Alaska y Mario Vaquerizo reviven en La última tourné el crepúsculo del teatro de variedades, las parisinas «varietés» que en España recorrían los pueblos con sus maravillosas vedetes (a veces solo purpurina y lentejuelas).

«Pero el género no termina de desaparecer porque siempre hay gente joven que se interesa y siempre hay una especie de vedetismo alternativo. Y luego -señala Alaska- hay gente de una edad, como la mía, que conocimos el género de pequeños y nos sigue gustando».

«El teatro de las variedades ha cambiado mucho, de hecho dejó de existir hace mucho tiempo, yo no lo viví, pero recuerdo a mis tíos yendo a ver a Norma Duval, o a Raúl Sender al Xenon», apunta Vaquerizo.

Los artistas hablan de su regreso a los escenarios madrileños para terminar la gira que empezaron en Estepona y rodaron por diecisiete ciudades, Altea, Úbeda, Palma de Mallorca, Bilbao, Murcia y Málaga, entre ellas, y que terminaron de forma abrupta en Córdoba a causa del coronavirus.

«Shakira es una vedete, y Jennifer Lopez también», opina Alaska, en el sentido de que «montan espectáculos con escenografía, bailarines». «Venga brillo, mucho brillo, te vuelves loca», aporta Vaquerizo.

Pero claro, dice la cantante, «de lo que hablamos en 'La última tourné' es del teatro de variedades que tenía un guioncito, donde una persona contaba un chiste, otra cantaba a lo folklórico...». Y es ese momento crepuscular el que se reivindica en la obra, así como «a esas figuras que siempre estuvieron mal vistas por los bien pensantes», remata el periodista y showman.

«No deja de ser una paradoja que hablemos de esto como cultura cuando para nadie lo fue, sino consumo puro y duro», sonríe Alaska. «Lo que hacemos nosotros la gente tampoco lo considera cultura, pero me da lo mismo», lanza el dardo Vaquerizo, provocando las risas de todos.

La obra, dicen, está de plena actualidad porque lanza una reflexión «bonita: hay que cambiar cuando tú quieres, no cuando te lo imponen».

Esta aventura nació hace tres años cuando le cogieron el gustillo a las tablas tras ser estrellas invitadas en las obras de Félix Sabroso, algo que hacían en los huecos que les dejaban sus conciertos con Fangoria, ella, con las Nancys Rubias, él.