La noticia ayer sábado del fallecimiento de Mario Camus a los 86 años sorprendió al mundo del cine con el foco puesto en el Festival de San Sebastián y aunque muchos amigos y compañeros lamentaron su pérdida, su adiós se ha producido sin alharacas, discretamente, como sin duda él quería. Poco dado a airear su vida personal, como recordó su amigo José Sacristán, su despedida se producirá en la más estricta intimidad familiar, sin funeral ni ningún otro acto en su Santander natal. Ni siquiera habrá una esquela.

Reservado, elegante y muy culto, Camus no estaba retirado de su profesión, pero sí apartado. En los últimos años se dedicaba a impartir charlas y conferencias y en 2015 publicó un libro de relatos, pero nunca abandonó su deseo de seguir filmando. Su última película data de 2007, ‘El prado de las estrellas’, y se ha ido sin lograr el sueño de adaptar al cine ‘Los amores tardíos’, de Pío Baroja.

Pero deja un gran legado, con algunas obras maestras del cine español, y no solo español, como ‘Esa mujer’ (1969), ‘La colmena’ (1982), ‘Los santos inocentes’ (1984) o ‘La casa de Bernarda Alba’ (1987). Sin olvidar «Fortunata y Jacinta» (1980), una serie que destacó en una época en la que la televisión se nutría principalmente de historias literarias que se adaptaban con un gran nivel y en la que despuntar era muy difícil.

Son títulos que ya están por derecho propio en la historia del cine y la televisión española, pero Camus no puso reparos a «remangarse», como recordaba ayer Sacristán. Y lo hizo «con una dignidad y con una alegría, sin un mal gesto». Se refería el actor a las películas que realizó a mayor gloria de Raphael o Julio Iglesias. Y hasta historias de género, como un western, que a priori poco tenían que ver con sus intereses.

En cada uno de sus trabajos ponía el alma. Y como señalaba ayer Ana Belén -que trabajó con él en «Fortunata y Jacinta» y en ‘La colmena’ (1982)- «la vida, a veces, te regala la suerte de conocer personas con las que el trabajo se convierte en algo extraordinario: Mario Camus ha sido una de ellas». «Su magisterio e inteligencia quedará en los que le conocimos y quisimos», ha escrito la actriz en un mensaje difundido en Twitter y Facebook.

La Milana fue ayer el nombre más repetido en las redes en relación con la muerte de Camus. Esa Milana bonita que cuidaba el gran Paco Rabal, o mejor dicho el niño grande Azarías, uno de los personajes más recordados de la historia de la literatura y el cine españoles. ‘Los santos inocentes’ aguantó casi un año y medio en cartel y batió récords de recaudación -casi 500 millones de pesetas de la época-. El Festival de Cannes reconoció el valor de la película con una mención especial y con el premio a mejor actor ex aequo para Rabal y Alfredo Landa (Paco, el Bajo) y, de rebote, premió la literatura castellana de Miguel Delibes.

Como recordaban hoy algunos, ya se han ido Rabal, Landa, Delibes, Terele Pávez (Régula) y ahora Camus. Va desapareciendo una generación de artistas que sentaron las bases para que hoy en día disfrutemos de un cine y televisión de alto nivel.