La artista Rosa Torres acabó ayer con 10 años de batalla judicial con la destrucción de 300 plagios de su obra. Spray en mano, la valenciana escribió la palabra «Fake» en lienzos que después rompió ante el público del Centre del Carme, lugar que escogió la artista para poner fin a su lucha legal contra una empresa de estética que compró masivamente plagios de su obra a un ciudadano de República Dominicana. «El plagio no debe quedar impune», reivindicó Torres en la sala Refectorio de la sede del Consorci de Museus.

Con motivo de este día «histórico» para el arte valenciano, el Centre del Carme organizó un debate sobre la propiedad intelectual con la participación del director del Consorci, José Luis Pérez Pont, Rosa Torres, el presidente de AVVAC (Associació d'Artistes Visuals de València, Alacant i Castelló), Rafael Tormo y el abogado de la asociación, Àlex Devís.

«La instrucción del caso en un primer momento fue una verdadera sucesión de despropósitos. La causa se cerró hasta tres veces, en la primera de ellas se cerró nada más recibirse el caso sin abrir diligencias al respeto», explicó el abogado, quien también se refirió a la desprotección del artista ante estos casos y animó al «asociacionismo», ya que de no ser por AVVAC, Torres tendría que haberse enfrentado al proceso judicial sola, con el gasto que eso conlleva. «Nos pasamos dos terceras partes del proceso resolviendo cuestiones burocráticas y de tipo procesal que no han ayudado a solucionar el caso», continuó Devís, por lo que demandó más recursos para el sistema judicial.

«Los artistas vemos transgredidos en muchas ocasiones nuestros derechos. En mi caso, esto ha causado un evidente perjuicio en mi carrera profesional», lamentó Torres, y avisó que es posible que pueda haber más de un plagio de su obra en colecciones particulares.

Un década de lucha

En 2008 la creadora, con la ayuda de sus galeristas, descubrió el plagio de dos obras suyas que colgaban de una clínica estética en València. Con el apoyo de la AVVAC y de sus abogados la creadora interpuso una denuncia por un delito contra la propiedad intelectual. Desde ese momento se abrió una investigación que le ha llevado a localizar cerca de 300 cuadros repartidos por las diferentes franquicias de esta clínica en toda España.

En cuatro años, el caso fue archivado en tres ocasiones. Un periodo en el que no se abrió diligencias, por lo que los plagios siguieron circulando en el mercado.

La sentencia ha reconocido el plagio y ha permitido reunir las piezas para su destrucción. Sin embargo no se ha podido determinar un culpable ni obtener la correspondiente indemnización, ya que el autor se encuentra en paradero desconocido. Pese a todo, la investigación está en manos de la Interpol.

Los plagios introducían cambios en las formas y colores que destruían la configuración estética de la obra, según Torres. «Un efecto de mal gusto, contrario a mis propuestas estéticas muy meditadas y mesuradas. La nuestra ha sido una lucha difícil, tras más de diez años. Gracias a la constancia y la tenacidad de Àlex Devís hemos conseguido al menos una reparación moral», concluyó la artista.

Más de un millón de euros a costa de la artista valenciana

Las más de 300 obras plagiadas de Rosa Torres, que ayer destruyó la propia artista, tenían un valor en el mercado de 1.050.000 euros, según detalló el abogado de AVVAC, Àlex Devís. «La resolución de esta sentencia es un hito y representa una práctica que tiene lugar demasiadas veces», aseguró José Luis Pérez Pont, quien señaló la «defensión» de los artistas ante estos «atropellos». «El mundo artístico es muy frágil. El arte va más allá del profesional y eso es difícil explicárselo a la sociedad. Debemos hacer pedagogía», añadió el presidente de la AVVAC, quien agradeció a Rosa Torres su «obstinación» para ganar una batalla judicial que «es de todos».