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Contracorriente

"El público jamás te olvida"

«Estoy mejor que nunca, más preparada, y he perdido finalmente el terror escénico», asegura la veterana artista

«El público jamás te olvida»

María del Carmen Martínez-Villaseñor Barrasa nació en Cuenca el 4 de mayo de 1943 y con apenas 16 años buscó trabajo en Madrid en un teatro de guiñoles. Cuando se pasó a la ventriloquia, su chispa y su capacidad para conectar con el público la convirtieron en una gran estrella. Junto a sus inseparables marionetas de mano: el pato Nícol, Daisy, Rodolfo y, sobre todo, Doña Rogelia, Mari Carmen alcanzó el estrellato a finales de los años 60 del siglo XX y se mantuvo como un referente en el mundo del humor hasta entrados los años 90. Mari Carmen y sus muñecos son historia viva del espectáculo y la televisión en habla hispana. A sus 78 años tiene pendiente escribir su cuarto libro.

¿Para analizar la situación de España a cuál de sus muñecos le preguntaría?

Uy, pues creo que los cuatro opinarán lo mismo que tú y que yo. Me parece que es obvio. Algo tremendo. Doña Rogelia seguro que nos diría hoy que cualquier tiempo pasado fue mejor.

¿Tiene nuevos proyectos?

Sí. Yo cuando me retire será porque me llegue el jubileo, el júbilo final de los que tenemos fe, o más que fe, porque lo mío es certeza y certidumbre. Hasta que me llegue la hora de vivir otro tipo de experiencias, yo sigo con proyectos como escribir mi cuarto libro. Ahora he parado un poco porque no dejo de hacer otras cosas, estoy muy activa. He dado conferencias, entrevistas y ahora estoy pendiente de Televisión Española para hacer un repaso a mi trayectoria en un futuro no muy lejano. La pena es que ahora no hay ninguna cadena que dé la oportunidad a grandes humoristas como Moncho Borrajo, Pedro Ruiz, Ángel Garó... gente que parece que ya no existe. Son grandes artistas olvidados.

¿Escribe sus memorias?

Es un libro muy curioso porque en un momento dado decidí hablar de mí. Los niños [sus muñecos] siempre me roban cámara y son los protagonistas. Aunque yo mueva la boca, la gente ni se fija. Solo existen ellos y a mí me borran. Así que ha llegado un momento en el que he decidido que voy a ser yo.

¿Qué diría que ha sido lo mejor y lo peor de su vida?

Lo mejor fue el nacimiento de mi hijo. Y lo peor, la marcha de tantos seres tan queridos.

¿Le ha sorprendido la detención de José Luis Moreno?

De una manera impresionante. No me lo esperaba. Le he intentado defender porque para mí siempre ha sido un caballero y un señor. Lo conocí cuando tenía 14 años. Él fue el que me abrió la puerta en la casa de su padre cuando fui a hacer el casting para los guiñoles que tenía en El Retiro.

Alguna vez ha contado que usted y José Luis Moreno incluso llegaron a ser «novietes».

Sí, estuvimos tonteando un tiempo muy divertido. Nos reímos mucho. Fue una cosa de besitos y todo este rollo, pero divertido. Nunca había ido a un concierto del Teatro Real y me llevó él, y me llevaba a cenar a la pista de hielo del Real Madrid... He tenido con él unas experiencias muy bonitas. Luego ya de adultos me ha dado programas de televisión y he ganado mucho dinero con él.

¿Ha podido hablar con él?

Hablo con su familia, pero preferiría dejar este tema y hablar de otras cosas.

¿Si alguien se lo pidiera, volvería a subirse a un escenario con sus niños (muñecos)?

Por supuesto, me subiría inmediatamente. Estoy en vigor y en activo. Estoy mejor que nunca, más preparada, domino mucho más el escenario, llevo muchísimos más años trabajando y he perdido finalmente el terror escénico, que lo he tenido, y ahora ya no me importa.

¿Se ha perdido el respeto a los artistas en España?

Si te dejas sí. En la tumba de Elvis Presley, que ya hace años que murió, ningún día faltan rosas blancas. En Francia, Edith Piaf y otros grandes artistas son dioses. Así tratan a los artistas en otros países. España, tristemente, tiene un gran problema. El público jamás te olvida, te olvidan los que manejan los hilos. Y los que manejan los hilos son, con todo el respeto que se merecen, gente más joven que desprecia olímpicamente a personas que tienen experiencia de años en grandes producciones. No saben ni quiénes somos. Y somos víctimas de eso. El pueblo sí nos recuerda.

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