¿Qué pasa por la cabeza de una madre cuando descubre que su hijo es un asesino? La respuesta está en 'Territorio Negro', el libro que el redactor de EL PERIÓDICO Luis Rendueles acaba de publicar, junto al jefe de investigación de La Sexta Manuel Marlasca. Ambos comparten sección de Sucesos desde hace trece años en el programa de Julia Otero, en Onda Cero. Trece de los casos que han pasado por ese espacio arrojan luz sobre la historia criminal más reciente y cómo las nuevas tecnologías han cambiado la forma de actuar de los asesinos, pero también de los investigadores.

Ambos coinciden en que los asesinos del siglo XXI matan por las razones de "los siglos anteriores": dinero, sexo, poder, venganza… aunque cada vez hay más criminales que lo hacen por "pragmatismo", movidos porque "la víctima les estorba". Lo que sí han cambiado son las herramientas y los métodos que utilizan. La venezolana Candy Arrieta utilizó la red de contactos Badoo, donde se hacía llamar "Dulce Ángel"para atraer a hombres "maduritos" hasta un pueblo de Zaragoza. Una vez allí, los asaltaba y robaba con ayuda de su pareja. A uno de ellos, un empresario vasco, lo mataron. El presunto inductor del crimen del concejal de Llanes Javier Ardines dejó su teléfono móvil grabando en un restaurante para confirmar que su mujer le estaba siendo infiel, antes de encargar a unos sicarios que acabaran con la vida del edil asturiano.

Pese a que cada vez hay más asesinos con "conciencia forense", que aprenden a burlar los métodos policiales devorando C.S.I y otras series de televisión, los avances tecnológicos "son de mayor utilidad a los buenos que a los malos". 'Territorio Negro' relata cómo la Guardia Civil cazó a la asesina del niño Gabriel Cruz en Almería trasladando el cadáver del hijo de su pareja, cuya desaparición tuvo en vilo a toda España durante doce angustiosos días, gracias a los micrófonos que habían colocado en el coche de Ana Julia Quezada. También cuenta el descuido que delató al amante de Maje, la viuda negra de Valencia: para evitar que lo ubicaran en el lugar del crimen, Salva apagó su teléfono móvil antes de acuchillar al marido de la mujer, pero después ambos lo encendieron y quedaron para comentar la macabra hazaña.

"Has detenido a un famoso"

Los asesinos suelen ser vanidosos. Cuando Sergio Morate, el hombre que asesinó y enterró en cal viva a Laura del Hoyo y Marina Okarynska en Cuenca en 2015 y después huyó a Rumanía, fue detenido, le dijo a un policía: "Has detenido a un famoso. Me han traído en el avión de los ministros. He estado en la sala de espera del aeropuerto que usa el rey". Rendueles relata en el libro cómo, mientras la madre de Morate suplicaba a su hijo que no añadiera más dolor a las familias de sus víctimas, él se convertía en ese "ciudadano cero que, como en la vieja canción de Joaquín Sabina, se convierte en alguien gracias a la sangre que hizo correr".

Ese "orgullo enfermizo" de los criminales suele contrastar con su inteligencia. Los asesinos brillantes e infalibles solo existen en las series y películas mediocres. Los malos de los true crime son personas "normales, como cualquiera de nosotros". De los criminales del libro, el más inteligente es José Bretón, que tiene un cociente intelectual alto, de 121 puntos (el promedio está en torno a 90-100). Bretón quemó a sus hijos, Ruth y José, en la finca de Las Quemadillas en Córdoba, para hacer daño a su exmujer, fue capaz de hablar durante doscientas horas con el policía sombra que trataba de ganarse su confianza mientras buscaban a los niños, sin revelar ni un detalle del crimen: lo distrajo contándole sus anécdotas sexuales con una prostituta y su experiencia en Bosnia como militar.

El trabajo de ese agente o la pericia de los guardias civiles que consiguieron que el violador y asesino de Vanesa Ferrer derrotara (confesara) solo unas horas después de encontrar el cuerpo de la adolescente dentro de una sima, en Chella (Valencia), fueron claves para resolver los casos con éxito. "La tecnología ayuda, pero el olfato y el oficio de un policía sigue siendo lo más importante en una investigación. En todos los casos siempre hay un momento en que un agente o un guardia se sienta frente a un delincuente y ese momento es crucial", cuenta Rendueles. "Es tarea del investigador saber cuándo agitar el avispero, cuándo hay que poner nervioso a un sospechoso", añade Marlasca.

No hay crimen perfecto

Por suerte, "no hay un crimen perfecto". Pero el más difícil de resolver es "el crimen del loco, de la persona con problemas mentales, porque es prácticamente imposible para el investigador establecer la relación entre el asesino y su víctima, ni siquiera suelen conocerse", dice Marlasca. A pesar de ello, los mossos d'esquadra consiguieron frenar los pasos de Thiago Fernández, el asesino en serie de mendigos que puso en jaque a una Barcelona confinada en plena pandemia. "Hay un abandono gigantesco de los delincuentes con patologías mentales y este caso lo refleja perfectamente: antes de los crímenes de Barcelona, Thiago Fernández había recorrido varios países europeos sin que nadie se percatara de que no estaba bien ni hiciera algo por ayudarlo. Y había dado síntomas de su estado. Semanas antes de perpetrar sus asesinatos, varios vecinos de Les Planes se quejaron de que había entrado con un hacha en una tienda", recuerda Marlasca.

El libro incluye varios crímenes donde la protagonista es una mujer, como culpable o como una de las investigadoras. Los datos del Ministerio del Interior apuntan a que en los últimos años ha aumentado en un 5% el número de asesinas (actualmente las mujeres cometen el 10% de los crímenes), pero también el de investigadoras que hacen historia dentro de los cuerpos policiales, destacan Rendueles y Marlasca. Las mujeres policías son ya el 15 por ciento de la plantilla. Una mujer fue parte básica de la investigación que logró enviar a Bretón a prisión. Una inspectora comandaba el grupo de Homicidios de la Brigada de Policía Judicial de Valencia que detuvo a la viuda negra Maje y su amante. Atrás queda ese uniforme "con tacones y bolsito" que tuvieron que llevar las primeras mujeres en la Guardia Civil en una época en la que compartían hasta el baño con sus compañeros porque no tenían uno propio, recuerda Rendueles. 

Cuando Rendueles y Marlasca publicaron su primer libro 'Así son, así matan', Lorenzo Silva, otro maestro de la novela negra en España, escribió sobre ellos una verdad que, diecinueve años después, los autores han vuelto a conseguir con 'Territorio Negro': encontrar ese "delicado equilibrio" en lo que cuentan sin olvidarse jamás de las víctimas. Como dijo entonces Silva: "Si alguien buscaba un libro morboso, no ha hecho una buena elección. Creo que no puede decirse nada mejor de un libro de asesinatos".