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Tribuna

Francisco brines, poderoso poeta

Francisco Brines: "Siempre escribo la poesía para mí como lector"

Francisco Brines, Premio Cervantes, ha delatado todos los ocasos para repararlos en sus versos, en su memoria, para complacer su descreencia en los intangibles. «En mí quiere quedarse/el día, que se muere,/como si yo, al mirarle,/lo pudiera salvar». La vigencia se evidencia en la relectura pausada de sus hallazgos de claridad y cordura, de delectación germinal. En ese agradecimiento expresado al dolor «que se desborde de tu frágil pecho/la firme aceptación de la existencia». Su actualidad es absoluta: «(...) es atroz pensar/que no se corresponden en nosotros los cuerpos con las almas (...)»

El poeta valenciano es un espléndido tragaluz que delata lo fosco, que se prolonga en terrazas y playas y bosques y en la fiesta de un pelo alborotado y fuerte, ansiando asirse al afecto, al amor–azar, ese que nunca se explica, en el que «no hay culpa y no hay destino», para alcanzar diferenciado el sexo lento, describible en lo explícito sutil. «(...) Cuantas veces el acto se ha cumplido/hizo bello el vivir, y emocionante (..)». En el fondo es la vida la que aturde a la muerte, el querer antes de ser cenizas.

Él lo plasmó: «Hay momentos del hombre en que le duele/Amar, pensar, mirar, sentirse vivo (..)», quizás eso nos haga valorar su retorno aun cuando nunca se ha ido, cuando la vida le rodea, nos rodea, plena «de luz, de tiempo, de palabras», incluso de virus inesperados. La esperanza es vivir, «(...) el pecho se consuela, porque sabe/que el mundo pudo ser una bella verdad». Y lo es en las cadencias, en los hallazgos de Brines; lo es en momentos arrebatadores como la lectura de lo excelso comprensible.

Hay una frase de Cervantes que puede resumir la filosofía de Francisco Brines: «No se debe reír ni llorar ante la aventura de la vida humana y su oscuro discurrir y destino, sino solo tratar de comprender, y que es mejor un sueño o esperanza gozosos que la certidumbre de una desgracia».

En Francisco Brines la luz despierta se manifiesta para nuestra fortuna «(...) El mundo aún permanece. Y existimos (..)». Quisiera abrazar al bardo y, sin pudor, le envío un beso. Nos hemos encontrado en una tarde dichosa, por inspiración de Carmensa de la Hoz.

Seguimos viviendo, maestro. Desde su experiencia, que se hizo edad madura, se precipita un torrente de Mediterráneo que, en cada una de sus gotas, canta la dicha de poder celebrar el Premio Cervantes con palabras: « (...) por ellas comparé,/con cualquier dimensión del mundo externo:/el mar, el firmamento,/un goce o un dolor que al instante morían;/y en ellas alcancé la raíz tenebrosa de la vida (...)».

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