Tras la censura al prólogo del nuevo libro del historiador Javier Paniagua y la petición de Vicent Flor, director de la Institució Alfons el Magnànim (IAM), de suprimir o eliminar parte del texto, Levante-EMV publica el prólogo íntegro.

En esta introducción, el autor contaba que había estado trabajando con el profesor Benito Sanz en un estudio sobre las tres legislaturas de la Generalitat gobernada por Joan Lerma (1983-1995) y que finalmente Sanz publicó en la IAM por su cuenta y riesgo en 2019 'La creació de la Generalitat Valenciana, 1983-1995. La etapa socialista'.

Paniagua acudió a Flor para demostrar que la aportación de Sanz en ese estudio se reducía a un 32% de redacción propia. El director de la IAM le propuso un libro nuevo si renunciaba a la querella. Paniagua aceptó y entregó el libro en marzo, tal como estipulaba el contrato, con una introducción donde narra toda la polémica y con el prólogo del periodista Manuel Muñoz que Benito Sanz había vetado.

A continuación puedes leer el prólogo completo:

Introducción

Me faltaban unos meses para la jubilación en junio de 2016 y acababa de publicar, en la colección Cátedra del Grupo Anaya, El socialismo. Del PSOE a la socialdemocracia y viceversa, en el que analizaba, en parte basado en mi experiencia en el Congreso de los Diputados, la trayectoria del socialismo español desde los inicios de la Transición hasta el ascenso de Pedro Sánchez a la secretaría general. Había redactado un primer capítulo sobre las características teóricas de la socialdemocracia y su evolución a lo largo del siglo XX. Intenté demostrar que el PSOE fue uno de los últimos partidos de la Europa Occidental en abandonar una idea de socialismo basado en la socialización de los medios de producción como algo ineluctable que más pronto o más tarde habría de llegar, generalmente por métodos democráticos. Cuando acabó el régimen de Franco, el PSOE era una organización que tenía poca presencia pública entre las fuerzas sociales contrarias al franquismo. Su devenir se estudiaba en las facultades de Historia, especialmente en relación con las investigaciones sobre la II República. Existía una Ejecutiva en el exilio residente en Toulouse y varios núcleos de antiguos militantes en México, y habían comenzado a estructurarse grupos en diversos puntos de la geografía española, con gente que no vivió la Guerra Civil junto con antiguos militantes vivos que, en algunos casos, estaban en contacto con el exilio. Habían surgido otras opciones socialistas como la del Partido Socialista Popular (PSP) de Tierno Galván o la Federación de Partidos Socialistas (FPS), con un carácter federalista ensamblado en las reivindicaciones nacionalistas. Lo sorprendente es que en las primeras elecciones libres de 1977 el PSOE se convierte en el partido de referencia de la oposición o el que gobierna en toda España. Y al final todos los demás socialismos convergieron en él en un proceso que en cada lugar tuvo sus características propias. Así, en la Comunidad Valenciana los galimatías que se produjeron para concluir en el PSPV tienen su pequeña o gran historia, con sus correspondientes interpretaciones. El porqué la gente centró su voto en el PSOE desde 1977 hasta la actualidad, convirtiéndolo en un partido central de la política española, es un tema de debate: la memoria colectiva, la tendencia europea vigente, los jóvenes dirigentes salidos del Congreso de Suresnes, el apoyo de la II Internacional, especialmente del SPD alemán€ todo contribuyó. Lo cierto es que el PCE, que creía que sería, como en Italia, el partido dirigente y hegemónico de la oposición -habida cuenta su importante papel en la oposición al franquismo- no consiguió, a pesar de su apuesta por el eurocomunismo y su distanciamiento de la URSS, el papel que presuponía. Fue a la deriva en un proceso de escisiones y remodelaciones que se acentuaron en 1989 con la caída del Muro y la desaparición de la URSS. Hubo quien, desde el propio PCE, interpretó que el pueblo español se había equivocado, porque la Historia, de acuerdo con un marxismo ortodoxo y mecánico, debía marcar que el comunismo era el que debía ser el eje de la clase obrera y de los sectores sociales que viven de su trabajo. Yo también había publicado un capítulo en el volum VI Història del Pais Valencià. "2. La construcció de l´Autonomia i l´hegemonia socialista" (pgs 111 a 171) Edicions 62. Barcelona, 2006

En esa coyuntura, y mientras todavía estaba en mi despacho de director del Centro de la UNED Alzira-Valencia "Francisco Tomás y Valiente", vino a verme Benito Sanz, funcionario jubilado de la Diputación de Valencia, economista y profesor asociado en la Universidad de Valencia, a quien conocía de mi paso por la Conselleria de Educación, Cultura y deporte que dirigiera Ciprià Ciscar entre 1982 y 1989. Había publicado varios libros sobre los socialistas valencianos, solo o con Josep Maria Felip, y quería concluir el periodo de gobierno del PSPV en la Comunidad Valenciana entre 1983 y 1995 con otro volumen. Al parecer, las circunstancias judiciales que rodeaban a Felip no eran la propicias para seguir colaborando en una publicación con un militante del PSPV como Benito Sanz que, en aquel tiempo, había abandonado el PSPV y estaba próximo a Podemos. Felip, funcionario de la Generalitat Valenciana, con raíces en la Liga Comunista Revolucionaria trotskista y CC OO, había evolucionado del PSPV al PP y, al parecer, desde la masonería al cristianismo católico y de aquí al sionismo, estaba incurso en el proceso de corrupción de la Consellería de Solidaridad, en la que había sido director general con el conseller Rafael Blasco, y del que salió único absuelto del primer juicio celebrado. Algunas voces, sin que ello tuviera visos demostrables, le atribuían el calificativo de "topo" para obtener la información de las prácticas corruptas, y pactar con la fiscalía para contar todo lo que sabía de dicha Conselleria. El libro de ambos, La Construcción Política de la Comunidad Valenciana, 1962-1982 (Alfons el Magnànim, 2006) tiene otra edición anterior (2002) y proporciona una gran cantidad de datos, documentos y fotos del antifranquismo, bien clasificados por años y temas, en una gran parte sobre su desarrollo en la Universidad de Valencia, y de los comienzos de la Transición, principalmente referida a Valencia capital, hasta la aprobación del Estatuto de la Comunidad Valenciana.

Su propuesta consistía en que abordáramos conjuntamente el estudio de los años siguientes en que la Generalitat había estado gobernada, durante tres legislaturas, por el presidente Joan Lerma (1983-1995), secretario general del PSPV entre 1979 y 1997. Sanz tenía una ingente recopilación de artículos de la prensa de la época, una buena cantidad de fotos y documentos que formaban parte fundamental de ese capital primitivo de material científico que había acumulado y fotocopiado a lo largo de los años. De hecho, solía fotocopiar en las máquinas Rank Xerox aquellos documentos del socialismo valenciano, o de temas relacionados con él, que consideraba interesantes, y disponer así de un archivo personal cuantioso que la propia organización del PSPV no lo tenía en consideración y así le atribuían el calificativo de Benito "Rank Xerox" en una especie de sinécdoque que le identificaba como alguien que utilizaba con frecuencia los aparatos de esa marca de fotocopiadoras para confeccionar su material documental. Él había intentado publicar su libro de la etapa 1982-1995 durante el periodo en que la Diputación había estado en manos del PP e incluso le habían ofrecido un contrato, pero nunca se concretaba su edición, así que con la nueva corporación dirigida por PSPV y Compromís y con el apoyo de Podemos, la publicación podía desatascarse y de hecho me pidieron los datos para redactar un nuevo contrato. Existe una falta de sensibilidad cultural de las organizaciones políticas para conservar el material documental de sus acciones y propuestas en un archivo para su consulta, algo que es normal en muchos partidos europeos con amplia tradición, y eso lo ha suplido Sanz con eficacia a lo largo de estos últimos 35 años.

Mi aportación consistía en analizar las distintas legislaturas por las que había pasado el PSPV, es decir, interpretar los periodos, como habitualmente hacen los historiadores. Y así, desde junio de 2016 a principios de 2019, fuimos intercambiando correos y WeTransfers donde él me enviaba sus documentos, yo los analizaba y le remitía mis conclusiones. Iba formándose un cuerpo de texto para la traducción en valenciano y la maquetación de la imprenta, de tal forma que a fines de 2018 estaban compuestos para su publicación los tres primeros capítulos y quedaba por corregir el último, el que transcurre entre 1991 y 1995, la última legislatura que presidiría Joan Lerma. Sobre lo anterior fuimos matizando y debatiendo algunas interpretaciones, como la del IV Congreso del PSPV de 1985, pero en general se produjo un acuerdo en la composición final de los capítulos que ya estaban dispuestos y maquetados para su publicación. Sin embargo, las cosas devinieron de otra manera: le propuse a Sanz que Manuel Muñoz hiciera el prólogo del libro. Había dirigido las páginas de la Comunidad Valenciana del diario El País durante una gran parte del tiempo en que Lerma era el presidente de la Generalitat y el mismo Sanz utilizaba sus crónicas e informaciones, en varias ocasiones, como documentos periodísticos.

En principio, no hubo problemas, Muñoz hizo dos versiones y se las envié a Sanz. Entonces, comenzó a proponerme cuestiones que me parecían extrañas. Por ejemplo, que en el libro apareciera al principio una frase, como contexto o lema de Jordi Palafox, profesor de Historia Económica de la Universidad de Valencia, con el que yo no tenía relación desde hacía tiempo, y además que fuera también quien presentara el libro cuando se editase. De hecho, yo había estado como profesor ayudante de dicho Departamento cuando estaba Josep Fontana, hasta que saqué la catedra de Enseñanza Media en 1975 y estuve destinado en el Instituto de Sueca. Mi relación con Palafox no era ni buena ni mala, discreta como con cualesquiera otros compañeros de entonces. Ante su propuesta sugerí que la frase de Palafox fuera acompañada de otra de José Antonio Piqueras.

La historia venía de lejos: había intercedido para que Piqueras, doctor en Historia Contemporánea, pudiera tener una posibilidad, con su currículo, de entrar en el Departamento de Historia Económica, al haberse convocado una plaza a mitad de los años ochenta y al principio Palafox lo acogió como buen candidato. Piqueras era discípulo de Enric Sebastià y habían publicado juntos estudios sobre la transición del feudalismo al capitalismo en el País Valenciano, con una interpretación que no coincidía con el que también había sido su alumno, Pedro Ruiz -que alcanzaría la cátedra de Historia Contemporánea y llegaría a Rector de la Universidad de Valencia- y con algún otro miembro de ese departamento. Por estas cosas de luchas cainitas universitarias, Ruiz no parecía partidario que Piqueras entrara en el Departamento y tuvo que buscarse la vida en la Universidad Jaume I de Castellón, consiguiendo ser catedrático de Historia Contemporánea, codirigir la revista de Historia Social, con un gran prestigio como investigador de la esclavitud en el Caribe y en la Historia de Cuba, siendo invitado a impartir conferencias en la Universidad de Harvard, después de haber trabajado sobre la Historia del Socialismo valenciano y del siglo XIX español y presidir la Asociación Latinoaméricana de Histroria Económica.

Pues bien, aunque Palafox había expresado estar de acuerdo en que entrara Piqueras en Historia Económica -y así se lo comunicó­- posteriormente se echó atrás. Estaba pendiente la cátedra de su mujer, Teresa Carnero, en Historia Contemporánea, y la aceptación de Piqueras -quiero interpretar- hubiera supuesto un posible enfrentamiento con Ruiz que controlaba parte del poder de esa área de conocimiento. Y así Piqueras se quedó fuera. En los últimos años Palafox teorizó con aires de suficiencia en una conferencia sobre el PSOE y su crisis y le dediqué una columna en las páginas de la Comunidad Valenciana del diario El Mundo, en la que manifestaba que a pesar de su altura miraba a los demás con aire de superioridad. No debió sentarle bien. Había leído varios de sus estudios sobre la Historia Económica del País Valenciano en los años 30 del siglo XX y me parecían argumentados y sólidos, pero otra cosa era mi impresión subjetiva sobre su manera prepotente de comportarse. En una divulgación de la Historia Económica del País Valenciano que publicó la Cámara de Valencia en 2006 (De la Exposición Regional a la Copa de América. Economía valenciana en el siglo XX) Palafox, en uno de sus capítulos (La economía valenciana en el siglo XIX) todavía seguía manteniendo la tesis de los señoríos jurisdiccionales para explicar los cambios económicos decimonónicos, ("En el caso de la nobleza, al abolirse los derechos jurisdiccionales propios del Antiguo Régimen, la presencia de las grandes casas españolas (Osuna, Infantado, Arcos, Altamira) en la sociedad valenciana se redujo ya que su presencia estaba en gran parte vinculada a sus privilegios de jurisdicción y en mucho menor medida a la propiedad de la tierra", pg., 13), sin considerar lo que sobre el tema habían publicado Sebastià y Piqueras que, a tenor de la documentación archivística utilizada, mantenían que no existía jurisdicción sin propiedad. Pero bueno, los debates historiográficos son adecuados siempre que haya fair play y se acepten puntos contrapuestos, sin afectar a las cuestiones personales, lo que parece difícil en la universidad española. Desde luego no fue el caso de esta batalla científica que se remonta a los años setenta y ochenta del siglo XX y que hoy parece olvidada, pero ha marcado una etapa que, tal vez en otros lares, hubiera sido asumida sin contratiempos laborales.