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El idioma del pop que va de Samantha a Bustamante

Los Premis Carles Santos entregados el miércoles nos muestran cómo la música valenciana ha superado definitivamente las fronteras lingüísticas

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Edición 2020 de la gala de los Premios Carles Santos

Cerca de 40.000 personas vieron el miércoles por la noche la gala de los Premis Carles Santos de la Generalitat a través de À Punt. No son muchos espectadores pero tampoco deberíamos preocuparnos demasiado. Una gala no es el espectáculo audiovisual más apasionante del mundo.

Quizá lo más relevante de la retransmisión del miércoles desde el Teatro Principal de Alicante es que hubo un momento en el que miles de adolescentes, jóvenes y maduros de Ecuador, Perú, Bolivia, Colombia o incluso de Madrid se reunieron ante las pantallas de sus móviles y ordenadores y escucharon a una chica de Beniarrés cantar eso de «A tu t'han dibuixat i jo trenque la ploma. A mi m'han fet ple d'odi, a tu t'han fet de goma. Va com va». «No me ha hecho falta entender ni una palabra para ponerme a llorar, qué fuerte lo tuyo», le confesaba por Twitter un fan a Samantha casi al mismo tiempo que la red social anunciaba que la artista era en ese momento «tendencia» en Argentina.

Pese a cosas como ésta, no es necesario hacer de Samantha un símbolo de lucha ni reivindicación lingüística. Será una cantante excelsa y carismática, un artista con el suficiente desparpajo para sobrevolar con pericia los sonidos urbanos y, sin cambiar de aspecto, meterse hasta el tuétano en un tema de Ovidi Montllor. Pero que los miles de seguidores españoles y latinoamericanos que Samantha congrega en Tik tok, Instagram o Twitter hayan intuido gracias a ella que un idioma que no es el suyo (ni el inglés) es capaz de provocarles la misma emoción que a una chica nacida en un pueblecito valenciano es algo que sí deberíamos celebrar.

Precisamente, una de las cosas que nos han mostrado este año los Carles Santos es que el debate idiomático parece muy superado en el panorama musical valenciano. Empezando por Samantha y acabando por Julio Bustamante, un premio de honor que desde Cambrers a La misión del copiloto ha ido usando valenciano o castellano según le ha venido dando la gana. Por cierto, y tal como apreció el compañero Rafa Rodríguez, de la revista Verlanga, qué pena que nadie del público se levantase a aplaudir cuando Bustamante recibió el galardón y que lástima que la entrega no la hiciera su buen amigo Juan de Pablos.

No vamos a valorar aquí méritos musicales de los premiados porque seguramente fueron tan válidos como los de los no premiados. Insistamos, pues, en la saludable radiografía lingüística que nos ofrecen estos premios. El mejor disco del año se lo llevó ‘Donde nace el infarto’ de Ciudad Jara, una banda de Gandia que hace canciones en castellano, que es también el idioma del premio a la mejor canción, «Tornado» de Badlands, un grupo que suele cantar en inglés, que es la lengua que también usa Johnny B. Zero, el grupo que se llevó el galardón a mejor disco de rock. Se ve que el rock no es pop y por eso Smoking Souls se llevó el premio a mejor álbum de esto último por ‘Translúcid’, cantado en valenciano, que es el idioma de Andreu Valor -premio al mejor disco de canción de autor por ‘Insurrecte’ y a la mejor gira-, Jonatan Penalba (mejor disco de mestizaje por ‘Reversions’) y, casi siempre, de Cactus, mejor disco de música urbana por ‘Roma’.

El año 2020 acaba y no está siendo ni mucho menos fácil para la industria musical valenciana. De hecho, la mayoría de los trabajos premiados el miércoles en Alicante son anteriores a la pandemia. Será interesante ver los Carles Santos de 2021 para comprobar el panorama musical que nos ha dejado la pandemia.

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