetarlo. La Raíz era un grupazo y no podía meter mi mundo interno sin romper el sello del grupo. La única manera que había para poder hacerlo era sintiéndome libre.

«Mi sexto trabajo y el más cuidado», ha escrito también en las redes sociales. ¿También por eso dejó La Raíz, para hacer música «más cuidada»?

La Raíz a nivel de estilo y cuidado era superexigente, quizá más incluso que lo que estoy haciendo ahora porque componer para La Raíz era meterte en la piel de mucha gente diferente que tenía que tener su sello personal a través de un colectivo. Era complicado componer para una banda con una parte protagonista para el DJ, otra para los cuatro cantantes, otra para la sección de vientos? Pero al final lo que componía para estas personas no era de un nivel compositivo como lo que estoy haciendo ahora. Componer para La Raíz me costaba más, pero este trabajo es más delicado.

Parece evidente que, aunque mantiene las letras reivindicativas, el mensaje de Ciudad Jara es menos batallero que el de La Raíz.

Totalmente, era algo que quería hacer. La Raíz tenía un concepto muy claro y si quería seguir componiendo tenía que seguir así, no podía no respetar el grupo. Pero cumples una edad y no es lo mismo empezar en un grupo que llevar 15 años en él. Tienes que tener esa libertad para seguir creando.

¿Tiene intención de mantener al público de su anterior banda?

Para nada. Será inevitable que la gente reconozca a La Raíz en mi proyecto, porque reconocerán mi timbre de voz, mi forma de componer, pero yo quiero llegar a todo el mundo posible, de todas las edades y estilos. Este proyecto me ha dado más libertad para hacer lo que me da la gana y conseguirlo.

Su hermano Panxo, cantante de Zoo, también ha decidido parar su proyecto en pleno éxito. ¿Casualidad o tiene que ver algo con la educación familiar ante las circunstancias de la vida?

Supongo que en nuestra educación o en nuestra genética ha habido algo que tiene que ver con la ambición, con liderar un proyecto. Pero mis padres fueron los primeros que se sorprendieron cuando decidí parar la Raíz. Y lo de mi hermano es otro motivo. Empezó Zoo ya mayorcito y pasó cinco años muy vertiginosos, con dos discos sin pausar la gira. Así que creo que para él ha sido sano parar.