La performer, cantante y cómica Samantha Hudson llega a A Coruña en el marco del Festival de Artes Escénicas Corufest. Ofrece un concierto en el centro Ágora que agotó las invitaciones en pocos minutos, lo que para ella, pese a su corta edad, no es nuevo: su espectáculo 'Eutanasia Deluxe' viene de llenar tres veces el teatro Lara de Madrid y su popularidad no deja de crecer en redes sociales, donde ya se la considera el icono queer de la Generación Z.

-Saltó a la fama con 15 años gracias a su tema Maricón, una crítica al trato que recibe el colectivo LGTBI por parte de la Iglesia. Ahora, con 21, es un icono pop.

-Más que un icono soy un emoticono. Con 21 años ser un emoji está muy bien.

-Desde ese momento, su popularidad no hizo más que aumentar en redes sociales. ¿En qué momento se da cuenta de que se ha ido de las manos?

-Empieza todo un poco cuando me mudo a Madrid, porque ya tu sabes que allí todo es un pitorreo, vas a una fiesta y conoces a siete productores y dos actrices, es toda una amalgama de gente que hace cosas. Yo creo que el boom fue la pandemia: la gente aburrida como una mona, y servidora más que aburrida como una mona, como una orangutana, empiezo a hacer cosas, a la gente le gusta, se comienza a ver y del boca a boca, subí como la espuma, y desde entonces hasta ahora.

-Todo lo que hace, desde entonces, se convierte en cultura popular para toda una generación.

-(ríe) Yo encantada. Realmente, hago todas las cosas con esa visión. Una de las claves de que a la gente le guste tanto lo que hago es que, como yo soy generación Z también, tengo siempre en mente la anécdota y el meme. Todo en mi vida lo hago pensando en convertirlo en contenido para internet, y el resultado es apoteósico. Estoy muy preparada para ser cultura popular.

-Un sueño millenial cumplido.

-Más que mi sueño, era mi vocación. Es mi función como ser humano.

-¿Quién es Samantha Hudson?

-No sabría decirte muy bien. Creo que Samantha Hudson es un fenómeno de la naturaleza que hay que presenciar, ¿qué es una ciclogénesis explosiva? Posiblemente hasta que no lo vives no lo sabes. Una sinvergüenza muy grande con unos pechos imaginarios y unas piernas de escándalo, que son las piernas de España, pero son de importación.

-En los últimos meses, en los que su popularidad ha crecido tanto, ¿no se siente, a veces, con cierta responsabilidad?

-No, porque estoy muy convencida de lo que digo, y si no sé qué decir, digo una chorrada. Cuando hablo en serio, hablo muy en serio, y si no tengo nada que aportar no digo nada, no voy a meterme en una piscina fría. Responsabilidad ninguna, porque lo que yo digo y hago lo hago siempre desde el puro convencimiento.

-Detrás del humor y del meme hay un acto político.

-Sí, es que todo es político al final. Todos somos víctimas de nuestro contexto y circunstancias, y aunque sea la frivolidad más banal, eso tiene unos motivos y un recorrido. La gente no entiende que la mamarrachería y el petardeo tienen su lógica. Es una decisión muy premeditada ser tan espontánea.

-¿Qué hay detrás de esa decisión?

-A veces tiene mensaje, y a veces es puro divertimiento. Divertirse también es importante.

-Dice que a veces la gente piensa que tiene un discurso vacío o que es tonta, pero que, en ocasiones, incluso lo prefiere.

-Sí, a mí me da igual lo que piense la gente, porque una persona no es una faceta, son muchas. A mí me gustan todas mis caras; si hay gente que quiere ver la divertida y pasar del discurso, fenomenal, y si quiere hacerlo a la contraria, pues estupendo también. Lo que yo pido es que se me tome en serio, en consideración y con respeto, porque hacer humor y ser una cómica, o ser simplemente mamarracha o una rubia tonta, ya merece un poco de reconocimiento. Hay que ser muy lista para ser tan tonta.

-A veces también habla en serio. Hace unas semanas, sembró la polémica en redes sociales hablando de consentimiento sexual a través de una experiencia suya. Sintió la necesidad de ponerse seria. ¿Por qué?

-Yo lo diría todo en clave de humor, porque me parece la mejor forma de transmitir un mensaje, pero por desgracia la gente no entiende nada. Hay veces que toca ponerse seria y decir las cosas más claras y concisas, y en temas así más serios y controvertidos hay que ir siempre con pies de plomo, porque nunca se sabe.

-Insistió entonces en que no todo el consentimiento pasa, necesariamente, por decir que sí, y la gente no lo entendió.

-Lo que la gente no entiende es que el consentimiento no vale un duro, lo que importa es el deseo y las ganas que tengas. Tú puedes decir que sí por muchos motivos: por miedo, por indecisión, por inexperiencia, por coacción. Lo que cuenta es la emoción y el sentimiento que tengas dentro, y en las relaciones intergeneracionales o las relaciones en general, el deseo no es lo que prima muchas veces, y la gente no lo sabe ver. No lo sabe ver porque muchas veces nadie nos lo enseña, y como nadie lo dice, pues lo digo yo.

-¿Qué puede esperar el público del Corufest hoy?

-Pues una mamarracha travesti dando tumbos por el escenario al grito de rock and roll y mucho cancán y mucho astracán. Es algo que tienes que ver y luego juzgas tú. ¿Qué te va a decir la performer? Pues que está divino y que vaya todo el mundo. Habrá performance y mucho, mucho esperpento.

-Lleva tres sold out en Madrid con su espectáculo Eutanasia Deluxe. La acogida es muy buena.

-Sí, siempre soy muy bien recibida, estoy muy agradecida de la acogida que tengo. Con las restricciones es más fácil llenar, una da lo que recibe, la gente se entrega.

-Viene de la transgresión, de fuera del sistema. De pronto, un ayuntamiento de una ciudad la llama para participar en un festival de referentes LGTB. ¿Qué nos dice eso sobre cómo avanza la sociedad?

-Creo que es un grito de esperanza. Lo que pone en evidencia es que la mayor falacia es que una artista tiene que darle al público lo que quiere. Eso es mentira, una artista tiene que cagarse en el público y hacer lo que le de la real gana, y convencer al público de que lo que quiere ver es lo que ella le ofrece, y creo que eso se va plasmando en las instituciones.

-¿Están avanzando nuestras instituciones?

-Sí, bueno, creo que en los 80 y en los 2000 las petardas también hacían cosas para ayuntamientos. A mí me hacen mucha ilusión estas propuestas, sobre todo porque a veces la gente joven no tiene más recursos, y a veces si el ayuntamiento o alguna institución pública te lo facilita y se lo pone en bandeja, es un punto a favor.