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Marta Robles: "El problema de las pasiones carnales de los poderosos es que influyen en lo público"

"Sabemos que Fernando VII tenía el pene como una coliflor porque su primera esposa se lo dijo en una carta a su madre"

«El problema de las pasiones carnales de los poderosos es que influyen en lo público»

Marta Robles aparca al inspector Robles para hablar de los líos de faldas de la monarquía en ‘Pasiones carnales’, (Espasa) su última obra.

Abandona al inspector Roures para adentrarse en la trastienda sexual de la monarquía. ¿Por qué?

Tenía que hacer una pausa y resetearme porque las tres historias de Roures han sido muy potentes y me han dejado marcas en el corazón. Roures aún tiene mucho que contar y yo lo necesito para caminar. Me siento un poco huérfana sin él, pero convenía hacer un poco de reset para volver a abordarlo. Sé que tengo una deuda pendiente con mis lectores y haré una nueva entrega que ya tengo en la cabeza, pero no sé cuando me voy a poner a escribir.

¿Y usted se resetea rescatando los líos de faldas de la monarquía?

La idea fue de Ana Rosa Semprún, la directora de Espasa, que fue quien me lo propuso y me pareció curioso. No se trata tanto de los líos de faldas sino de analizar la promiscuidad de los reyes, o poderosos en general, y saber cómo influyen las pasiones carnales en la historia de España. ¡Es tan determinante y tan decisivo! La intrahistoria es importante para saber porqué suceden las cosas. Me parecía fascinante y un puro reto indagarlo.

¿Por el morbo?

Pensé que podía hacer una radiografía de la historia de España a través de esas pasiones carnales que son las que mueven a los seres humanos y que acaban influyendo en el desarrollo de los acontecimientos. Decidí empezar en el s.VIII porque es cuando empezaba a haber España y acaba en Alfonso XIII porque entiendo que, para entender la propia historia y a los personajes, hay que tener cierta perspectiva porque solo desde la distancia se puede analizar y poner las cosas en la balanza.

Cortar en Alfonso XIII le evita hablar de Juan Carlos I.

Me paro ahí por la perspectiva.

¿No piensa que el libro es todo un atrevimiento?

Sin duda, sí. Pretendía acercar a la historia a gente a la que le produce un cierto rechazo y que piensa que es algo aburrida. Creo que la fórmula de episodios cortos pero llenos de sustancia es atractivo para el lector. Este es un libro que te hace aprender muchísimo de la historia y sobre todo, entretiene.

Parece que los Borbones son unos adictos al sexo y las reinas unas sumisas y abnegadas.

No se puede mirar el pasado con los ojos del presente porque nos equivocaríamos. Cuando se dice que las reinas son sumisas hay que saber que la historia está escrita a partir de la desigualdad entre hombres y mujeres y eso significa que las mujeres tenían solo unas posibilidades y no les quedaba más remedio que aceptar determinadas circunstancias. Aun así, ellas siempre encontraban el resquicio para tener su parcela de influencia y ser definitivas en la historia. Y de los Borbones no se puede generalizar porque Carlos III fue fiel a su esposa y cuando esta murió no volvió a tener relaciones carnales. Los Borbones venían de Francia y la corte francesa era mucho más alegre y eso se trasladó a la corte española.

Parece que en la historia de España ha habido muchas Corinas.

En toda la historia ha habido concubinas y amantes de los reyes que han tenido influencia decisiva. En España, por ejemplo, tenemos la figura de Leonor de Guzmán que fue concubina de Alfonso XI durante 23 años, años en los que tuvo atribuciones de reina, tuvo 10 hijos con el rey y los fue colocando donde ella consideraba. Pero pese a que algunos decían que era ambiciosa y estratega, se le reconoce su buena influencia sobre el rey. En ese tiempo, la reina de verdad, María de Portugal, se reconcomía junto a su hijo que fue el heredero Pedro I El Cruel y, cuando Alfonso XI murió, María de Portugal y Pedro I mataron a la concubina, pero uno de sus hijos, Enrique de Trastamara mató a su hermanastro y ocupó su lugar en el trono. Con él cambió la dinastía de la Casa de Borgoña a la Casa de Trastamara y eso es decisivo porque los Reyes Católicos pertenecen a esa dinastía. Al final, hay mucha sangre roja en la sangre azul y hasta los propios Reyes Católicos descienden de una concubina.

Después de leer el libro no sé de que nos sorprendemos con las aventuras de Juan Carlos I.

Son personas y se dejan llevar por sus pasiones carnales. Lo que sucede es que las pasiones carnales de los poderosos influyen en lo público. Los poderosos creen que ellos pueden permitirse hacer lo que quieran mientras se lo niegan al pueblo. La erótica del poder sigue sorprendiéndonos.

¿Deberían abstenerse los monárquicos de leer el libro?

En absoluto, lo deben leer para descubrir que muchos de los reyes que pensaban que eran estupendos no lo son tantos y los que creían que eran malísimos no lo eran tanto... Con el libro van a descubrir que los reyes son humanos y no divinos.

Permítame una curiosidad, ¿cómo ha sabido que Fernando VII tenía el pene como una coliflor?

Porque su primera esposa se lo dijo en una carta a su madre y luego, Prosper Mérimée se lo contó a Stendhal. Fernando VII era feo por dentro y por fuera. Es un personaje que me resulta muy antipático.

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