Había tristeza en El intermedio (La Sexta). Wyoming, dolorido, confesó que en la noche electoral de Madrid tuvo un momento de desesperación y se arañaba la cara con sus manos, se autoinfligía castigo, ante el triunfo de Ayuso.

Y sentado en una tumba que ponía Pablo Iglesias 2014-2021, decía, compungido: «¡Ay! Pablo, ya sabes cómo es esto de la política. Un día estás arriba y otro de registrador en Santa Pola». Pero se vinieron arriba enseguida en cuanto salió la estupenda Cristina Gallego imitando, clonando, haciéndole la parodia y la burla a Isabel Díaz Ayuso. Apareció disfrazada al estilo Cleopatra, en una escenografía egipcia, y decía: «Soy la faraona de la comunidad de Madrid, libertadora de hosteleros oprimidos...» mientras Dani Mateo hacía de esclavo abanicador con abanico de plumas y Wyoming, por los suelos, en plan Sinuhé el Egipcio.

¡Ahh! El cachondeo era inmenso, sí. Pero me permito aconsejar a los admirables socarrones de El intermedio que vayan con cuidado. Si siguen llenando su programa, todos los días, con las parodias sobre Ayuso, es posible que consigan que dentro de dos años, en las próximas elecciones de Madrid, saque ya directamente la mayoría absoluta. ¡Ah! Hoy las burlas televisivas sistemáticas sobre un politic@, en lugar de hacerle polvo lo que logran es que su popularidad se eleve hasta el infinito.

‘ñ Mi estimado Iu Forn acaba de presentar en TV-3 (Sense ficció) un retrato del que fue controvertido ministro del Interior Jorge Fernández Díaz. Es un daguerrotipo oscuro que comienza con la imagen de un lóbrego túnel. Quizá cloaca incluso. El personaje queda perfilado al carboncillo, que siempre da un toque sombrío. Se resalta la sospecha de que fue el inductor de una brigada patriótica específica que creaba infundios contra líderes independentistas. Y se destaca la doble obsesión de su vida: la unidad de España y una religiosidad intensísima.

Recuerdo que en 2015 se estrenó un pintoresco documental titulado El colibrí dedicado expresamente a la sorprendente mística de este exministro. El retrato concluye dibujando cómo ha sido abandonado por aquellos a los que obedecía (Rajoy, Cospedal...). ¡Ah! Por no poder no ha podido ni ser embajador en el Vaticano. El papa Francisco le vetó. No por su mística. Quizá porque consideró que su currículo político era turbio