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La cojituerta españa vaciada

Las mañas.

Hace tiempo que el concepto de la «España vaciada» entró en el vocabulario políticamente correcto. Cosa que nunca se sabe si es buena o no. En la última obra de Paco Zarzoso, uno de nuestros dramaturgo más incisivos, saca mucha punta a los despojos que caen de los sacos rotos de las eras yermas de los pueblos microhabitados. Con el simple y sencillo diálogo de tres hermanas solteronas -las mañas- que nunca han salido de la aldea, Zarzoso hace un manifiesto contra el abandono público y privado de esas villas serranas, atávicas pero al mismo tiempo humanamente espontáneas. Gentes desconfiadas del avance descontrolado que ha provocado el cambio climático, entre otros fenómenos antinaturales. Paisanas equilibradas con el ecosistema pero reñidas contra esos ripios que salen de los móviles.

Tres actoras en zapatillas sentadas en sillas de mimbre delante del toro de Osborne -marca España, por supuesto-, charlan sobre el abandono del paso del tiempo. Un repaso en toda regla a la antigua normalidad, con guiños actuales, que provoca escenas patéticas que derivan a lo grotesco sobre la baja densidad de población de grandes zonas peninsulares. La intensa interpretación de Rocío Ladrón de Guevara (la pequeña e izquierdista), Pilar Rochina (la mayor y centrista) y José Blasco (la mediana derechista) propone que la revolución de la sonrisa es la mejor de las revueltas. Como la provoca la Nancy cojituerta, esa muñeca como objeto del deseo contra la soledad.

Tragicomedia o comedia triste de la factoría Zarzoso, con la que ganó el primer premio de Cabanyal Íntim convocado en colaboración con la Fundación SGAE y que la Sala Ultramar estrenó el jueves pasado y que se puede volver a ver desde mañana hasta el próximo domingo, con todas las medidas de seguridad sanitaria. Hay que prestar atención a los espacios alternativos, ahora más que nunca.

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