«Matar cansa» comparte un punto de vista diferente sobre la moral, sin buenos ni malos, que aporta más dudas que sentencias. ¿Te has cuestionado muchas cosas sobre ti mismo con este proyecto, has buceado en tu perfil más, digamos, oscuro o complicado?

Sí, yo creo que sí, me he reconciliado con la parte oscura de mí mismo. Para defender el personaje he tenido que entender puntos de vista que, aunque son terribles, también existen y forman parte de todos. Al final, cada uno sabe si los utiliza para bien o para mal y esto tiene su parte de magia.

Además de ser el protagonista absoluto, también produces la obra. ¿Hay mucha diferencia entre el Jaime actor y el productor?

Sí, hay una diferencia enorme. La coproduzco con Buxman Producciones y si no llega a ser por ellos esto no habría llegado a buen puerto. Me he formado como actor, ideas de producción tengo pocas. Por desgracia, ahora es necesario porque si no te buscas tú las castañas no sale nada adelante. Producir es muy complicado, ojalá fuese más sencillo, el tiempo que se invierte es mucho, por lo que pierdes horas de ensayo y de estar centrado en lo que tienes que estar.

¿Te gustaría que un seguidor de «La casa de papel» o «Élite» se acercase a ver «Matar cansa» y viceversa, o son productos culturales demasiado diferentes?

Son productos culturales que a nivel educacional nos han enseñado a diferenciarlos, en mi opinión, demasiado. Aún así, uno de mis cometidos era seguir defendiendo una de mis facetas esenciales, el teatro. Soy actor y me he formado para serlo, mejor o peor, pero es lo que soy. Ambas facetas son posibles y compatibles, porque los actores somos capaces de hacer muchas cosas.

Escribes poesía, haces música… Da la impresión de que te rebelas contra la imagen que se pueda tener de ti. ¿Es fácil ser encasillado como un producto perfectamente clasificable y vendible?

Es muy difícil de llevar, sobre todo cuando uno se quiere seguir sintiendo libre de querer hacer lo que quiera. A veces pienso: «Joder, Jaime, le tiras a todo, de verdad». Pero no me considero nada, sólo un intérprete en todos los sentidos y al final utilizo las diferentes formas de arte para explicar cosas de mí. A través de la música he encontrado un sitio donde contar cosas diferentes, entonces, lo aprovecho. Hay mucha gente a la queesto le parece inconcebible porque «eres por lo que te conocen» y no, todos somos quienes queramos ser... En este sentido soy un poco irreverente.

¿Qué balance haces de la experiencia de la serie «El Cid»?La serie ha recibido muchas criticas, se ha politizado todo bastante, se ha hecho mucho hincapié en errores históricos...

Creo que para gustos los colores y que todo el mundo tiene derecho a opinar lo que quiera, pero sí que es verdad que deberíamos saber diferenciar entre una serie de ficción y una serie documental. Nunca se ha vendido El Cid como una de seroe de tipo documental, tomarla así es un error. Pero no pasa nada: es positivo que la gente hable, debata y opine; mientras haya respeto, todo bien.

Te pillamos en pleno rodaje. ¿De qué se trata?

Estoy con la quinta temporada de «La casa de papel», pero también con los ensayos y la gira de «Matar cansa». Y ya estoy deseando retomar el rodaje de «El Cid».

¿Qué consecuencias ha tenido para ti la pandemia?

Todavía estoy asimilando la situación e intentando ver qué me ha pasado. A nivel emocional me han pasado muchas cosas por dentro. Sinceramente, cuando todo empezó tenía un poco de esperanzas porque vi como nos pusimos todos en comunión, pero me duró poco por el nivel de egoísmo y de individualismo que he visto.

Otra consecuencia de la pandemia ha sido el cierre de la sala del Teatro Kamikaze. ¿Cómo te has tomado la decisión y qué crees que supone?

Cuando me enteré pasé un día de mierda porque para la gente que hemos vivido el inicio de este teatro y sabemos lo que ha supuesto para la cultura en Madrid somos conscientes de que se está perdiendo un tesoro enorme. Se necesita un teatro así, un teatro privado que apueste por un teatro diferente al comercial, que está muy bien, pero que no ofrece lo que ofrece el Kamikaze. No cierra solo el teatro, sino también las compañías y las funciones que solo tenían cabida en el Teatro Kamikaze.