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Entrevista

Ingrid Rubio: "Me atreví a cambiar la ciudad por el campo"

«La serie 'Cites' me rescató de una época mala de no trabajar»

Ingrid Rubio: "Me atreví a cambiar la ciudad por el campo"

P Su personaje, Ruth, es una hippy ecologista, vegana, animalista y feminista. ¿Tiene muchos puntos en común con ella?

R No soy vegana pero cuido mi alimentación, intento que mi dieta sea más a base de vegetales y casi no como carne. Sí que soy animalista y feminista, pero no soy yogui como ella ni tan espiritual en ese aspecto, soy un poquito más cañera y me va el zumba y el spinning, además de las caminatas por el campo.

P ¿Se aventuraría, como ella, a cambiar la ciudad por el campo?

R Ya lo hice, pero no en un pueblo casi abandonado como el de la serie, sino en uno de la Sierra Norte de Madrid, a 1.220 metros de altura, que tenía una farmacia, tres bares, una escuela, una piscina municipal, un rocódromo y poco más. He vivido 16 años en Madrid, pero ahora he vuelto a mi tierra.

P Ha vuelto a Barcelona. ¿Se lo ha permitido el trabajo?

R Este último año he estado trabajando en «Hache», que la hacíamos en Terrassa, y «El pueblo», que la rodábamos en Soria, así que sentí que podría tener la base otra vez en mi tierra. Mis padres se hacen mayores, mis sobrinos también, en Cataluña tengo a mis amigos de toda la vida... Así que tenía ganas de volver. La vida son etapas y nunca se sabe, a lo mejor tengo que volver a Madrid. Pero ahora estoy muy feliz así.

P Los personajes de «El pueblo», a pesar de estar basados en la comedia, pasan por varias crisis existenciales, sobre todo por culpa de la ansiedad y el estrés.

R Para hacer comedia es básico tener un buen conflicto, y en eso los hermanos Caballero [los creadores de «El pueblo» y «La que se avecina»] son unos cracks y han sabido buscar a cada pareja de personajes un motivo para estar ahí muy realista y muy cercano a los ciudadanos. Hoy en día en que todo va tan rápido y queremos inmediatez constante, entras en una espiral en la que a veces tienes que decir basta: dejar el teléfono a un lado e irte a leer un libro, a dar un paseo o no hacer nada.

P Pero la pareja que forman usted y Santi Millán es de lo más «happy» y se lo toma todo con filosofía.

R Moncho y Ruth también tienen sus conflictos, que se van a ir descubriendo, sobre todo en la segunda temporada, donde la comedia es mucho más explosiva. Así que entre ellos no es todo tan happy.

P ¿Qué es lo que más echó de menos durante los cuatro meses del rodaje de la serie, en los que estuvieron prácticamente incomunicados en un pueblo abandonado de Soria?

R Lo que más echaba de menos era tener mi coche para irme y desconectar. Vivíamos en el mismo set en el que rodábamos y, por muy a gusto que estés, llega un momento en que necesitas irte a otro lado. De vez en cuanto nos juntábamos algunos y nos íbamos a Soria a dar un paseo.

P Desde «Secrets de família», ¿por qué estuvo tanto tiempo sin hacer televisión?

R Estaba haciendo cine en Madrid. Pero cuando me propusieron «Infidels» lo tuve clarísimo, porque me encantaba el proyecto. De hecho, funcionó muy bien e hicimos dos temporadas. Después, «Cites» me rescató de una época bastante mala de no trabajar. Es algo que nos pasa a muchos actores en determinados momentos.

P ¿Es más difícil para una actriz encontrar papeles a medida que vas cumpliendo años?

R Es difícil porque se escriben menos personajes femeninos que tengan peso. Aunque es cierto que, con todas las plataformas que están emergiendo, se está abriendo muchísimo trabajo para todos, y esa crítica que hacía se suaviza. Pero sí que pasé una época, como todas las compañeras de mi quinta, que no pasaba nada. Cites me rescató y luego vino Alberto Caballero [el creador de «El pueblo»]. Estoy muy agradecida porque esto va así: un día estás y otro día ya no. Pero hay que confiar en que llegará una oportunidad y no tirar nunca la toalla.

P Usted empezó muy joven en televisión, pero haciendo anuncios. Era la chica del espot de Gallina Blanca del «Quiero una sopa».

R Tenía 14 años y fue el único que hice porque pensé: yo quiero hacer algo que tenga que ver con la creatividad, pero no es la publicidad. Así que a los 16 empecé a ir a clases de interpretación.

P Sin embargo, ese anuncio le cambió la vida.

R ¡Sí! La campaña se repuso cuando tenía 17 u 18 años y Sergi Belbel, que era el director creativo de «Secrets de família» y estaba buscando al personaje de la hija de Montse Guallar, se acordó de la chica del anuncio de la sopa.

P Y gracias a «Secrets de família» empezó su carrera en el cine con «Taxi» y «Más allá del jardín», por la que ganó el Goya a la mejor actriz revelación.

R Me vieron en TV-3 cuando Carlos Saura estaba buscando a la protagonista de Taxi, así que fue más o menos lo mismo. Con 18 años, cuando aún vivía con mis padres, me fui a hacer el casting a Madrid, me cogieron y empecé a trabajar sin parar. Cada comienzo es una movida, y el mío tiene que ver con muchas casualidades. El detonante de todo fue cuando llegó Canal+ a casa, con el que podía acceder a ver cine español todo el tiempo. Cuando vi la Ardilla roja de Julio Medem me dije: yo quiero hacer esto y no publicidad. Empecé a estudiar interpretación y todo fue meteórico.

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