La «canción a las ruinas de Itálica» es el lamento con el que los amantes de las antigüedades asistían a la desaparición de los monumentos romanos, víctimas de la ignorancia de quienes no veían en ellos más que una cómoda cantera. Impotentes para detener aquella ruina, trataron de salvar lo que pudieron, conscientes de que en «la memoria de las piedras» están las respuestas a la antigüedad de sus ciudades, el origen de sus instituciones y los avatares de sus gentes.

El palacio Valeriola de la calle del Mar, símbolo de siglos de memoria de València, renace como Centro de Arte Hortensia Herrero, tal como se comprobó ayer en su primera apertura de puertas para compartir su rehabilitación. En ese edificio de principios del siglo XVII está el vestigio del circo romano, con varios tramos visibles de pared de 5 metros de ancho del graderío occidental, que fue la construcción más importante de la ciudad en el siglo II, con una superficie superior a tres campos de fútbol. Restos de la posterior arquitectura musulmán, de la judería medieval o del esplendor que supuso la Ruta de la Seda del XVIII.

En ese crisol de memoria se gesta para el disfrute ciudadano uno de los centros de arte más ambiciosos. La directora gerente del futuro museo, Alejandra Silvestre, y José Martí del estudio ERRE Arquitectura, aseguran que será realidad en el 2023 y que acogerá en sus 3.500 metros cuadrados la colección privada de arte de la mecenas Hortensia Herrero y exposiciones temporales de artistas de primer nivel.

Las obras de rehabilitación arrancaron en el año 2018 -tras la adquisición del edificio en 2016-, y una vez terminadas las cimentaciones, ahora los trabajos se centran en la nueva estructura y en el refuerzo de los elementos existentes, tanto en el edificio de San Cristóbal como en el volumen del palacio, que fue vivienda, rotativa, antigua discoteca y proyecto de hotel.

La rehabilitación plantea una continuidad natural entre lo viejo y lo nuevo, un paseo «más en la historia del edificio», explica Martí, donde los visitantes podrán disfrutar del arte contemporáneo, descubrir parte del circo romano, ver las vigas originales de madera o el revoltón cerámico de la sala noble. También una pequeña capilla hallada en la primera planta, un espacio «de especial interés patrimonial y para la propiedad». Un lugar que se liberará de los actuales muros laterales y que está llamado a ser uno de los sitios más singulares del Centro de Arte Hortensia Herrero.

«La arquitectura que proponemos es construir lo que existía con un lenguaje vanguardista que no compita con lo original, que es la protagonista», argumenta Martí.

Reforma neutra

El proyecto se estructura en tres espacios, el edificio principal del propio palacio con su sala noble y su andana; un gran patio con la escalera que se cubrirá con un elemento acristalado; y un jardín exterior que mediante una pasarela comunicará el edificio antiguo con el de nueva planta que conservará la actual fachada de la calle San Cristóbal.

Todo ello con elementos de pavimento de adoquines recuperados y jardinería de las especies dibujadas en la cerámica original. «La intención es que durante el recorrido, el visitante no se deje ninguna sala», con unas 40 previstas sobre el papel en cuatro niveles expositivos. También se podrá visitar el horno bajomedieval encontrado en una de las estancias del palacio, todo un hallazgo en el centro de València.

El original Palacio Valeriola tenía dos plantas, el Centro de Arte será de cuatro. «Un edificio que vuelve a vivir, porque estaba en estado de ruina», remarca Martí. Un proyecto que aún le quedan dos años de trabajos y que pretende «estar integrado en el barrio».

Se abrirá en 2023, depende de las obras que sea al principio de ese año o al final. Por eso aún no hay datos sobre la inversión prevista, ni tampoco las exposiciones previstas.