La Feria de Fallas abrió el telón ayer con una novillada sin picadores. Los jóvenes deben de tener su oportunidad y demostrar sus ganas de ser torero. Y así fue. Seis aspirantes a torero lidiaron buenos erales de la ganadería de Jandilla con medio aforo de plaza lleno, a pesar del frío que se levantó al caer la tarde en el coso de la calle Xàtiva. En la calle, los monumentos falleros ya empezaron a tener presencia y los más jóvenes pusieron banda sonora a su tarde de fiesta con los petardos pero, en la plaza, Alejandro Peñaranda destacó dentro de un encierro que tuvo mayores posibilidades de las ofrecidas por sus compañeros de cartel.

El joven de la Escuela Taurina de Albacete estuvo por encima del resto tras mostrar sus buenas formas tanto en el capote como en la muleta. Armónico y poderoso, llevó larga y templada una embestida con más complicaciones que la de sus hermanos. El joven, inteligente, le dio los tiempos precisos al animal y dejó muletazos bajando la mano, hundiendo el mentón y metiendo los riñones. El novillero de Albacete mostró oficio y no dudó a la hora de plantear las suertes. Manejó con soltura los trastos, dejó constancia de su temple -virtud distinguida en esas tierras desde la aparición del maestro Dámaso González- y jugó con suavidad los vuelos de la muleta, sin enganchones ni tirones. Dejó media estocada que hizo su efecto y paseó una merecida oreja.

Asimismo, abrió la tarde Christian Parejo, de la Escuela Taurina de Beziers. El novillero francés recibió a su oponente en el centro del redondel con ceñidas y templadas chicuelinas en las que fue volteado sin consecuencias en varias ocasiones. En la muleta, Parejo realizó una labor más elegante que ajustada frente a un ejemplar noble que no paró de embestir con recorrido. Dejó una estocada trasera al segundo intento y escuchó solamente palmas.

Emiliano Robledo, de la Escuela Taurina de Aguascalientes pero acogido en el Centro Internacional de Tauromaquia y Alto Rendimiento (CITAR), dejó su carta de presentación con faroles de rodillas en el primero y recibió al segundo en la puerta de chiqueros. Inició su quehacer también de rodillas y demostró valor pero realizó una labor fría frente a un ejemplar con transmisión y entrega. Cortó una oreja tras una buena estocada y pasó a la enfermería para suturarse un corte que se había hecho con el estoque.

Por otro lado, Nino Julián, de la Escuela Taurina de Nimes, fue todo corazón tras manejar el capote y las banderillas, aunque éstas últimas con menos suerte y empeño. El novillo acabó parándose pero, aunque no repitió, tuvo buena condición. El joven francés se lió con los aceros y fue silenciado.

Por su parte, Javier Camps, de la Escuela Taurina de València, se encontró con un novillo flojo. El joven de Massamagrell estuvo voluntarioso y dejó constancia de sus elegantes formas, sobre todo, a la hora de salir de la cara del toro. Supo aprovechar la endeble condición por el pitón derecho y una plaza entregada al paisanaje le pidió la oreja con fuerza tras media estocada.

Cerró la tarde Germán Vidal "El Melli", de la Escuela Taurina El Volapié. El joven de Sanlúcar de Barrameda salió a la plaza como siempre han salido los jóvenes que han querido ser algo en el toreo y saludó al novillo de rodillas con el capote. El joven dio la distancia oportuna al novillo y realizó una labor que llegó pronto a los tendidos gracias a la transmisión de su novillo. Manejó con suficiencia la muleta y dejó una gran estocada -lo mejor de su labor- que hizo su efecto rápido. Paseó una oreja con petición de la segunda.

Ayer, en el callejón, se pudieron ver a matadores de toros como Francisco José Palazón, de Alicante; Jonathan Varea, de Castelló; o Luis Miguel Encabo, de Madrid. En la zona de los tendidos de toriles también estuvo El Soro junto a su mujer, quienes reaparecieron en una plaza de toros después del duro paso por el hospital. Y es que la gente ya tiene ganas de toros.