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MÚSICA CRÍTICA

VALIÓ LA PENA ESPERAR

Joyce DiDonato, el pasado fin de semana en Les Arts. m.lorenzo

Después de casi 8 años, el publico valenciano la recibió con una impresionante ovación de casi 3 minutos. Joyce DiDonato debutó en València en el Palau de la Música en 2013 con el repertorio de Drama Queens. Mucho ha recorrido desde entonces. Su voz ha tomado otros tintes y su canto se ha refinado -si es posible- aún mas.

Norteamericana de Kansas (no de Arkansas, como se anunciaba en la web de Les Arts) lleva lustros dedicada al repertorio belcantista con los grandes títulos de Rossini, Bellini, Donizzeti, pero también ha hecho suyos roles exigentes de Haendel, Mozart Berlioz, Massenet o Jake Heggie. Y así, su dedicación al repertorio renacentista y barroco han confirmado su versatilidad en épocas y técnicas porque, finalmente la especialización en un estilo determinado, indefectiblemente implicaría una limitación y ese no en el caso de esta artista inquieta que hace unos años no dudó en grabar, incluso, un CD completo de canciones españolas.

Debutó en el Real en 2001 y en 2005 en el Liceu pero nunca fue invitada a les Arts (¡). Este año de pandemia solo ha cantado en dos ocasiones en España: Santander y El Escorial y el pasado domingo en València. No es posible un «Addio Roma», de ‘La coronación de Poppea’, con mas alto voltaje, musitado con tal convencimiento que electrizó a la audiencia hasta descargar los primeros bravos.

Con refinamiento y autoridad, el joven maestro Francesco Corti dirigió a los 18 solistas de bravura de Il Pomo D’Oro -su grupo de cabecera-, mas con la sutil tiorba de Gianluca Geremia, fluyó el phatos del ‘Come again, sweet love’, de Dowland y con el madrigal ‘Si dolce il tormento’, de Monteverdi, la cantante confirmó que voz y criterio se mantienen en su zenit y que cuando la emoción existe de verdad, no hay nada que la detenga.

Desde Hasse hasta Samuel Barber, pasando por Händel, Massenet, Glière o Malipiero, el drama de Cleopatra ha inspirado a compositores durante mas de 3 siglos. En los pentagramas de Hasse y Händel, la coloratura de la DiDonato encontró el mejor vehículo con tanto arte como artesanía en un portento de refinamiento vocal, que elevó la temperatura con aplausos y bravos, que ella agradeció con un impecable y hasta enrabiado ‘Crude furie’, de Serse y una conmovedora ‘Stille Nacht’, que termino de agotar las lagrimas, si es que aún quedaban algunas. ¿Para cuando su vuelta?

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