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El arte y la política de Juan Genovés

La obra ha sido escrita por Mariano Navarro, Armando Montesinos y Alicia Murría

Juan Genovés ante una de sus pinturas en 2016. marcial guillén

Juan Genovés falleció en Madrid el 15 de mayo de 2020. Pasado algo más de un año, la editorial Turner ha publicado una biografía escrita por Armando Montesinos, Alicia Murría y Mariano Navarro en la que el artista valenciano y su familia estuvieron colaborando hasta 2017. Con el título de ‘Juan Genovés. Ciudadano y pintor’, el libro repasa su trayectoria artística pero también su activismo político, tanto contra la dictadura como durante la democracia.

El arte y la política de Juan Genovés

«La relevancia de Genovés en España se extiende capilarmente por zonas tan diversas como el arte, la pintura, la militancia, el asociacionismo o la gestión cultural -subrayan los autores-. Las imágenes de sus cuadros pueblan innumerables portadas de libros, periódicos y revistas, e incluso son imitadas hasta el borde del plagio por la publicidad; una de ellas, ‘El abrazo’, pertenece al imaginario colectivo de varias generaciones».

Genovés nació el 30 de mayo en València. «El miedo a la Guerra Civil y la interminable dictadura marcó, según confesión propia, la vida y la obra de Genovés», subrayan sus biógrafos. De la infancia el pintor recuerda que desde su casa en la calle Rafael Cisternes se podía ver al Valencia CF jugando en Mestalla. De su paso por la Escuela de Bellas Artes de San Carlos rememora el hartazgo con Sorolla y que él prefería acercarse al San Pío V para deleitarse con los pintores medievales.

La temprana vocación artística empezó a materializarse con el Grupo de los Siete, un bohemio colectivo de pintores en el que se encontraba también Eusebio Sempere. La biografía repasa sus primeros viajes a Madrid o a París y su amistad con el crítico Vicente Aguilera-Cerní y el grupo Parpalló. «La década de los 60 resultó vertebral en su consolidación artística, por más que en su transcurso afrontase la primera de las dos grandes crisis personales que ha tenido que superar en su vida artística».

Genovés repasa su labor con el Grupo Hondo para promover una «humanización del arte» frente a la abstracción. La exposición individual que realizó en la Biblioteca Nacional en 1965 con fotografías de prensa, fotogramas y composiciones de multitudes anónimas que contemplaban a individuos caídos bajo las balas, puestas contra el paredón o en huida ante un peligro inminente e invisible, supondrá «un punto de inflexión definitivo en su trayectoria artística y política».

Para la crítica internacional el artista valenciano devino en protagonista principal de la denominada «figuración narrativa». Es cuando ficha por la célebre galería Marlborough, que organiza muestras de sus pinturas en Londres o Nueva York.

Él mismo narra su implicación con las luchas vecinales en los 70. «Yo hacía una exposición en Nueva York, que aparecía en las portadas de las revistas y los periódicos americanos, y a la semana siguiente estaba con mis botes y brochas integrado en una de las brigadas que organizábamos para la defensa de los barrios pobres». En ese tiempo pinta ‘El abrazo’, utilizado por la Junta Democrática para reclamar con carteles la amnistía de los presos políticos. A él le supone el ingreso incomunicado durante siete días en la Dirección General de Seguridad.

No cejó en su actividad política durante los años siguientes en detrimento de su propia pintura: «Los años 80 y 90 fueron especialmente duros para Genovés desde el ámbito artístico y también mercantil, hasta el punto de afectar seriamente a su familia». El siglo cambió y con él su suerte. Una retrospectiva en Madrid conmemoró sus 35 años de colaboración con Marlborough y dio paso a un nuevo proceso creativo extremadamente fecundo «que recibiría una admirativa y calurosa percepción por parte del público y un éxito que podemos calificar de estruendoso en el mercado del arte», dicen sus biógrafos. «Siempre he dicho que sería pintor al final de mi vida», añade él.

El último capítulo muestra a un Genovés que ha abandonado casi por completo su activismo político y cultural para dedicarse exclusivamente a pintar: «Pinta de nuevo multitudes pero ya no habitan ni el “espacio del miedo” ni el “espacio de la soledad” sino el espacio público compartido con muchedumbres de viandantes anónimos que reflejan uno de los signos de las sociedades contemporáneas: la masificación de las actividades y actitudes de las colectividades».

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