Desde que salieron las resoluciones provisionales de las ayudas a las artes escénicas (AA EE), las llamadas arden y sobre todo caravanas de wasaps en los grupos de asociaciones, de comisiones, de subcomisiones, de brazos armados, de pitos y flautas sobre las AAEE valencianas…. En verano los contenedores arden por sí solos, lo tenemos fácil. Arden los ánimos y se enfurecen las redes, las sociales, sobre todo. Esos fuegos puede ser que se apaguen pronto pero son un síntoma de que algo no funciona.

Tenemos tanta dependencia de lo público que es inevitable estar atento a las resoluciones de las ayudas cada año por si tenemos un pleno al 15 o un triste 11, todo lo que esté debajo de 11 ya lo sabéis, queda fuera. Pero si la quiniela es azar en una resolución entran factores regulados por las queridas bases reguladoras.

Sin entrar en el desglose de la resolución provisional, pero entendiéndola como una copia de otros años… algunos con nombres y apellidos y vidas se quedan fueran por puntuación técnica, primer filtro de esas bases reguladoras. O tienes tantos trabajadores, tantas funciones, tanto de esto o tanto de aquello o no te acercas a ese mínimo. Es lo que hay. Es lo que aceptó la administración para poder comparar y calibrarnos. Cada año unos nos quejamos más que otros, otros nos quejamos menos que otros, pero siempre hay una QUEJA… si desbrozamos las quejas encontramos YA un magma de desolación, desilusión e incomprensión.

Desolación porque la precariedad se sigue instaurando con más fuerza y se vislumbra un futuro duro a corto y a medio plazo, porque el largo ya ni se ve.

Desilusión porque con el NUEVO gobierno en 2016 se intuía un posible cambio de pensamiento y ese cambio solo ha venido en forma de sensibilidad pero no en forma de decisiones estratégicas que nos reformulen.

E incomprensión porque estaba ahí, se intuía la necesidad de sentarse con el sector y escucharlo y caminar juntos; nos tenían preparados, con los lápices afilados una y otra vez para escribir el futuro … pero no, no parece que se esté preparado para construir con nosotros. Incomprensión porque parecía que los «nuestros» lo transformarían todo y ahora ya hay dudas. Y las dudas siembran vientos... esperemos que no sea poniente.

Ahora todos, para consolarnos después de un año y medio de cansancio, de desgaste, de dossieres, de propuestas, de intentos de crear mesas de trabajo, de imaginar nuestros futuros… solo podemos verbalizar «por lo menos estamos mejor que antes». Igual es que antes estábamos tan mal que no valía la pena ni quejarse… ahora lo que hay es miedo por lo que pueda venir, miedo por no estar en el listado, miedo por perder nuestra oportunidad, miedo porque se nos pase el arroz, miedo por volver a empezar de cero otra vez y otra…

Durante este tiempo unos y otros hemos puesto la mejor cara, hemos llevado nuestro mejor lápiz, nuestra mejor versión, ropa limpia, calzoncillo nuevo… toda la puesta en escena agradable y confortante para quitarnos asperezas y estar dispuestos a encontrarnos…

Pero pasa el tiempo y el sector se enquista. Ahora por una resolución de ayudas que es lo de siempre pero que en verdad es un síntoma de unas raras relaciones y al profundizar se da cuenta uno de que las ayudas y las conexiones de lo público con lo privado y el tercer sector están en los 80 y el resto estamos en el primer cuarto de siglo, con la mierda al cuello… pero aún con unas enormes ganas de trabajar y de desear un futuro digno, potente para las artes escénicas y para los profesionales porque eso significará un buen futuro para los públicos y por ende para nuestra sociedad.

Se acaban las fuerzas, las resistencias, las quietudes, los aplausos, los abrazos, los lápices, los recursos propios, las estrategias… ¿Qué haremos entonces? ¿Qué hacemos aquí y ahora para dotarnos de presente y de futuros sólidos en estos momentos líquidos?