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"La filosofía ayuda a despertar del letargo"

La valenciana se inspira en filósofas que no acatan las normas del poder para narrar una historia reivindicativa sobre dos mujeres

«La filosofía ayuda a despertar del letargo»

Jessica Centelles es licenciada en Filosofía y tiene un máster en Filosofía Teórica y Práctica. Le gusta, por tanto, reflexionar sobre la esencia, las propiedades, las causas y los efectos de las cosas. Pero confiesa que, por mucho que lo intenta, no llega a entender porqué se menosprecia una disciplina como la filosofía y ningunea, aun más, a las filósofas. Ella, con los medios de los que dispone, se rebela a lo «establecido». Así, si en Platón y Nietzsche se encuentran en un bar ficcionaba sobre una historia en la que la filosofía se volvía un arma peligrosa y desafiante, capaz de derribar un edificio del (des)conocimiento promulgado por el saber, en El club de las histéricas (Ed.Sargantana), su segundo libro, la valenciana cuenta la historia de Hannah y Simone, a través de las que relata «cómo el poder impone unas normas, un comportamiento e incluso una manera de sentir, y cómo acalla a quienes no cumplen con todo eso tachándoles de personas enfermas». «Quería, a través de la filosofía de los personajes, hablar de cómo se origina la desigualdad de género y cómo se imponen ciertos hábitos y costumbres mediante los mecanismos de poder», explica.

«La filosofía ayuda a despertar del letargo»

La obra, relata la filósofa, aborda principalmente «un análisis del poder, del género y nuestra época mediante la ciencia ficción». Las protagonistas de El club de las histéricas son mujeres «que no acatan los roles impuestos y que están inspiradas en filósofas, cosa poco habitual en obras de ciencia ficción». «Se nos define con adjetivos como histéricas, locas o frígidas a las que no queremos acatar las normas de un patriarcado que nos obliga a la sumisión, a vivir en una normalidad que se nos ha impuesto y con la que nos han atravesado», describe.

«La filosofía ayuda a despertar del letargo»

Hirviendo como una olla a presión a punto de estallar, un día, Jessica hilvanó su segunda novela. «Sentía la necesidad de escribir sobre mujeres filósofas porque es una asignatura que seguimos teniendo pendiente. Si ya el tema de motivar a la población a reflexionar de un modo crítico está un poco difícil, hacerles ver la importancia de las mujeres en la filosofía ya ni te digo. Hay mujeres filósofas que siempre se quedan en el olvido y yo quería darles visibilidad», explica. El abanico es amplio pero, relata la autora del libro, había que «elegir» para poder lanzar el mensaje. Por eso, en el libro recurre a dos figuras claves como Simone de Beauvoir y Hannah Arendt. «Lo que intenté fue mostrar el pensamiento de dos grandes autoras como Simone de Beauvoir o Hannah Arendt a través de una historia de ficción. «El relato es una manera de explicar la filosofía y demostrar que aprender filosofía no es solo ir a un texto excelso como mucha gente suele pensar, sino que también se puede reflexionar a través de una historia de ficción y sobre todo, hacerlo con perspectiva». «El pensamiento de ambas sigue siendo muy actual. Las reflexiones de Hannah, por ejemplo, sobre la banalidad del mal y lo fácil que es caer en el hecho de no pensar, de dejarte guiar por lo que te dicen que tienes que pensar, está a la orden del día», comparte.

«Yo siento frustración porque, cuando se supone que deberíamos avanzar como sociedad y progresar, en realidad, está ocurriendo todo lo contrario. Vivimos adormilados en un mundo que nos entretiene y no nos hace pensar en lo que la vida supone realmente. Es curioso, la gente se moviliza por lo que pasa en Sálvame pero nadie dice ni mu cuando quitan de la parrilla un programa cultural», lanza.

A Centelles, a la que le guía su deseo de ayudar al lector a «despertar del letargo» en el que nos tiene «sumida» la sociedad con fines políticos y económicos, explica que se decidió por este título -El club de las histéricas- para amparar su historia porque buscaba «reivindicar ese sentimiento de cómo, muchas veces, se nos etiqueta de manera despectiva cuando esos calificativos se pueden volver en contra del poder con la reapropiación del insulto. Podemos decir, somos histéricas, sí, y con orgullo porque nos revelamos contra el patriarcado y contra las ideas que se nos impone y, si eso es ser histérica es para sentirse orgullosa» reivindica.

«El gran problema que tenemos, y es lo que yo critico en la novela, es el concepto de género y como ya, incluso antes de nacer, se nos impone que deacuerdo a una naturaleza, que en el fondo es una construcción social, tienes que comportarte de un modo u otro. Si todos acatásemos eso, nos cortarían las alas ya antes de nacer y ese es el gran problema. El trasfondo de esto es decirle a la mujer que tiene que estar sometida al hombre y tener hijos para que el sistema se perpetúe. El problema es que, con una mentira que se impone, hemos estado demasiados años», asevera tras reconocer la lucha de muchas mujeres que, desde el anonimato, han luchado y siguen luchando en busca de una igualdad que aún está lejana.

Jessica Centelles y varias de las ilustraciones que aparecen en la novela de 216 páginas.

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