En pleno Año Berlanga, cuando se cumplen 100 años del nacimiento del director valenciano, otro grande de la escena y la pantalla, valenciano también, habría cumplido un siglo de vida: Antonio Ferrandis. De hecho, el cineasta dirigió al entrañable Chanquete de «Verano azul» en películas referentes del cine español como El verdugo (1963) o La escopeta nacional (1977).

Nacido en Paterna el 28 de febrero de 1921, se alejó de su pueblo para hacer carrera, aunque regresó para terminar sus días el 16 de octubre del año 2000. De familia modesta (su padre era un albañil que construyó la casa y su madre era tendera) tuvo una niñez sin lujos. Pese a todo fue a la escuela y llevaba con orgullo el nombre de Paterna y eso le valió los reconocimientos de su localidad natal, incluido el nombre del teatro que Paterna le dedicó. También fue hijo adoptivo de València. Y aunque estudió bachillerato y se tituló en Magisterio, por sus venas corría el veneno del teatro. En Burgos, tras su marcha a Madrid, dio su primer salto a las tablas, en julio de 1950, y ya no paró hasta completar una treintena de obras de teatro que le dieron el reconocimiento, aunque la mayor fama le vino por el cine y la televisión. Más de 50 películas y series de televisión forman parte de su filmografía: Sor Citröen, Cómo está el servicio, Vente a Alemania, Pepe o Mi querida señorita. Recogió hasta un Oscar por Volver a empezar (1982), de José Luis Garci, primera cinta española en lograr la estatuilla de la academia de cine de EE UU. Y, cómo no, Chanquete, del «Verano azul» de Antonio Mercero. Era el entrañable pescador, cuya muerte conmocionó a toda España.

Su reconocimiento profesional y su «carácter paternal» le valieron grandes amigos de la escena nacional, recuerda el que fue su hombre de confianza durante sus últimos años, Juan Valverde. «Muchos de los actores que solían venir al teatro a València siempre venían a verlo: Concha Velasco, José Luis López Vázquez, Tony Leblanc, Alfredo Landa... Eran sobre todo compañeros de generación, aunque también lo visitaban actores más jóvenes como Imanol Arias», recuerda Valverde. «Él les llevaba a comer una paella a la Malva-rosa».

De su carácter afable, Valverde asegura que recibía con una sonrisa a todo aquel que se le acercaba, incluso recuerda anécdotas en misa en la que una señora se le acercó para pedirle un autógrafo. «Aunque no era muy religioso, sí le gustaba ir a la iglesia a dar gracias», dice su asistente y chófer.

Juntos hicieron muchos viajes. Uno especial fue el que realizaron al Festival de Peñíscola con José Luis López Vázquez y Alfredo Landa y que casi acaba en multa por exceso de velocidad. Sin embargo, la Guardia Civil «al ver quiénes bajaban del coche optaron por olvidarse de la multa y hacerse fotos», recuerda entre risas Valverde.

En la intimidad, Valverde asegura que Ferrandis era un hombre de carácter tranquilo y que «cuando su salud se lo permitía, tenía un gran sentido del humor. Le gustaba gastar bromas haciéndose pasar por otra persona». Incluso, a veces, para escapar de la fama que le vino sobre todo con «Verano azul».

Valverde recuerda que entre sus aficiones le gustaba leer novelas y «ver algún programa de televisión», pero sobre todo pasear.

El también escolta, quien asegura que para el actor él era «el hijo que nunca tuvo», Ferrandis «se entregaba al cien por cien a las personas. Tenía un carácter paternal y era una maravillosa persona», concluye emocionado.