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Nuevos tiempos para las viejas tiendas de vinilos

Comercios de venta de discos con 40 años de historia disfrutan de clientela rejuvenecida mientras sus dueños se plantean la jubilación

Vicente Fabuel e Isa Aguilar, su esposa, esta semana en Oldies. m.a.montesinos

Lo decía Rob Fleming, el enamoradizo vendedor de discos que protagoniza ‘Alta fidelidad’: «Los mejores clientes son los que si no vuelven a casa agarrados a una bolsa de plástico plana y cuadrada, se sienten desdichados». Vicente Fabuel acaba de despedirse de uno de esos clientes en Oldies, la tienda que desde hace 43 años dirige en València junto a su socio Pepe Salvador. «Viene casi a diario y Oldies para él es como un confesionario. Nos cuenta sus problemas de salud y se compra un disco porque dice que es lo que realmente le cura».

Juan Vitoria en Discos Amsterdam, su tienda en Nuevo Centro. F.Bustamante

Esta semana el «confesionario» discográfico de la calle Virgen de Gracia ha colgado en el escaparate el cartel de «Se traspasa». «Porque ya toca», contesta Fabuel cuando le preguntan por las razones de la retirada. «El negocio funciona, estamos en un momento bueno para dar rienda al traspaso con vistas a que, ya que somos una pequeña institución, que la institución se perpetúe».

Vicente y Pepe ya han quedado la semana que viene con varios posibles compradores interesados en el negocio. Piden por el traspaso 175.000 euros. Aunque Fabuel reconoce que tanto él como su socio están contentos porque van a «empezar una nueva vida» tras cuatro décadas respirando el inconfundible aroma de un local con decenas de miles de discos (la mayoría de ellos originales), revistas y libros expuestos, almacenados y amontonados en todos los rincones imaginables, sabe que lo que vendrá a continuación será «un vacío difícil de llenar». «Más allá del trabajo y de estar aquí a las nueve de la mañana y volver a casa por la noche, están las charretas con los clientes, está la música...».

Oldies, como dice Vicente, es una pequeña institución musical en València, un referente y un puerto seguro ante la vorágine de estilos, modas y tendencias. Pero en la ciudad encontramos otras instituciones similares, otras tiendas de discos que rondan los cuarenta, como Harmony (abierta en 1979) o Discos Amsterdam (de 1982). Hace unos meses cerraron Acetato y Discocentro, otras dos tiendas fundadas a finales de los 70, pero siguen abiertas, aguantando pandemias y plataformas digitales, expendedurías de música y consejos como Devil Records, Chachacha, Digital, Ultrasound, La Discoteca o Capra. En Manises está Vomitopunk, y en Gandia, Delta Records.

Quizá sea curioso que mientras los dueños de Oldies miran ya hacia la jubilación, su clientela va rejuveneciendo gracias a la venta a través de internet y, sobre todo, al «boom» que está viviendo el soporte en vinilo. Durante el 2020, las ventas en EEUU de discos en este tipo de formato destronaron a los CDs por primera vez en más de 30 años. En España no se ha producido el sorpasso al CD, pero el vinilo representa ya el 40% de las ventas de música en formato físico.

«Vamos a dejar Oldies en un buen momento porque es un buen momento para el vinilo -confirma Fabuel-. Hay una generación nueva que ha descubierto sus cualidades y se ha empeñado en coleccionar obras maestras del rock». Juan Vitoria, propietario de la tienda de discos Amsterdam corrobora esta realidad: «La gente ha vuelto al origen y compra más vinilos igual que se ha dado cuenta de que no hay nada como un buen vino y que el pan de verdad comprado en el horno es mejor».

A diferencia de Vicente o Pepe, Juan -que tiene ya 62 años-, no piensa echar la persiana de su establecimiento en Nuevo Centro ni traspasar el negocio a un emprendedor más joven. «No concibo que una cosa que ha sido historia tuya se la pases a otro», defiende. No sabe lo que en un futuro próximo hará Migue, su mejor amigo y empleado en Amsterdam desde hace muchos años, también con edad de retirarse, pero él quiere continuar con la ayuda de Margarita, su esposa.

«Para mí esto es un placer», asegura mientras despide a un cliente belga que se ha llevado varios discos canónicos en formato vinilo. «A mí la música me sigue emocionando, escribo sobre ella, hago mi programa de radio (Los 39 Sonidos), voy a conciertos, pincho, organizo fiestas como las dos que haremos por los 40 años de la tienda… Pero, sobre todo, me gusta venir aquí y hablar con la gente de esta pasión compartida que es la música. Cada vez que entro en la tienda, rejuvenezco».

En su caso, Amsterdam ha apostado por intentar contentar a un amplio arco de melómanos, desde el más veterano que escarba con avidez y gesto concentrado entre los cajones de discos de segunda mano de ignotos grupos progresivos de los 70, a los que entran preguntando por los nuevos trabajos de Son Volt, Arctic Monkeys, Low o incluso Coldplay. «Que a mí Coldplay no me gustan demasiado, pero...», apunta rápidamente Vitoria. Y ojo con el ‘Nevermind’ de Nirvana, ejemplo de disco intergeneracional. «Están viniendo a comprar las reediciones del ‘Nevemind’ los hijos de los clientes que hace 30 años vinieron a comprar el original», cuenta Vitoria.

Fenómenos como éste confirman el «relevo generacional» en la clientela que, para el dueño de Amsterdam, apunta a un esperanzador futuro para un negocio como el suyo. Tanto es así que incluso un «activista musical», como él mismo se define, con miles de horas de música escuchada, estudiada y analizada desde que era un adolescente, todavía se sorprende por nuevas propuestas que le descubren los clientes. «Ahora he descubierto a Kiwi Jr, una banda canadiense que para mí ha hecho uno de los discos del año, y ha sido gracias a un cliente que me habló de ellos. Cosas como esa solo suceden si sigues manteniendo la pasión por la música».

En el rato en el que Vicente Fabuel estuvo hablando con Levante-EMV, entró en Oldies un coleccionista veterano preguntando por el disco de Alejandro Magno -nombre con el que debutó Alejandro Sanz., por lo que cada ejemplar cuesta un potosí (la leyenda urbana dice que los adquiere el propio artista para hacerlos desaparecer)-, y tres clientes que no pasaban de los 25 años. Uno se llevó el último disco de Gener (la música en valenciano es una de las especialidades de la tienda), otro optó por un LP de Black Sabbath y el tercero por un par de discos bastante oscuros de soul bailable de los 70.

«Antes del actual revival del vinilo aún nos asombrábamos cuando entraba un chaval como estos en la tienda. Ahora es lo habitual y, aún así, cuando entran y te preguntan si tienes ‘Aftermath’ de los Rolling o el ‘Revolver’ de los Beatles, se te siguen iluminando los ojos y ves el mundo de otra forma. Es algo que te da mucha esperanza».

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