El escritor valenciano Rafa Lahuerta evoca en "Noruega" (Drassana, 2020) el costumbrismo de las calles de València durante las décadas de los 80 y los 90 con dosis de ironía y de ternura, en un trayecto en el que Albert Sanchis, su protagonista, encuentra a través de la escritura "fundamentalmente un viaje a la soledad".

    En una entrevista con Efe, Lahuerta (València, 1971), que resta peso a una obra "que no recomendaría", describe una ciudad "arrogante pero devastada" y sostiene que la novela "es la carta de amor del narrador a su ciudad".

    Albert Sanchis, el narrador y protagonista de la novela, cuenta su vida alrededor del Mercado Central de València, a la que subraya sus peculiaridades "hasta convertir a la ciudad en un personaje más", en una obra que retrata la València de los últimos 40 años.

    "Noruega", que ha agotado su primera edición en apenas dos meses y que según la editorial ha vendido ya unos 2.000 ejemplares, está escrita en valenciano y pese a que aseguran que "no está decidido", en Drassana ya se plantean la posibilidad de traducirla al castellano.

  

  UNA CIUDAD INACABADA

    El también autor de "La balada del bar Torino" afirma que València está "inacabada" y que eso es una "evidencia", ya que, argumenta, la ciudad está "llena de solares y de barrios que no sabes dónde empiezan y dónde acaban".

    "València tiene muchas lagunas y es muy caótica, pero a mí esa peculiaridad me resulta muy atractiva. De repente una senda rural adquiere una dimensión inimaginable y eso le da mucha fuerza al paisaje, pese a que predomine el prejuicio estético del desorden", sostiene Lahuerta.

    Así, explica que "puede que la ciudad no sea canónicamente bella al estilo de otras ciudades monumentales de referencia, pero eso no implica que no tenga un carácter poderoso y novelable" y añade que "València es València" y que "es ahí donde reside su fuerza".

    "Seguramente en el empeño de no ver esa València real, la ciudad ha ido perdiendo parte de su personalidad", destaca Lahuerta, que comenta: "Al final se ha impuesto una idea de ciudad muy ligada al catálogo de ciudades intercambiables donde el ciudadano común se convierte en figurante para que el turista haga su foto. Con "Noruega" he intentado ir más allá de eso".

    Por otro lado sostiene: "Siempre estoy deseando leer interpretaciones sobre la ciudad", porque le interesa "cómo la gente hace suya València". "Seguramente -añade- sea por eso por lo que he acabado escribiendo este libro".

    Preguntado sobre hasta qué punto es bueno mitificar una ciudad perdida, el autor piensa que el narrador "lo que cuenta es su vida y no está mitificando nada, ahora bien, intenta hacerlo de la mejor manera posible porque es su última posibilidad e intenta extraerle hasta la última gota narrativa".

    Asimismo, afirma que no es muy partidario de mitificar el pasado, "aunque sí de saber de dónde vengo, sobre todo de dónde viene uno mismo, porque los pasados colectivos me interesan relativamente poco, pero siempre he estado muy pendiente de los lugares donde vivieron mis padres, mis abuelos o en qué lugares fueron felices. Creo que estoy obligado a no olvidar eso".

    EL PESO LOCAL DE BLASCO IBÁÑEZ

    La figura de Vicente Blasco Ibáñez aparece de manera indiscutible en una narración que se puede comparar con "Arroz y tartana", una novela que acontece en el mismo lugar donde años más tarde Albert Sanchis y su familia de comerciantes se ganaría la vida: "El entorno representa lo que era la València de aquella época: un mercado y sus calles de alrededor", asevera.

    Sobre su figura en la ciudad, indica que el blasquismo "cruza el siglo XX en València y lo hace primero como movimiento de masas y luego como una agitación o una leyenda que siempre está presente: El franquismo lo anula por ser republicano y anticlerical y el nacionalismo universitario por escribir en castellano, pero da igual, ya que Blasco es tan potente que se acaba imponiendo".

    "Es un tótem y la prueba es que está en todas las casas de València; otra cosa es que la gente lo haya leído, pero que está es indiscutible, sigue teniendo una corriente magnética muy poderosa en el imaginario colectivo de la valencianidad", remarca.

    NORUEGA DESDE VALÈNCIA

    Hay en "Noruega" un hilo que tampoco pasa desapercibido, como son las ausencias femeninas que conforman la voz del narrador: "todas las mujeres de la novela le van enseñando algo al propio Albert que él, para su desgracia, no acaba de entender del todo porque está ensimismado en su propio narcisismo y en su patología de querer trascender, algo para lo que seguramente no está capacitado".

    Preguntado si esta novela es una alabanza a los oficios, indica que no, que es una oda "sobre todo" a sus padres, "gente muy trabajadora y honesta", asegura Lahuerta, quien se confiesa: "Siempre he tenido la sensación de que no he estado a su altura, y de alguna manera publicar esta novela es una manera de paliar esa sensación de malestar que durante bastante tiempo me ha acompañado precisamente por eso".

    Lahuerta afirma que le halaga saber de gente que, tras acabar la lectura de "Noruega", ha recorrido las calles de esa ciudad que apenas resiste en el plano. "Eso demuestra que les ha llegado la historia, que la han hecho suya".

    A su juicio, "no hay mejor premio para una novela urbana que ese", ya que "eso implica que hay lectores que han decidido volver a ver su ciudad con ojos nuevos y de eso siempre se sale mejorado en lo más íntimo" y "es como una semilla de futuras historias que me encantaría conocer y leer".