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MÚSICA CRÍTICA

Sin sexo

Exterior del Teatro El Musical.

Volvió la Orquesta de València al Cabanyal, y de nuevo para conmemorar el Día Internacional de la Mujer. En esta ocasión, el Teatre El Musical ha escuchado un programa finamente hilvanado, iniciado con la Sinfonía en Do mayor que la vienesa Marianne von Martínez compone bajo la influencia poderosa de su maestro Joseph Haydn, y cerrado con las cinco Rimas infantiles que la madrileña María Rodrigo compone en 1930 a partir de populares canciones de corro. En medio, el recuerdo y homenaje a la recientemente fallecida Claudia Montero, cuya armónica, melódica y melodiosa creación llegó representada por sus evocadores Rincones de Buenos Aires, y las músicas universales y también sin sexo de Debussy y Ravel.

Defensora de tan interesante y variado programa ha sido la directora jiennense Lucía Marín, que debutaba al frente de la Orquesta de València y concertó con ilusión y vehemencia este programa cargado de novedad y claridades. Como solista, la saxofonista de Silla Xelo Giner, virtuosa de fuste y genuina expresividad, reveló las sutilidades, colores y esencias de la Rapsodia para saxofón de Debussy y la Pieza en forma de habanera, en arreglo para saxo, arpa y cuerdas de Ismael García. Solista y maestra acercaron la vaporosa maravilla raveliana al ritmo sugerente del tango-habanera que tanto gustaba Albéniz.

Haydn llamaba a su alumna Marianne von Martínez (1744-1812) «la pequeña española». Sin embargo, nada de pequeña o menor tiene la música de tan interesante personaje vienés, nieta de un soldado de origen español instalado en Nápoles. Escritos en 1770, los tres movimientos de su muy clásica Sinfonía en Do mayor delatan una joven pero ya definida personalidad de claro talento instrumental. Cualidades que también distinguen la escritura de la argentino-valenciana Claudia Montero (1962-2021), cuyos tres rincones bonaerenses revivieron en los atriles de la OV en una versión que destilaba afecto, emoción y cercanía. El lento y cantable segundo «rincón» (Llueve en Buenos Aires) quedó agigantado por el canto efusivo del violonchelo de Mariano García.

La figura señera de María Rodrigo sintetiza y simboliza el injustificable silencio que tantas compositoras han sufrido durante siglos en una sociedad en la que tradicionalmente el papel de la mujer en la música estuvo relegado, y con peros, al mundo de la interpretación. La nómina de compositoras relevantes resulta interminable, desde Leonor de Aquitana, Francesca Caccini, Barbara Strozzi, Clara Wieck, Pauline Viardot, las hermanas Boulanger o, sin ir más lejos, la castellonense Matilde Salvador… a la contemporaneidad de Sofia Gubaidulina, Kaija Saariaho o la sevillana Elena Mendoza, por citar algunos nombres.

Roberto Turlo (oboe) y Francisco Barberá (trompeta) se lucieron en sus importantes solos. Ellos, y sus compañeros de atril de la Orquesta de València, se hicieron acreedores de la mano de Lucía Marín al vivo aplauso colectivo que disfrutaron al final de este concierto tan necesario como bienvenido. ¡Que pronto todos los días sean día de la mujer!

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