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Entrevista

Mónica Carrillo: "Reivindico el derecho y la libertad a contar lo que yo quiero"

Nacida en Elx, la periodista dice que escribe "por necesidad" y que ganar el Premio Azorín ha sido "emocionantísimo"

Mónica Carrillo: "Reivindico el derecho y la libertad a contar lo que yo quiero"

Licenciada en Periodismo, diplomada en Turismo, estudiante de Arquitectura, presentadora de los informativos del fin de semana de Antena 3 y escritora. Mónica Carrillo (Elx, 16 de septiembre de 1976) presenta La vida desnuda, su tercera novela (Planeta, 284 págias). Una historia de secretos e intrigas familiares que, el pasado 5 de marzo, ganó el Premio Azorín de novela 2020 pero que por el confinamiento, no ha sido presentada hasta ahora.

Le toma prestada a García Márquez la frase: «Todos tenemos tres vidas: la pública, la privada y la secreta». Como Gala, su protagonista, ¿usted también vive tres vidas?

Claro, todos las tenemos. Pero, lo que para mí es un secreto quizás no lo es para ti. El secreto lleva aparejada la culpa y el miedo. Tenía claro que la historia iba a girar alrededor de los secretos porque tenía muchas cosas fraguando en la cabeza sobre esto; sobre lo que enseñamos y sobre lo que escondemos. La frase de García Márquez la comparto totalmente. Todos tenemos una parte publica que es la que mostramos, una privada que solo mostramos a nuestros más íntimos y una secreta que solo contamos a quién queremos y cuando queremos. Todo junto es lo que somos en realidad. Cuando Gala va reconociendo a su familia sus secretos, metafóricamente hablando, la desnuda y es cuando se da cuenta de que nada era lo que parecía cuando ella creía que conocía perfectamente a su familia. Mi reto era crear un abanico amplio de personajes, una trama familiar de secretos y que el lector pudiera sentirse identificado. Al final, La vida desnuda va de eso, de la vida y de los lazos familiares que son los que nos marcan, pero también de la complicidad de las relaciones y de la idea de que hayan secretos, miedos y culpa. Al final, los secretos son fascinantes y nos unen.

¿Le cuesta desnudar su vida?

A mí sí porque también reivindico el derecho y la libertad a contar lo que yo quiero. Soy muy reservada y le cuento lo que quiero, a quien quiero y cuando quiero y eso me parece fascinante. Me gusta el poder ir jugando con eso pero lo difícil es cuando eso se combina con el lastre de la culpa, un sentimiento que nos acompaña muchas veces de manera innecesaria.

¿Es buena confesora?

Te diré que soy una gran confesora, una buena receptora de confidencias, de parcelas secretas de otros. Guardo bien los secretos y será por eso que vienen a buscarme. Me gusta escuchar y empatizar.

¿Por qué tememos ser sinceros?

Porque al final vivimos pendientes del qué dirán. Con el altavoz de las redes sociales la gente vive pendiente de mostrar una vida fabulosa y quien no la tiene se frustra. El aparentar siempre ha formado parte de nuestro día a día y es interesante ver cómo nos movemos en eso. Todos tenemos miedos y escondemos sombras.

Su novela obliga, sin duda, a pensar sobre la vida y el amor en sus diferentes vertientes.

Quiero que el lector se emocione, se meta dentro de la historía y que viva con Gala esas intensas 48 horas que le van a cambiar la vida. Dos dias que no son solo la despedida a su abuela sino la catarsis familiar que la despedida produce y en la que todos se quedan sentimentalmente desnudos. Sería maravilloso que el lector se lo llevara a su terreno y reflexionara.

¿Uno se siente mejor si sufre?

Es que sufrir es, a ratos, inevitable. Si el enamoramiento tiene un momento de enajenación transitoria, sobreestimulación y felicidad, es inevitable que el desamor conlleve sufrimiento. Vivir esas emociones es todo un viaje vital.

¿Qué ha supuesto para usted ganar el Premio Azorín de Novela 2020?

Muchísima emoción. Soy de Elx y ganar este premio ha sido para mí emocionantísimo. Pero te tengo que reconocer que el fallo fue el 5 de marzo y desde entonces han pasado tantas cosas...Con el estado de alarma el libro ni siquiera llegó la imprenta cuanto tenía que haberse publicado el 31 de marzo. El libro ha estado confinando hasta el 9 de junio.

A una profesional tan ligada a la realidad, ¿qué le aporta la ficción?

La evasión. La ficción me complementa la faceta periodística porque yo escribo sobre la realidad y la ficción es la libertad absoluta. Disfruto creando personajes de la misma manera que lo hago leyendo o disfrutando de una película de ficción.

¿Se refugia en ella ante las malas noticias?

Escribir forma parte de mí y lo hago por necesidad, pero no lo hago con una regularidad o disciplina exacta. Primero voy tejiendo la idea en mi cabeza y cuando tengo los personajes y la trama y sé de dónde quiero partir y a dónde quiero llegar, me siento, escribo y ahí me atrapa la novela. Lo primero es encontrar la hebra para tirar del hilo.

¿Es de las que se abstrae de la realidad?

Es complicado. En lo profesional, esta etapa del confinamiento ha sido muy complicada porque todo era inédito y extraordinario. Ser portavoz de tantas noticias tristes es duro. Una es profesional y se hace la fuerte pero todo era tan dramático...

Uno de sus protagonistas es un exadicto a las redes sociales. ¿Cómo es su relación con ellas?

Soy bastante activa pero intento tener una relación equilibrada y positiva con ellas. Sé que soy un personaje público y lo cuido. Yo no soy adicta con Chris, uno de los personajes masculinos de la novela. Lo que sí me genera dependencia es el móvil. La via virtual está muy bien pero eso no puede significar que desaparezca la via real.

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