«La melancolía de la tarde parece muy propicia para poner un poco de orden en mi cabeza. Creo que éste es un buen momento para contar algunas cosas de mi vida», piensa Manuel Vicent con un gin-tonic en la mano mientras contempla el horizontes desde la terraza de un chiringuito de Dénia. La productora valenciana Voramar Films está terminando el rodaje de «Manuel Vicent a cielo abierto», un documental para el «Imprescindibles» de TVE que repasa la trayectoria vital del escritor valenciano, su «memoria luminosa ante el crepúsculo».

El mar de Dénia es la última parada de un recorrido por los escenarios mas significativos en la vida de Vicent, por su obra y por su papel como testigo de la historia reciente española. El documental, en el que ha colaborado À Punt, está dirigido por José Ángel Montiel y cuenta con el guión de Joan Álvarez, pero es el protagonista el que va poniéndole voz al relato. Desde la infancia en la Vilavella y Benicàssim y su tortuosa relación con su padre, el film recorre el descubrimiento de la literatura y de los placeres de los tiempos oscuros, su inmersión en la bohemia intelectual antifranquista, sus primeras novelas, su carrera como escritor, su anhelo de Mediterráneo... «Paso a paso reconstruimos su vida mientras sus novelas van reflejando como un espejo el tiempo vivido -explica la productora-. Recorriendo los círculos de su memoria, Vicent llegará hasta el presente, el otoño de su vida, cuando Ítaca ya se entrevé en el horizonte».

El documental, que se estructura en nueve «etapas», se inicia en el Café Gijón de 2020 y de ahí salta al verano del 53 que pasó en el Hotel Voramar de Benicàssim, un momento clave en su formación gracias a un doctor republicano represaliado con el que aquel joven de familia franquista experimentó una «inmersión ideológica». Vicent descubre desde el mar su vinculación con la tierra en la que nació y es en el mar donde su fe se tambalea. Es, destaca el crítico Joan Garí, una época fundamental para la obra posterior de escritor, donde «memoria y literatura se mezclan sin que sea posible discernir hasta dónde llega la imaginación y hasta dónde el recuerdo biográfico».

La siguiente etapa es en el Madrid de principios de los 60, el de novelas como la reciente Ava en la noche, donde el escritor valenciano deambula sin destino, perseguido por la culpa y por la sombra del padre. «Todos los días me preguntaba a qué había venido yo a Madrid y no encontraba respuesta alguna».

«Un tranvía iniciático», el cuarto capítulo, evoca al Vicent estudiante de derecho joven y vanidoso en la València de los 50, «sensual, huertana, eclesiástica, reprimida bajo la bota franquista», cuando «los sentidos estaban a punto de reventar por todas las costuras del cuerpo». Y en «La cara al vent», el quinto tramo del documental, habla el Manuel Vicent de la transición, el que comienza a desarrollar su voz en la prensa antifranquista. «De pronto sentí que el periodismo tenía la virtud de hacerte sentir vivo -rememora-, puesto que el latido de la tinta pasaba instantáneamente por el cuerpo del lector y éste enviaba una respuesta inmediata que a su vez te nutría y excitaba».

En los 70 el protagonista encuentra «una voz propia», es la década que marca un punto de inflexión y madurez, cuando activa su memoria, que es fuente de literatura, y obtiene el reconocimiento como escritor. También es cuando empieza a escribir como cronista parlamentario, contribuyendo desde esa atalaya al proceso de la transición.

Después llega la «modernidad y el desencanto», con la democracia consolidada y con Vicent explorando nuevos territorios literarios (Antitauromaquia, La balada de Caín) y amando desde Madrid el país del Tirant, de Ausias March, de los Borgia y de Luis Vives, de Fuster y Andreu Alfaro. «En cambio en València -se queja-, algunos me consideraban un desertor, un descastado, un escritor que parecía despreciar la lengua en la que había oído las primeras palabras de amor y de odio».

Y ya por fin, «Circe», cuando el escritor establece un vínculo duradero y profundo con el Mediterráneo desde la Dénia de Verás el cielo abierto. Allí, cuenta el documental, Vicent encontró todo lo que amaba del Mediterráneo: «una forma de vida y una moral antiguas que emparientan con una cultura varias veces milenarias». Y así llega el documental a su último tramo, a «El eterno retorno», al del protagonista mirando hacia el horizonte y emprendiendo con la memoria el viaje a la Arcadia perdida y nunca recobrada.

Recorrido

El documental recorre los paisajes de la infancia y juventud de Manuel Vicent: el centro y la playa de València, Benicàssim o su casa familiar en la Vilavella. Dénia es uno de los lugares más importantes del rodaje: el puerto, la lonja, el castillo su casa, el hotel Chamarel, Les Rotes… Pero también Sueca y l’Albufera forman parte del recorrido del escritor.

Un escritor para la literatura, el cine y el periodismo

Desde la década de los 60 del pasado siglo, Manuel Vicent ha publicado medio centenar de obras entre novela, poesía, ensayo, biografías, artículos y relatos. Ha sido galardonado con el Alfagura de novela en dos ocasiones, con el Nadal, con el González Ruano de periodismo y con el premio de la Prensa Internacional. Además, dos de sus novelas han sido adaptadas al cine por José Luis García Sánchez («Tranvía a la Malvarrosa») y Bigas Luna («Son de mar»).