En los últimos días, hay una serie que no deja de salir en cualquier conversación: Unorthodox, una producción de Netflix que trata la huida de una judía ultraortodoxa de su comunidad en Williamsburg, en Nueva York. La ficción está basada en la autobiografía de Deborah Feldman, quien narra su propia experiencia al abandonar su comunidad y marcharse a Berlín, infringiendo muchas de las estrictas normas que rigen al pueblo jasídico.

En la ficción se narra la historia de Esther Shapiro, una joven de 19 años cuyo matrimonio concertado no funciona y no encaja en una comunidad tan restrictiva como la asentada en Williamsburg, más aún hacia las mujeres.

"Etsy" toma las riendas y decide marcharse a Berlín, a imagen y semejanza de lo que hizo su madre cuando ella solo tenía 3 años. Asfixiada por su propia familia y la de su marido, Etsy compra con la ayuda de una "gentil" (como denominan los judíos ultraortodoxos a los ateos) un billete a Alemania, donde comenzará (o eso intentará) una nueva vida nueva apoyándose en la música, su pasión secreta que también le es prohibida por su religión.

Unorthodox ha calado entre los usuarios de Netflix por mostrar una realidad poco conocida, la de los judíos ultraortodoxos cuyas comunidades son más que numerosas en Estados Unidos, Argentina y sobre todo, Israel, donde cuentan con barrios en las principales ciudades del país que subvenciona el gobierno.

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Se caracterizan por las duras normas que aplican en su vida y por el rechazo a cualquier tipo de avance o modernidad: su aspecto físico, su manera de comportarse. Evitan cruzarse con personas que no practiquen su religión ni mirarla a los ojos; su estilo de vida es sencillo y no disponen de tecnología más allá de lo imprescindible.

La posición de la mujer en estas comunidades es aún más complicada: la educación que reciben es la mínima y solo tienen un futuro: casarse (en matrimonios pactados habitualmente por los rabinos de cada comunidad) y procrear, cuantos más hijos e hijas, mejor, además de la prohibición de trabajar y mostrar su cabello (que habitualmente rapan tras la boda, como se refleja en la serie, para ponerse pelucas) ni las piernas, para lo que utilizan medias.