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Entrevista

Marisa Gallén: "Tenemos unos diseñadores buenísimos, pero esa excelencia no se refleja en la calle"

Le «reconforta» el premio porque es «como si te dieran una palmada a la espalda y te dijeran 'lo has hecho bien'»

Marisa Gallén: "Tenemos unos diseñadores buenísimos, pero esa excelencia no se refleja en la calle"

Ocho meses después de ser galardonada con el Premio Nacional de Diseño 2019 en la modalidad «Profesionales», Marisa Gallén (Castelló, 1958) recibió el viernes en el Museo de las Ciencias el premio de manos del rey Felipe VI. Un reconocimiento que cree «es un éxito para todas las mujeres que luchamos por crear un imaginario femenino distinto, evolucionado y acorde con la realidad».

Si le digo, Premio Nacional de diseño, ¿qué es lo primero que le viene a la cabeza?

¡Un astronauta! ¿sabes por qué, no? porque fue el ministro Pedro Duque quién me lo anunció. Estos premios siempre son muy gratificantes porque es como si te dieran una palmada en la espalda y te dijeran 'lo has hecho bien, tranquila', porque todos atravesamos crisis y ponemos en cuestión nuestras capacidades o nuestras decisiones en la vida. Por eso es tan reconfortante recibir un premio a la trayectoria.

Solo otra mujer, Pati Núñez, lo había recibido en 2007.¡Vaya orgullo!

Me gustaría que estas cosas no se resaltaran porque significaría que vivimos en una sociedad mucho más justa. Me alegro de que se haya despertado una sensibilidad que permita a la sociedad en su conjunto darse cuenta de lo injusta que es la historia de las mujeres. Fíjate, desde 2007 hasta 2019, ninguna otra mujer había sido premiada. Pero claro, esto es un reflejo de lo que sucede en la sociedad. En la mayoría de las culturas los espacios de prestigio están ocupados por hombres y resulta muy difícil cambiar inercias y mentalidades. En las sociedades democráticas las leyes reconocen la igualdad entre hombres y mujeres y nadie se atrevería a decir que las mujeres valemos menos, pero en la práctica, ese principio de igualdad no se aplica. Claro, que si recordamos cómo vivían las mujeres hace cien años hemos de admitir que hemos evolucionado mucho y muy rápido. Teniendo en cuenta lo lentos que son los cambios culturales, el avance del feminismo y, en general, los papeles de género, ha sido tan significativos que podemos afirmar que esta es una de las revoluciones más exitosas de la humanidad.

En una entrevista la definían como 'pionera de la modernidad'. ¿Se siente así?

En el sentido de que pertenezco a la generación pionera, sí. En los años 80 irrumpimos en el panorama de una España democrática y, como generación, asumimos el mandato social de modernizar el país. Nosotros, jóvenes y con ganas de cambiar el país, lo asumimos encantados.

Con el premio en la mano, si mira atrás, ¿qué momento considera clave?

El momento que descubro que quiero ser diseñadora. Siendo estudiante de Bellas Artes sabía que no quería ser artista y lógicamente me encontraba bastante perdida. Afortunadamente, en un momento que estaba hojeando la cartelera Turia leí en la mancheta el epígrafe «Diseño de portada» y así fue como descubrí que existía una profesión en la que encajaba. Fue una epifanía, encontré mi lugar en el mundo. Estoy muy contenta de dedicarme a esta profesión, siento pulsión por lo que hago y es una gran suerte, una lotería que me ha tocado. Otro momento clave fue formar parte de La Nave. En Bellas Artes recibí una formación artística que me ha sido muy útil para desarrollar una sólida cultura visual, pero fue en La Nave donde aprendí todo lo relacionado con la profesión del diseño como es la tipografía, edición, identidad corporativa, también la responsabilidad frente al cliente y frente a la audiencia... Un aprendizaje que nunca se acaba porque todo evoluciona y el saber es infinito.

¿Qué queda de aquella Marisa Gallen que en 1984 se asoció a ese variopinto grupo?

[suspira] Todo, porque sigo siendo la misma pero con más años, más seguridad en mí misma y la sabiduría que aporta la experiencia vital. Pero esencialmente me siento igual.

Cuando le dieron el premio loaron de usted «la coherencia de su trayectoria profesional».

Bueno, trato de ser coherente... ¡algún día tendré que pensar sobre este tema!

¿Podría definir sus trabajos?

No tengo un estilo definido, tampoco lo he pretendido. Sin embargo, cuando miro mi trabajo en su conjunto, sí percibo un particular modo de diseñar, una voz propia. Es lógico, en realidad, el estilo o voz es producto de cómo somos, de nuestras preferencias y de quiénes han sido nuestros referentes, y también, cómo no, de nuestras limitaciones. Para el diseñador es importante tener la capacidad de adaptarse a cada encargo y tener cierta versatilidad porque cada proyecto necesita un lenguaje visual adecuado a sus circunstancias y a su audiencia; por ejemplo, no se entendería utilizar códigos infantiles para el packaging de bebidas alcohólicas ¿verdad?.

Dígame qué voz es la que la identifica.

Pienso que soy bastante sensata y suelen decir que mi trabajo es elegante. Me gusta que detrás del aspecto visual haya un concepto interesante. Y esto me parece importante subrayarlo porque se suele confundir el diseño sólo con la apariencia estética, cuando lo importante es el pensamiento, es decir, el análisis y procesamiento de datos que conduce al resultado formal, a la traducción visual de ese pensamiento.

¿Cuales han sido y son sus fuentes de inspiración?

El tener una cultura visual amplia e ir nutriendo mi banco de datos con aportaciones de diferentes áreas del conocimiento. Todos acumulamos datos a partir de lo estudiado o de lo experimentado y esa información es beneficiosa para que la intuición haga su trabajo. Porque la intuición nos permite comprender algo instantáneamente sin apenas razonarlo. Pero no es magia y está basada en la información que vas acumulando a lo largo de toda tu vida. El proceso creativo es ciego, no puedes ejercer ningún control y surge por precipitación a partir del talento bien alimentado. Todo lo que nutre precipita.

Dos preguntas en una, ¿el diseño está demasiado influenciado por la moda?;¿qué debe tener un diseño para que supere la prueba del tiempo?

No me parece mal utilizar recursos que están a la moda y representan el espíritu del tiempo o del momento para los proyectos que tienen fecha de caducidad, por ejemplo, un festival de música electrónica no tiene que superar la prueba del tiempo. Sin embargo, me parece un error utilizar un lenguaje muy de tendencia para una identidad corporativa o el informe anual de una empresa financiera. Todo depende del trabajo porque cada encargo tiene su propia melodía y te pide un lenguaje, un ritmo diferente.

Cuando le ofrecen un trabajo y no se siente identificado con él, ¿lo acepta?

Depende de si me plantea tensiones éticas o no. Por ejemplo, si una empresa contaminante me pidiera que le ayudase a transmitir una falsa contribución a la sostenibilidad se partirían de risa si yo intentara persuadirles de que dejaran de contaminar y de engañar a la sociedad, no me harían ni caso. [ríe] Lo que sí puedo es rechazar trabajar en proyectos en los que no comparto los valores que ha de transmitir, porque me autocuestionaría y no quiero avergonzarme de lo que hago.

¿Cómo ve actualmente el diseño español?

Creo que tenemos unos diseñadores buenísimos, pero esa excelencia no se refleja en la calle. Hay demasiados espacios y empresas que viven ajenos al diseño. En España no cuidamos suficientemente los espacios públicos y debemos mejorar. Desde el proyecto de Valencia Capital del Diseño 2022 estamos trabajando para introducir el diseño dentro de la administración. Los ayuntamientos necesitan apoyarse en profesionales con criterio para mejorar no sólo la calidad urbanística de sus espacios públicos sino también la calidad arquitectónica de sus edificios, de un mobiliario e iluminación, o de una señalética que guíe por la ciudad sin ser un obstáculo visual...

Aprovechando que València será la Capital Mundial del Diseño en 2022, ¿podría convertirse en abanderada del cambio?

Aspiramos a que València sea ejemplar en el uso del diseño y esta es la oportunidad para consolidarlo dentro de la administración. Gracias al proyecto de la capitalidad tenemos más fluidez para acceder a los políticos y hablar de estos temas. Existe la voluntad política y esto es muy importante porque ellos son quienes tienen el poder para poner en marcha este proceso transformador. La calidad del espacio urbano revierte en el bienestar de la ciudadanía, en su felicidad.

¿En qué se va a beneficiar València de esta capitalidad?

Al igual que las empresas, también las ciudades se pueden beneficiar del potencial del diseño para mejorar la calidad de vida. A todos nos gusta vivir en una ciudad ordenada y verde y creo que, bajo nuestro filtro mediterráneo de ser y estar en el mundo, podemos aspirar a una ciudad más cuidada. Para conseguirlo el Ayuntamiento necesita un consejo asesor. Existen diferentes modelos implantados en otros países que hay que analizar y adaptar a nuestra idiosincrasia, pero lo importante es que se trabaje de manera transversal y coordine todas las concejalías.

¿Qué le parece la remodelación de la Plaza del Ayuntamiento?

Se ha perdido la oportunidad de hacer pedagogía social pero se han dado cuenta de lo necesario que es un asesoramiento experto. De este debate me quedo con dos cosas: la primera es que se ha despertado una conciencia crítica que llevaba tiempo aletargada y es un buen indicador que la ciudadanía reclame su derecho a disfrutar de un espacio de calidad. Y la segunda es que este incidente ha sido útil para que los políticos sean conscientes de que las intervenciones en el espacio público necesitan amplios consensos.

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