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MÚSICA CRÍTICA

¿Mojito o daiquiri?

¿MOJITO O DAIQUIRI?

Audaz propuesta la del Quinteto Rivero-Maceo en la SFV, cuyos socios suelen ser reacios a cambiar su hoja de ruta. Pero acceder a otros géneros y estilos también forma parte de la labor didáctica de la entidad. El jazz, el flamenco, la zarzuela, la guitarra, el arpa o los instrumentos no occidentales deberían tener su espacio en este mundo global junto a la polifonía barroca, el bel canto o el dodecafonismo.

Mas Rivero y Maceo, músicos cubanos, no echaron mano únicamente de la música de la isla. Posiblemente pensaron que un monográfico musical de aquel país resultaría menos ameno que implicar a otros autores. De ahí que después de una conocida contradanza de Manuel Saumell, un bolero de Oswaldo Farrés y el manisero de Moises Simons, incorporaran piezas del gran Piazzolla, del popular Jobim o incluso de Albéniz y Tárrega. Quizá alguna de las joyas de Ignacio Cervantes (que Ivette Fernández tocó hace varios lustros en la propia SFV), hubiera redondeado el abanico habanero.

Brillaron en el Quinteto la sonoridad exquisita del cello de Susana Rico, el contrabajo preciso y prolijo de Mario Carrillo y el tono preciosista del oboe valenciano Juan Ramon Domingo (Siete Aguas, 1973). Maceo y Rivero son músicos de raza académica, impecables al piano y violín (tanto monta) y de ahí que sus arreglos resulten serios y atrevidos pero nunca imprudentes, como se pudo escuchar en la deconstrucción formal y melódica de El Albaicin y Recuerdos de la Alhambra. El público, desconcertado, fue entrando en calor y hasta me pareció que algunos santos de las paredes descendían para unirse a la parranda, dudando entre el mojito o el daiquiri. Me pedí un buen Cuba Libre.

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