El Prado no sería lo mismo sin la obra de El Bosco. Es uno de los activos más importantes de la pinacoteca junto a Velázquez y Goya y, la sala donde se encontraba 'El jardín de las delicias', era una de las más visitadas. Más de 7.000 visitantes al día en tiempos precovid 19. Tanto es así que resultaba incómodo acercarse a un cuadro que sigue generando todo tipo de teorías, fascinación y misterio y en el que lo verdaderamente importante son los detalles. Si 'Las Meninas' puede ser contemplada desde lejos sin perder un ápice de su imponencia, en este caso resulta toda una experiencia poder acercarse y mirar con detenimiento y calma cada una de las escenas minúsculas que aparecen en los tres paneles de la obra.

Por eso, los responsables del museo emprendieron una remodelación integral de la sala 56A del edificio Villanueva dedicada a El Bosco. Por una parte, querían optimizar el espacio y también darle un nuevo concepto más moderno y diáfano para que las pinturas pudieran brillar con una mayor contundencia.

Para ello han fabricado un nuevo sistema de soportes (metálicos) para los tres trípticos expuestos ('El jardín de las delicias', 'El carro de heno' y 'La adoración de los Magos'), que reemplazan así a los más aparatosos (abarcaban el doble de espacio) que se construyeron para la gran exposición monográfica del 2016 realizada por el V centenario del fallecimiento del artista, que se convirtió en la más visitada de la historia del museo, con más de 600.000 personas.

Manta ignífuga

Los recién inaugurados modelos son más reducidos, de estética minimalista y se integran con el nuevo color de la sala, de un verde más oscuro que realza la gráfica y los tonos de las pinturas. La plataforma elevada permite una visión más precisa desde todos los ángulos (también de las compuertas externas) y la eliminación del dispositivo en forma de bañera favorece una contemplación en proximidad, con la separación de una catenaria. Además, se trata de soportes desmontables, lo que facilitará el movimiento de las obras, y que contienen un compartimento interno con una manta ignífuga a modo de funda que protegerá a las obras en caso de emergencia, agua, humo, polvo o fuego, una medida que tiene que ver con los nuevos protocolos de implantación del Plan de Protección de Colecciones.

La iluminación también es otra de las grandes novedades. Una serie de focos colocados en posiciones estratégicas permiten devolver la nitidez a las obras sin zonas oscuras. El mayor reto técnico era el reverso de las alas, dada la limitación del ángulo de incidencia, algo que se ha corregido gracias a proyectores que concentran la luz en forma cuadrada o rectangular para evitar que el haz se disperse.

Cerrada durante la pandemia

La sala de El Bosco había permanecido cerrada desde que la emergencia sanitaria obligó al cierre temporal del Museo. Durante estos meses se ha acelerado la modernización de este espacio tan especial en el que se pueden ver 6 de las 20 obras que se le atribuyen al pintor flamenco. Además de los tres trípticos encontramos la 'Mesa de los Pecados Capitales' (que se exhibe en una nueva vitrina), 'La extracción de la piedra de la locura' y 'Las tentaciones de San Antonio Abad', todas ellas adquiridas por el rey Felipe II en el siglo XVI poco después del fallecimiento del autor y que pasaron a formar parte de la Colección Real Española que más tarde heredaría El Prado.

Cuando el Museo anunció su reapertura con la exposición 'Reencuentro', ya se advirtió de que 'El jardín de las delicias' no formaría parte de ella. Ahora reaparece en todo su esplendor en esta nueva sala donde se convierte en protagonista y donde por fin el entorno invita a mirar con detenimiento. Para que al visitante no se le olvide la importancia de cada uno de estos minúsculos elementos, un monitor de 65” Samsung permite ver una sucesión animada de detalles sorprendentes de las obras expuestas en un mayor formato, como si se aplicara una lupa al cuadro.

"El Bosco es importante porque nos enseña a detenernos y a mirar", ha dicho en la presentación Andrés Úbeda, Director adjunto de Conservación e Investigación del Museo del Prado. Para mirar la extrañeza, los símbolos, las criaturas y la fantasía perversa de las escenas de El Bosco que, quizás, en estos tiempos de pandemia que vivimos, se antojan más perturbadores que nunca.