Me sorprende la desaparición de Manuel Bas Carbonell mientras andaba finalizando mi tesis sobre un valenciano ilustre, Joaquín Lorenzo Villanueva, que acabó exiliado en Dublín y sobre el que él escribió algunos artículos en prensa. Su intensa labor como animador cultural en la Valencia de los años noventa del pasado siglo y primera década de este, ya se han descrito en algunas necrológicas con rigor e información valiosa. Quisiera destacar de él sus dotes como bibliófilo y lo que ello ha significado para el patrimonio bibliográfico y documental valenciano. No es de menor valor la estima y consideración que tuvo con quienes lo tratamos con cierta frecuencia en aquella etapa inicial de la Societat Bibliogràfica Valenciana «Jerònima Galès» „de la cual fue uno de los fundadores en 1994„ con motivo de la magna exposición que tuvo lugar en la Lonja sobre la imprenta valenciana. Ambos valores andaban parejos y se estimulaban uno al otro: el amor a los libros, su labor incansable por salvar de la pérdida o el destierro obras difíciles de encontrar entonces en una biblioteca valenciana; y, por otro lado, la disposición a que todo investigador interesado pudiera acceder y consultar esos tesoros bibliográficos en aquellos años en que los repositorios digitales eran un espejismo y, por tanto, una aventura de coste elevado consultar esas fuentes. Una cosa y la otra se anudaban con una muestra de amistad que aprecié sincera y generosa desde el primer día en que me dio a conocer la Societat Bibliográfica, de la que, caminando en el tiempo, llegaría a ser su sucesor en la presidencia. Tampoco olvido el estímulo para que publicara algunas obras notables en la Diputación o en el Ayuntamiento, de algunas de cuyas colecciones era asesor y principal animador de exposiciones, actividades culturales y proyección de la cultura valenciana en todas sus vertientes, que es lo que le animaba a esta generosa afición que en él era casi tarea misionera. Sé que le hubiera satisfecho saber que quienes contribuimos desde las aulas y la escritura a investigar aspectos de la historia de nuestro pueblo, acopiamos en un lugar recóndito ese momento de agradecimiento a su labor como bibliófilo y estudioso de nuestra cultura. Porque la tarea de una persona que dedica tiempo y dinero „en ocasiones, mucho peculio personal a costa de otros placeres„ a esta tarea de salvamento, es el germen de ese patrimonio bibliográfico que conforma nuestra herencia como pueblo y su identidad en la cultura iconográfica e impresa. Un servicio a la sociedad que pocas veces alcanza visibilidad. Manuel Bas fue digno heredero de los grandes bibliófilos del siglo XIX y primera mitad del XX (Salvá, Serrano Morales, Churat, Nicolau Primitiu, Almela y Vives, etc.), sin los cuales el patrimonio bibliográfico y documental valenciano sería hoy una entelequia. Por todo ello debe ser recordado, además de recibir el sincero agradecimiento de la ciudadanía valenciana.