En solo cinco años, el artista franco-israelí Meir Eshel, conocido como Absalon, se labró una fama internacional que hoy llega al Institut Valencià d’Art Modern. Nació en 1964 y murió de sida a los solo 28 años en París. Sus obras más conocidas son las bautizadas como «Células», una suerte de casas en miniatura, hechas a su medida (1,90 metros), minimalistas, en blanco impoluto, «casi clínico», dicen los comisarios de la muestra que ya se puede visitar en el IVAM: «Absalon, Absalon». En ellas se satisfarían las necesidades vitales: dormir, comer y asearse. 

Absalon realizó hasta seis de estas células habitables, con apariencia de celda, con la intención de instalarlas en grandes urbes y en las que vivir él mismo durante su estancia en esas ciudades. A València llegan dos de ellas, las que debieron instalarse en París y Frankfurt. La muestra, que reúne cerca de 70 piezas entre dibujos, maquetas, planos, vídeos y esculturas, es una exposición colectiva con obras del propio Absalon y de siete artistas coetáneos más que, aunque a priori no tienen relación con el artista franco-israelí (salvo una de ellas que fue su pareja durante los últimos años), tienen un discurso cercano: Alain Buffard, Dora García, Robert Gober, Marie-Ange Guilleminot, Mona Hatoum, Laura Lamiel y Myriam Mihindou.

Según explicaron Guillaume Désanges y François Piron, comisarios de la exposición que produce el IVAM y el Musée d’Art Contemporain de Burdeos, estas construcciones entre «la escultura y la arquitectura» no tienen que ver con «un repliegue de la sociedad, sino con la religiosidad y la espiritualidad». «Él propone otro orden y leyes para construir una nueva forma de vida», explicaron ayer los comisarios durante la presentación de la muestra en el IVAM.

Soledad escogida

Ambos invitaron a los visitantes a adentrarse en las células de Absalon para que «el espectador experimente la posición que buscaba Absalon», que elegía con ellas un modo de «soledad escogida», frente a la impuesta de estos tiempos de pandemia y confinamientos. Precisamente, esta es una de las lecturas que se puede hacer de las obras de Absalon en la actualidad. «Sus obras, en principio intemporales, se pueden releer en momentos como el actual, aunque no fuera la intención del artista», que murió de otra pandemia. «Su obra sigue planteando cuestiones en el contexto actual y se le puede dar distintos significados», señalaron. «Pero no hagamos de Absalon un profeta», dijeron pese a su apodo de origen bíblico. Precisamente, explicaron que Meir Eshel adoptó el nombre de Absalon (hijo del Rey David) por su «arrogancia, impaciencia y destino».

Junto a las obras de Absalon, el IVAM reúne también piezas de otros artistas que sitúan al artista en una dialéctica entre cuerpo y arquitectura, como es el caso de Mona Hatoum, Robert Gober o el coreógrafo Alain Buffard. En el caso de Lamiel y Mihindou, su trabajo conecta con el concepto de ritual de la obra de Absalon y su empleo de la blancura. «Hay otros mundos, pero están en este», dijo Dora García, frase que reina en la Galería 7 del IVAM donde se encuentra la exposición «Absalon, Absalon». El artista, con sus células, vivía en este mundo, pero no parecían de él. De Guilleminot, que fue su pareja durante los últimos años, el IVAM expone un impoluto reloj blanco que solo marca la hora en la que detonó la bomba de Hiroshima y que solo se borra cuando las dos agujas se superponen: una suspensión momentánea del tiempo, que evoca la interrupción prematura de la vida de Absalon.

Durante la presentación de la exposición, Nuria Enguita, directora del IVAM -acompañada por su homóloga del Musée d’Art Contemporain de Burdeos, Sandra Patron- aseguró que recupera a un artista «poco conocido, pero importante en un momento como este, ya que él también vivió en un momento de máxima exposición de una pandemia, la del sida».

La exposición, con piezas de instituciones nacionales e internacionales, colecciones privadas y de algunos de los artistas viajará después al Musée d’Art Contemporain de Burdeos.