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MÚSICA CRÍTICA

Con gran expresión

Implacable y rotunda en Beethoven y prácticamente impecable en Schumann, Judith Jaúregui (San Sebastián, 1985), volvió a la SFV. Aquí debutó en 2015 y aunque estuvo programada hace dos temporadas, canceló por fuerza mayor.

Con un programa exigente y dedicado mayormente al periodo romántico, demostró con creces sus cualidades de intérprete ya cuajada a través de recitales, música de cámara y conciertos en España, Gran Bretaña, Japón o Venezuela.

Su última grabación junto por el director catalán Tomás Grau, estuvo dedicada a los Schumann, autores con los que tanto se identifica desde que en 2010 lo eligiera para su primer CD. No hay duda, pues, que se aproxima a esos pentagramas a conciencia y en los que se la escucha disfrutar creando tensiones e intensidades gracias a una técnica aplicada con mesura y sin aspavientos. Quizá fueron los ‘Intermezzi op. 118’, de Brahms donde pudo demostrar su capacidad de colorear las seis diferentes tonalidades de cada movimiento, lo cual exige tanta imaginación como concentración.

Interesante escuchar las ‘Variaciones Op.20’, de Clara Wieck, (adelantada del feminismo musical del XIX) sobre un tema de su marido, en contrapunto con la ‘Arabeske, Op. 18’ de éste, «actores» junto a Brahms, de un complejo trio amoroso que ya en 1947 dio tema para la película ‘Song of love’, protagonizada por Katharine Hepburn. Cerró el recital, la ‘Sonata Op. 7 en mi bemol mayor’, de Beethoven, en la cual Jaúregui encontró las mejores sonoridades del clasicismo de finales del XVIII. Jugó con los diferentes ritmos y cantó con gran espressione el Largo del segundo tiempo.

Es una pianista que mima contrastes y acaricia melodías, como escuchamos en su vaporosa versión de Pagodes, donde la utilización de la escala pentatónica nos transporta a los gamelanes de Bali. Pintora de sonidos.

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