Es la serie del año, hasta el momento. El inesperado final de la primera temporada provoca adicción para la segunda entrega, y eso no pasa con todas. Si la sola presencia de Al Pacino (Meyer Offerman) ya invita a verla, el giro de narraciones y personajes falsos que ha inventado David Weil junto con un ritmo frenético a lo Tarantino hacen de «Hunters» una historia donde es imposible apartar los ojos de la pantalla.

Inspirada en la abuela del creador David Weil, la única superviviente de su familia en los campos de concentración nazis de Auschwitz y Bergen-Belsen, el protagonista Logan Lerman, interpretado por Jonah Heidelbaum, es un joven del Brooklyn de 1977 que trabaja en una tienda de cómics, que va descubriendo tras el asesinato de su abuela a todos los nazis que se escondieron en los Estados Unidos tras la conocida como Operación Paperclip, donde los servicios secretos norteamericanos reclutaron a científicos nazis para experimentar con cohetes, armas químicas y fármacos

Para desenmascarar la filtración de nazis en la administración estadounidense, un grupo de judíos superviventes del Holocausto, con el apoyo del estado de Israel formaron el llamado «The Simon Wiesenthal Centre» que se dedicó a darles caza en los años 70 y llevarlos a la justicia.

Desde estas premisas de historia real, Weil ficciona un grupo de superhéroes muy de cómic, donde el cerebro es Al Pacino, un millonario superviviente de los campos nazis, además de un matrimonio que también sobrevivió al exterminio, un exveterano de Vietnam de origen asiático, una monja hebrea, un actor frustrado y una afroamericana a lo Storm de los X-Men. A ellos se une el nieto de Ruth Heidelbaum.

Sin embargo, la agente afroamericana del FBI Millie Malone (Jerrika Hinton) se entromete en la guerra cuando descubre la conexión entre los asesinatos del grupo de Meyer Offerman

Los diez capítulos de la primera temporada de «Hunters» son largos pero de una acción tarantiniana nada frecuentes en el consumo televisivo. La serie introduce algunos flashback del Holocausto entre escenas, pero es el precio que Weil pone a una gran narración visual.