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Tiny Tim, de la barraca de feria al estrellato pop (y vuelta atrás)

Un documental de Johan von Sydow recupera la historia del extravagante 'crooner' admirado por John Lennon que pagó con la vida su adicción a los aplausos

Tiny Tim, de la barraca de feria al estrellato pop (y vuelta atrás)

Tiny Tim empezó actuando en un espectáculo de barraca de feria y acabó su carrera cantando en un circo. No estaríamos hablando de un periplo artístico muy impresionante si no fuera porque, entre un punto y otro, Tiny Tim trepó a la cima de las listas de éxitos, se codeó con las principales figuras del mundo del espectáculo, despertó la admiración de Bob Dylan y John Lennon, fue adoptado como icono por la contracultura de finales de los 60 y protagonizó la segunda emisión más vista de la historia de la televisión en EEUU, solo superada por la llegada del hombre a la Luna. Su inverosímil (y trágica) historia de ascensión y caída es el objeto de ‘Tiny Tim: Rey por un día’, un muy recomendable documental dirigido por el sueco Johan von Sydow que, después de pasear por festivales de todo el mundo, acaba de llegar a la plataforma Filmin.

Von Sydow construye su película a partir de fragmentos de los diarios que Tiny Tim escribía de forma compulsiva, dirigiéndose a menudo a Jesucristo o al mismo Dios, y que dan testimonio de una personalidad atormentada, escindida entre la fe religiosa, el megalómano deseo de éxito y un turbador apetito sexual. “Después de leer sus diarios -apunta el cineasta-, puedo decir que Tiny Tim era quizá el ser más trastornado que jamás haya llegado a convertirse en una estrella”.

Su verdadero nombre era Herbert Butros Khaury y nació en Nueva York en 1932, en el seno de una familia poco convencional (su padre era un católico maronita libanés y su madre, una judía bielorrusa). Desde muy corta edad se sintió atraído por los discos de 78 rpm de los artistas que reinaban en los primeros años del cine sonoro: Russ Columbo, Bing Crosby, Rudy Vallée, Arthur Godfrey… “Escuchaba esos discos 30 veces cada noche -rememora su primo Bernard en el documental-. Esa su forma de evadirse”. De escapar de una vida familiar conflictiva y de un entorno en el que no hallaba encaje. La búsqueda de un refugio en la música popular americana de principios del siglo XX, de la que llegó a atesorar un conocimiento enciclopédico, fue una constante a lo largo de toda su existencia.

Con todo en contra

Ni su afición por los cantantes de la era del megáfono ni su insólita voz de falsete (adoptada, según contaba, como resultado de una especie de revelación divina) ni su más bien grotesco aspecto (1,85 metros, melena rizada, espectacular nariz ganchuda y tendencia al sobrepeso) parecían augurar una carrera viable en el mundo del pop. El pobre Herbert lo tenía todo en contra salvo un incontenible deseo de ser aceptado y una confianza en sí mismo a prueba de bombas. Y a ello se agarró para llevar a cabo su destino de estrella improbable.

Su primera actuación más o menos profesional, bajo el nombre artístico de Larry Love, el Canario Humano, tuvo lugar en 1959 en el Hubert’s Museum & Flea Circus, un tugurio de Times Square en el que se exhibían mujeres barbudas, tragasables, enanos, hombres sin brazos, siameses y pulgas amaestradas. Pasó casi una década cantando en diversos garitos de Greenwich Village (en uno de ellos fue rebautizado jocosamente como Tiny Tim, nombre de un personaje infantil de ‘Cuento de Navidad’ de Dickens) hasta que en 1968 su desopilante versión del ‘I got you babe’ de Sonny & Cher atrajo la atención de los productores del programa de la NBC ‘Rowan and Martin’s Laugh In’

De puntillas a través de los tulipanes

Es fácil intuir la perplejidad que debieron de sentir los espectadores cuando Tiny Tim apareció por primera vez en sus televisores, cargando una gran bolsa de la compra de la que extrajo un ukelele para atacar con su voz imposible ‘On the good ship lollipop’, una canción popularizada 35 años antes por Shirley Temple. La presencia del canario humano en el programa se convirtió en un recurrente gag cómico, por más que él se tomaba sus actuaciones muy en serio. En su tercera visita, interpretó ‘Tiptoe through the tulips’, un viejo número de Nick Lucas sacado de la película de 1929 ‘Gold diggers of Broadway’. Y el fenómeno se disparó.

Aquel paseo de puntillas entre los tulipanes (recuperado recientemente con terrorífico efecto por James Wan en una escena clave de ‘Insidious’) fue el camino de baldosas amarillas que condujo a Tiny Tim a la Ciudad Esmeralda del éxito. El tirón de la canción aupó el elepé ‘God bless Tiny Tim’ a los primeros puestos de la lista de ‘Billboard’ y el artista vio cumplido su sueño infantil de actuar en el ‘show’ de Ed Sullivan con sus padres sentados entre el público. Pese a sus ideas conservadoras (aunque el documental no lo menciona, Tiny Tim era votante de Nixon y firme partidario de la intervención militar en Vietnam), fue acogido con los brazos abiertos por los cabecillas de la escena contracultural, que veían en él un desafío a todo lo que la moral tradicional consideraba aceptable en un hombre. “La respuesta de 1968 a John Wayne”, como tituló una revista de la época.

Un hombre elefante pop 

El clímax de la ‘tinytimanía’ se produjo con la boda del cantante con Victoria Budinger, de 17 años, en el plató del programa ‘The Tonight Show’ de Johnny Carson, una experiencia pionera de telerrealidad que fue seguida en directo por más de 40 millones de estadounidenses. El fracaso del matrimonio, que duró apenas tres años, corrió parejo a la rápida pérdida de popularidad de Tiny Tim, que volvió a vivir a casa de su madre y, en un intento desesperado por salvar su carrera artística, puso sus asuntos en manos de unos mafiosos que no dudaron en explotarlo como una atracción de feria, en un remedo pop de la historia del hombre elefante.

“Necesitaba el aplauso para vivir -señala Johan von Sydow-. Sabía que la gente se mofaba de él, pero no le importaba porque eso al menos le brindaba un público”. La adicción al aplauso, aunque fuera acompañado de risas, le acabó llevando a la tumba. En septiembre de 1996 sufrió un infarto mientras actuaba en un festival de ukelele en Montague, Massachussets (el momento fue grabado en vídeo y aparece, con toda su crudeza, en ‘Tiny Tim: Rey por un día’). Se recuperó a medias y al cabo de solo un mes, en contra de todas las advertencias de los médicos, volvió a subirse a un escenario en una gala benéfica organizada por el Club de Mujeres de Minneapolis. Falleció en los brazos de su tercera esposa, Susan Gardner, justo después de interpretar ‘Tiptoe through the tulips’ ante una sala medio vacía.

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