‘Cavalleria rusticana’, de Pietro Mascagni, y su casi inseparable compañera ‘Pagliacci’, de Ruggero Leoncavallo, son dos piezas que casi siempre se representan juntas debido a su brevedad y tema común: los celos y la muerte violenta. «No conozco una ópera que no sea violenta», defendía el director de escena Giancarlo del Monaco durante la presentación de este doble programa «verista» que se estrena el domingo en Les Arts.

«La ópera es violenta por principio -insistía el hijo del mítico cantante Mario del Monaco-, la violencia forma parte de su estructura y es la que atrae al público». Pero esta, añadía, esta es una violencia que nace de la idea del «basta ya de reyes, reinas y emperadores» y «hablemos de gente normal», del «pueblo que grita porque está harto de su vida y que baja la música a la tierra».

Considerado como uno de los mejores directores de escena de su generación, Del Monaco ya ganó en 2008 el premio Campoamor por este producción del «doblete más famoso de la ópera» (así lo definió ayer el director de Les Arts, Jesús Iglesias) que llevó al Teatro Real y que ahora recupera en València con el alcoyano Jordi Bernàcer como director musical.

El público de Les Arts ya vio al escenógrafo de Treviso en 2010 revisitando la obra de Mascagni, aunque en aquella ocasión precedida por ‘La vida breve’ de Falla y con Lorin Maazel al frente de la Orquestra de la Comunitat Valenciana. El tiempo, explicaba ayer, le ha llevado a esquivar el «riesgo del tópico» pero sin renunciar al inevitable «realismo exagerado» de esta obra maestra del «verismo».

Cavalleria se ambienta en Sicilia, donde Santuzza, una mujer despechada -interpretada por la soprano Sonia Granassi-, delata a su prometido Turiddu -el tenor Jorge de León- porque la engaña con una mujer casada. El marido lo soluciona con un duelo a muerte y un par de cuchilladas asesinas.

Del Monaco ve en Santuzza a una Medea exiliada y enamorada que, como el personaje mitológico, «va dejando ruinas a su paso». Por eso, ha planteado la representación como un «drama griego» que transcurre en una isla que fue griega durante siglos y entre grandes bloques de blanco marmóreo.

‘Pagliacci’, por su parte, narra un crimen real sucedido en Calabria, en el seno de una compañía de cómicos, que fue juzgado por el padre de Leoncavallo, autor de la ópera. Nedda, interpretada por la soprano Ruth Iniesta, es la mujer de Canio (de nuevo Jorge de León) pero se ha enamorado de un aldeano. Un compañero despechado delata a los amantes y ambos mueren a manos de Canio en plena función y ante un público que piensa que está asistiendo a un espectáculo.

El discurso, reconocía ayer Del Monaco, es el de Cavalleria y por eso también aquí ha querido «eliminar lo superfluo y crear un concepto artístico más histórico». En este caso el ambiente caluroso y agobiante se mantiene pero en un escenario felliniano que evoca a La Strada y en el que la exuberante Anita Ekberg observa el drama desde un cartel.