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La Oreja de Van Gogh

"La frescura de hace 20 años no se puede mantener, pero ganas experiencia"

«No éramos conscientes de las cosas que nos pasaban. Si lo hubiéramos sido, nos hubieran dado mucho más vértigo»

La Oreja de Van Gogh tocará en 'Nits al Carme' de la Marina de València.

Historias con claroscuros, recogimiento, medios tiempos, algo de épica... La Oreja de Van Gogh se ha hecho mayor y lo exhibe con orgullo en un disco, Un susurro en la tormenta, que la banda presenta este domingo en el ciclo Nits al Carme que se celebra en la Marina Sur de València. «Arrancamos la gira hace un mes en San Sebastián, nuestra ciudad, y en Pamplona. Pero tuvimos que posponer el concierto de Bilbao a junio… Esta es la situación, es lo que nos ha tocado vivir, es una situación muy extraña que hay que asimilar -explica por teléfono Pablo Benegas, guitarrista y compositor del grupo-. Estamos construyendo este comienzo de gira con la esperanza puesta en que cuando estemos todos vacunados las cosas volverán a ser como antes».

¿Se acostumbra uno a que los fans le coreen las canciones con la mascarilla puesta?

Antes de enfrentarnos a eso teníamos muchas dudas, pero luego ha sido maravilloso ver y sentir la capacidad de la gente de transmitir con los ojos y aunque no puedan levantarse, también de bailar y saltar. Es verdad que han sido conciertos diferentes, pero han transmitido muchas cosas. Son conciertos que marcarán una época y un momento fundamental en nuestras vidas.

Tras dos décadas de carrera, ¿cómo está La Oreja a estas alturas del siglo?

Hemos vivido muchísimas cosas y todo ha sido muy intenso.

Pues 20 años de intensidad hay pocos cuerpos que lo aguanten.

Sí, es tela. Pero bueno, aprendes a llevar la intensidad y la intensidad ya no puede con nosotros. Sabemos manejar mejor los tiempos y aprendemos a disfrutar las cosas de otra manera. Cuando eres más joven todo es muy directo, fresco y pasional, y con los años vas aprendiendo a profundizar más. Siempre hemos sido muy conscientes del lujo y el privilegio que hemos tenido de dedicarnos a la música. Y en esencia el grupo se sigue apoyando en lo mismo que nos juntó: la relación que tenemos entre nosotros, la pasión por la música y la necesidad de contar historias y de comunicar.

¿Se hacen mejores discos cuando uno no ha de estar pendiente del éxito desaforado de su música?

Lo que pasa es que en esa primera etapa, cuando teníamos 20 años, vivíamos las cosas con una velocidad difícil de asimilar. No éramos conscientes de muchas de las cosas que nos pasaban. Si tuviéramos la capacidad de entender todo y ver profundamente aquello que nos pasó, nos hubiera dado mucho más vértigo. En aquella época todo fue tan grande que no llegamos a asimilarlo. También es verdad que al estar en un grupo todas esas cuestiones se amortiguan un poco, cuando uno está más abajo hay otros que tiran por ti. Seguro que tú después de los años entiendes tu profesión de otra manera y las cosas te importan de otra manera o les das otro ángulo. Se trata de evolucionar y crecer y nosotros hemos llevado ese proceso de manera bastante natural. Tenemos todos 40 años, familias, y ahora te fijas más en lo importante que en lo urgente…

Pero ustedes ya hacían canciones melancólicas y que recordaban el pasado cuando tenían 20 años.

Con los años la vida se complica. En este disco hablamos en algunas canciones del amor, como ya hacíamos hace 20 años. Pero cuando eres joven el amor solo tiene una dirección, la que va hacia la persona de la que estás enamorado. Con 40 años e hijos aprendes a ser padre, te das cuenta lo que han hecho tus padres por ti, la relación en pareja cambia… Ves los temas sobre los que ya cantabas antes desde muchísimos más ángulos y más matices. Pero al final una canción sigue durando tres o cuatro minutos y el reto es meter ahí toda esa complejidad de la vida que no veías antes. Lógicamente la frescura de los inicios es imposible mantenerla, pero a cambio tienes experiencia y el control de la profesión y la palabra. Ahora tenemos una capacidad más quirúrgica con el lenguaje, conseguimos llegar a donde queremos de una manera más precisa.

Y hacer canciones como «Sirenas», que habla del fin del terrorismo en el País Vasco.

Ya habíamos hablado en otros disco del terrorismo de ETA o de los atentados del 11M. Lo que pasa es que nuestra forma de abordar estos temas en las canciones es envueltas en otras historias. Sí que es cierto que esta canción en concreto solo podía hacerse una vez hubiera terminado el terrorismo. Surgió natural en el sentido de que de repente nos dimos cuenta de que ya no sentimos aquellos sobresalto que nos llevábamos antes cuando escuchábamos las sirenas de las ambulancias y de los coche de policía por San Sebastián. La intención es absolutamente constructiva y con el punto de mira en la convivencia y el futuro de nuestro país. Nos parece fundamental no olvidar y recordar a las víctimas para quienes el tiempo se detuvo en aquel momento.

¿Un susurro en la tormenta da esperanza o da miedo?

Nuestra interpretación es que da esperanza. El disco ha coincidido con esta pandemia que nos ha tocado vivir, pero tormentas ya había antes. Todo el mundo tiene una tormenta y el susurro puede ser un mensaje de esperanza de que las cosas se pueden arreglar.

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