Ana Diéguez-Rodríguez, historiadora y directora del Instituto Moll. Centro de Investigación de Pintura Flamenca lo tiene claro: «La relación de los museos públicos con los coleccionistas debe ser siempre fluida en beneficio de las dos partes. Los museos públicos tienen la responsabilidad de saber qué patrimonio está en su territorio y saber cuidarlo».

Recuerda que cuando surgen los museos en el siglo XIX estos se nutrieron de las colecciones privadas. «El coleccionista privado hoy en día es muy importante porque ayuda a preservar un patrimonio que de otro modo no podría ser conservado por el Estado. Por ello, el patrimonio que haya, aunque sea en manos privadas, es un activo que en un determinado momento puede usarse. Por ello, tiene que haber siempre un buen entendimiento, dice la experta.

En este sentido, Diéguez-Rodríguez no entiende que la Ley de Mecenazgo lleve tanto tiempo para en el Congreso. «Da igual el Gobierno que sea», lamenta. «Es un problema importante y parece que nadie tiene las agallas de enfrentarse a él». Como historiadora asegura que «hay que buscar lo que beneficie a todos. Aunque unas obras estén en manos privadas eso no quiere decir que no sean buenas para el Estado o las comunidades. Es una forma de hacer que llegue más obra». No obstante, reconoce que hay coleccionistas «que no tienen ese interés benefactor». Insiste en que la relación ha de ser ha de ser «fluida y ninguna de las dos partes debe tener miedo. Hay muchos coleccionistas que no quieren que se sepa cuál es su patrimonio».