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El arte en los restos

El periodista valenciano Paco Quiles publica "España abandonada", un libro fotográfico en el que recopila 26 emplazamientos abandonados de la C. Valenciana - "El objetivo es preservar la integridad de estos lugares y mantenerlos a salvo del vandalismo"

El arte en los restos

La belleza, como el arte, se puede encontrar en muchos lugares. También en aquellos abandonados. Es algo que Paco Quiles, un periodista del Port de Sagunt, supo desde niño. Acostumbrado a merodear por las instalaciones de los Altos Hornos del Mediterráneo, este aficionado a la fotografía comenzó a visitar algunos de los lugares más inhóspitos de la España movido por la curiosidad y el cariño hacia el patrimonio histórico. Ahora, 10 años después, su afición se ha transformado en un libro. ‘España abandonada’ (Jonglez) es fruto de 10 años de trabajo de investigación, kilómetros de caminatas y horas con la cámara dispuesta para captar imágenes impactantes de patrimonio abandonado y vandalizado.

«Intentamos denunciar el estada de este patrimonio haciendo hincapié en su belleza», comenta Paco Quiles, autor del libro junto a los madrileños Fran Lens y Carlos Sanmillán. La obra salió publicada en inglés, francés y español el pasado mes de octubre y ya se ha agotado parte de la primera edición. España abandonada consta de 40 apartados, 39 de localizaciones concretas y un capítulo dedicado a casas en general. La Comunitat Valenciana es la región mejor representada en el libro, con 26 localizaciones. Aunque en el índice no figuran los municipios donde se encuentran estos lugares.

«Como suele ser habitual en el urbex (’urban exploration’, exploración urbana en español, que es como se le denomina a este tipo de afición por visitar y fotografiar lugares abandonados) no hemos desvelado el lugar concreto de algunas de las localizaciones para preservar su integridad y mantenerlos a salvo del vandalismo y de los saqueos, aunque indicamos la autonomía en la que están. No hacemos lo mismo, por el contrario, con sitios conocidos o en riesgo de desaparición. En este último caso, indicamos claramente su localización y hablamos de la responsabilidad que tienen sus propietarios -generalmente la administración pública- de su lamentable estado, por lo que hemos querido plasmar en el libro esta denuncia sobre nuestro patrimonio cultural, normalmente el industrial», explica Quiles.

Una de las localizaciones que destaca Quiles es la bodega Vinival de Alboraia, «por su grandiosidad y su preservación. «Es uno de los lugares que más me ha impresionado porque está casi intacto. Es algo poco común, porque estos sitios abandonados suelen ser desvalijados».

Otra de las localizaciones valencianas que más impresionó a este periodista fue el polvorín militar de Riba-roja, que cuenta con vestigios de la Guerra Civil. En concreto, la montaña de los Carasoles cuenta con trincheras y emplazamientos donde los soldados solían guardar el arsenal, y además, cuenta con un puesto de vigilancia aérea, aunque muy posterior a la etapa bélica.

Sin embargo, ninguna de esas dos localizaciones supera a Belchite, el municipio zaragozano en ruinas que fue escenario de la Guerra Civil. «La localidad fue testigo del horror de la contienda, aunque su estado actual no corresponde a la batalla, sino al saqueo que vivió y a la falta de mantenimiento. Sin embargo, en los últimos años se han llevado políticas dirigidas a mantener el patrimonio histórico. Ahora, se realizan visitas guiadas a Belchite que acaban beneficiando económicamente la restauración y el mantenimiento del pueblo. Este es un caso muy diferente al que vemos en el Port de Sagunt, por ejemplo. A pesar de que la ciudad cuenta con un importante patrimonio industrial, hasta ahora no se ha hecho nada por avanzar y poner en valor todo lo que hay. Es el abandono por el abandono», lamenta Quiles.

Antes de retratar un lugar, tanto Quiles como sus dos compañeros invierten semanas en investigar sobre la historia del emplazamiento. Cuando lo visitan, inspeccionan cada rincón para conocerlo. Una vez localizadas las zonas más «atractivas», Quiles fija su cámara en un punto y las ilumina con linternas. La exposición de larga duración -mayormente nocturna- da como resultado una fotografía casi fantasmagórica, que hace acentúa las cicatrices del pasado. «Uno de los alicientes del urbex es imaginar el lugar tal y como era, así como evocar cómo era la vida de los que allí habitaban», explica Quiles. A través de esas resonancias, los tres autores buscan sensibilizar a los lectores sobre la necesidad de cuidar el patrimonio histórico, ya que el tiempo juega en su contra.

Pueblos bombardeados durante la Guerra Civil española que no fueron reconstruidos tras la batalla; una estación internacional llena de espías dobles para los nazis y los aliados, que esconde bajo su subsuelo un laboratorio; un viejo polvorín militar excavado en las entrada de una montaña... Estos son los protagonistas de «España abandonada».

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