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Entender + las teorías de la conspiración

Nazis y 'fake news' | Richard J. Evans: “Los conspiracionistas viven en un mundo cerrado”

El historiador británico, uno de los mayores expertos en el Tercer Reich, examina minuciosamente cinco de las leyendas conspirativas más persistentes sobre el periodo de la Alemania nazi en ‘Hitler y las teorías de la conspiración’ (Crítica, 2021).

El historiador Richard J. Evans.

Existen desde que el mundo es mundo. Están ya en los escritos del siglo XVIII sobre los masones o los illuminati y surgieron de nuevo en los años 50 del pasado siglo de la mano del senador McCarthy, que veía en Estados Unidos comunistas hasta debajo de las camas. Si el norteamericano Richard Hofstadter llamó ‘estilo paranoide’ a la fantasía conspiratoria del macartismo,  Richard J. Evans (Londres, 1947) habla de ‘imaginación paranoide’ para referirse a quienes ven complots en todos lados. Especialista en la Alemania nazi, Evans se dio cuenta de que, en pleno auge del conspiracionismo, estaban entrando en circulación algunos viejos y nuevos mitos sobre Hitler y quiso desmontarlos.

-¿Por qué suscita tanto interés la figura de Hitler?

-A consecuencia de la secularización Hitler se convierte en una especie de sustituto de Satán, un icono del mal, probablemente el hombre más famoso de la historia, reconocible inmediatamente. Ejerce un gran poder de atracción para los teóricos de la conspiración, así que en el libro analizo cinco teorías objeto de un reciente ‘revival’. 

-Una de ellas es que no murió en el búnker, sino que huyó a Argentina

-Hay incluso una serie de televisión -‘Hunting Hitler’- en la que un grupo de gente busca huellas de Hitler en Sudamérica, sin encontrar ninguna. Un crítico llegó a decir que si nos tomáramos un trago de whisky cada vez que oíamos conjeturas como “pudo estar aquí o probablemente pasó esto o aquello” acabaríamos borrachos al final del primer capítulo. Obsesionado como estaba por la política, Hitler no se hubiera retirado y guardado silencio en Argentina, como Adolf Eichmann. Y, dicho sea de paso, hay grabaciones secretas de conversaciones de Eichmann con otros nazis en las que no se menciona a Hitler ni una sola vez. Simplemente aceptaron que había muerto. A algunos les parece interesante imaginar que pudo sobrevir a la guerra, pero no hay absolutamente ninguna evidencia. 

-¿Toda teoría de la conspiración sigue un patrón?

-Si. Hay una tendencia a decir que nada pasa por casualidad, que todo es resultado de un complot, que lo que vemos oculta las causas verdaderas de un acontecimiento y que, en realidad, lo ha provocado quien se beneficia de él, como sucedió con el incendio del Reichstag en 1933, que los comunistas atribuyeron a los propios nazis para facilitar su llegada al poder, aunque desde los años sesenta se sabe que fue obra de un único pirómano, un joven izquierdista.

-Aunque no nacen en el siglo XXI, ahora las conspiraciones se expanden más…

-Con cada cambio en los medios de comunicación lo hacen de manera más rápida.  En 1349, durante la Peste Negra en Europa, se decía que los judíos habían envenenado el mundo, pero eso se difundía boca a boca y no iba muy lejos. La imprenta y luego la radio, la televisión o el cine dan un paso más, e internet ha jugado un papel importante en su expansión porque, a diferencia de medios en los que hay editores que ejercen de guardianes, en internet puedes decir lo que quieras. 

-¿Cree que cumplen alguna función? 

-Lo fundamental de su creencia -y creo que es parte de la función de la teoría de la conspiración para quienes la propagan- es “nosotros conocemos la verdad y todos los expertos, historiadores, investigadores, científicos y periodistas nos están mintiendo”. La versión oficial de un acontecimiento aumenta la autoestima del conspiracionista, que piensa que él tiene razón y todos los demás están equivocados.

"En toda teoría de la conspiración hay un patrón, una tendencia a decir que nada pasa por casualidad"

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-¿Suelen necesitar un chivo expiatorio?

-Quizás chivo expiatorio no es la expresión adecuada pero es cierto que los teóricos de la conspiración, sobre todo si están en el poder, a menudo tienen alguna figura a la que acusan de estar manipulándolo todo. Para Stalin siempre era Trotsky, su rival en los años veinte. Para Trump era George Soros y para el presidente turco, Erdogan, el clérigo Gülen.

-¿Hay regímenes más proclives a la conspiración?

-En las dictaduras o en los Estados autoritarios, donde ejercer una legítima oposición no es posible, el dictador sospecha que todo el mundo conspira en su contra, porque la única vía que tiene la oposición de funcionar es de forma secreta. Cuanto más democracia, mayor es la demanda de apertura y transparencia. Por supuesto, los Gobiernos tienen que tener secretos, pero deben explicar lo que hacen. 

-¿Por qué parece más fácil alimentar una maquinación que desmontarla?

-Desmontarla es bastante fácil, aunque lleve tiempo. Lo difícil es convencer a los conspiracionistas de que están equivocados. ¡Si viera las reacciones que ha provocado mi libro en Inglaterra y los comentarios diciendo que es una basura! El mundo de los conspiracionistas tiende a ser un mundo cerrado, difícil de penetrar. Una de sus tácticas es no manejar argumentos y desacreditar a los testigos. 

-¿Suponen un peligro para la democracia? 

-Por supuesto, porque socavan la confianza en los hechos y las evidencias, y sin eso no podemos planificar adecuadamente el futuro.

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