La actriz británica llega a la cartelera con «¡Que suene la música!», película sobre un grupo de mujeres residentes en una base militar que forman un coro mientras sus cónyuges sirven en Afganistán.

«¡Que suene la música!» está basada en la serie documental «The Choir», que contó la historia real de un grupo de canto similar, la película ensalza el valor del trabajo en equipo para superar tiempos difíciles. Su director Peter Cattaneo se ha especializado en hacer películas sobre personas que salen adelante uniendo fuerzas a través del canto o el baile, como la popular Full monty.

¿Por qué son importantes este tipo de historias?

Porque siempre es demasiado fácil derrumbarse y sentirse miserable, y tener miedo, y nunca está de más recordarnos que cuando trabajamos juntos somos más poderosos. Y eso no es una frase hecha ni un lugar común, y quedó claro en el rodaje de la película. Ni yo ni el resto de actrices somos cantantes profesionales pero, como queda claro en muchas escenas, cuando cantamos juntas sonamos francamente bien.

Usted misma creció en bases militares. ¿Es ese uno de los motivos por los que decidió hacer la película?

Sin duda. Siempre he sido muy consciente de los sacrificios que deben hacer las familias del personal militar, como estar constantemente mudándose o lidiar con la ausencia y el miedo a recibir las peores noticias. Mi propio padre, que era piloto de combate, murió en un accidente aéreo cuando yo tenía 5 años. Entonces mi madre se casó con otro hombre que también volaba para el Ejército y también murió durante un entrenamiento.

¿Cómo procesó esas pérdidas?

La primera sucedió en los años 60 y la segunda en los 70, y en aquellos tiempos la psicoterapia aún no estaba extendida; no recibí cuidados psicológicos específicos. Simplemente se me dijo: «Tienes que ser fuerte». En todo caso, en mi vida y mi carrera he usado ese trauma como gasolina porque, después de todo, varios de los papeles que he interpretado son mujeres obligadas a lidiar con la tragedia.

Asimismo, a lo largo de su carrera se la ha llegado a conocer por encarnar personajes fríos, distantes y hasta altivos. ¿Diría que el que interpreta en «¡Que suene la música!» de algún modo subvierte ese modelo?

Sí. Es cierto que Kate, mi personaje, peca de hermetismo, pero eso es consecuencia de su dolor. Por lo demás, hay algo esperpéntico en ella; aunque no se dé cuenta, es una mujer bastante ridícula. Encarnar a alguien que por momentos cae en el exceso fue muy divertido, y un soplo de aire fresco para mí.

Muy poca gente sabe que usted debutó en el cine a bordo de una película musical, «Under the Cherry Moon» (1986), junto a Prince...

Sí, pero en ella solo cantaba él. ¡Que suene la música! es la primera película en la que canto, y confío en que también la última. Dicho esto, participar en ella me ha ayudado a comprender lo beneficiosa que es esa actividad para el cuerpo y la mente. En cierto sentido, es una forma más de hacer deporte. Y cantar en grupo, trabajando de forma colectiva para crear un sonido hermoso, es especialmente emocionante. He descubierto que cantar me hace feliz.