Las terceras Jornadas Prehistóricas de Zamora arrancan esta tarde (20.30 horas) en el salón de actos de La Alhóndiga con la intervención de Ignacio Martínez Mendizábal, que desentrañará los últimos descubrimientos de Atapuerca. Se trata de unas jornadas que apuestan por la divulgación científica no solo con charlas, sino también con documentales e incluso espectáculos infantiles.

–Es el encargado de inaugurar estas jornadas con su conferencia “Atapuerca, la tierra de nuestros mayores”. ¿Qué va a presentar?

–Voy a explicar todos los trabajos que se están haciendo en la sierra de Atapuerca, con los yacimientos y descubrimientos más importantes, para que se conozcan los detalles.

–¿Por qué tiene esa importancia el yacimiento de Atapuerca?

–Es un lugar único en el mundo, porque la serie de cuevas que hay en la sierra, que se llenaron de sedimentos en distintas épocas, guardan registro desde la primera llegada de los humanos a Europa, hace un millón y cuatrocientos mil años, hasta los romanos. Relacionando unas cuevas con otras, obtenemos toda la historia de Europa y esto es único, no hay nada comparable.

–¿Sigue siendo un lugar donde seguir aprendiendo sobre el ser humano?

–Como esa sierra está llena de grandes yacimientos, los primeros descubrimientos sorprendieron mucho por su antigüedad. Se siguen excavando y dando fósiles y mucha información. En los últimos cinco años estamos excavando yacimientos que son de la parte más moderna, por así decirlo, teniendo en cuenta que nos referimos a los neandertales, de hace ya cien mil años. Son los yacimientos más novedosos en términos de excavación, hemos encontrado fósiles de neandertal que no teníamos hace diez años, industria lítica de esa época o fauna. Lo que teníamos al principio era un fósil humano y un poco de información, pero se sigue trabajando y cada vez se descubre más de cómo han sido las distintas humanidades, cómo se ganaban la vida, el origen de la cultura de la muerte o el inicio del lenguaje. Atapuerca, a día de hoy, creo que es la fuente de conocimiento de evolución humana mayor del mundo y no temo decirlo, porque no es una exageración. De hecho, en el panorama nacional e internacional la palabra “Atapuerca” ya se ha convertido en un referente y cuando alguien quiere explicar que ha encontrado algo fuera de lo normal dice cosas como “este es el Atapuerca de los dinosaurios”, por ejemplo.

–A pesar de los años que lleva estudiando a los antepasados, ¿le siguen sorprendiendo?

–Por supuesto. En nuestro trabajo hay dos momentos. Uno es lo que llamo hallazgos, cuando se encuentran los fósiles, que siempre es algo inesperado y que nadie puede programar. Otra cosa son los descubrimientos que se hacen investigando después en el laboratorio y pueden llevar muchos años. Estas investigaciones son también sorprendentes, porque están cambiando por completo la idea que teníamos sobre la evolución de la humanidad. Para empezar, hay muchas cosas que jamás pensamos que llegaríamos a saber de estas épocas. Por ejemplo, en uno de los yacimientos de Atapuerca, la Gran Dolina, de hace 400.000 años, la gente era capaz de reunirse y coordinarse para cazar bisontes a gran escala y antes eso se pensaba que solo se hacía desde la prehistoria más reciente. También está el yacimiento de la Sima de los Huesos, que tiene 450.000 años, la mayor acumulación de fósiles del planeta y que constituye la primera evidencia del comportamiento funerario en la historia de la humanidad y hemos descubierto allí que esa gente podía hablar, lo que tampoco se imaginaba. Estos descubrimientos nos sorprenden continuamente por la cantidad de información que ofrecen. A la luz de Atapuerca, nos damos cuenta de lo poquito que sabíamos antes.

Arqueólogos trabajan en un de los yacimientos de Atapuerca.

–La labor en el yacimiento es más conocida, pero ¿qué hay de la investigación posterior en el laboratorio?

–Ahí está el auténtico trabajo. Muchas veces lo que trasciende a la opinión pública es la excavación, lo que denomino la parte Indiana. Sin embargo, la parte del doctor Jones está más oscurecida. Se obtienen resultados de todo tipo, desde el clima hasta el tipo de alimento, su crecimiento o la fauna. Es un abanico enorme, porque no se trata solo de estudiar los fósiles humanos, sino de ponerlos en su contexto. Hay muchos equipos con técnicas diferentes y casi todas las ramas de la ciencia se aplican en Atapuerca. De hecho, a día de hoy, el equipo de Atapuerca es el más grande del mundo en prehistoria, con varias universidades españolas y centros de investigación nacionales y extranjeros involucrados.

–¿Hay algo en lo que nos sigamos pareciendo a nuestros antepasados, a pesar de la evolución?

–Nos seguimos pareciendo en muchas cosas, pero quizá hay una muy notable. En la Sima de los Huesos se han encontrado muchos ejemplos de cuidados de personas discapacitadas, en concreto, a una niña con una lesión cerebral que murió con diez o doce años y que no hubiera sobrevivido si no hubiera recibido la atención del grupo. Ese es un comportamiento que ni nos imaginábamos en aquella época y quizá sea en lo que más nos parecemos.

–Dirige en la Universidad de Alcalá la cátedra de investigación de Otoacústica Evolutiva y Paleoantropología, ¿en qué se centran estos estudios?

–Se trata de una parte concreta de nuestro trabajo, que está financiada por HM Hospitales, y ahí tenemos dos objetivos fundamentales. Uno es investigar la evolución de la humanidad, pero centrándonos en la evolución del oído, cómo ha avanzado la anatomía y cómo funcionaba en las personas antiguas. Junto a este objetivo científico, nos gustaría conseguir que alguno de los descubrimientos de ciencia teórica que hemos realizado sobre el oído, trabajando con otorrinos, encontrara aplicaciones prácticas. Es decir, que todo eso que estamos aprendiendo sobre la evolución de nuestro oído llegue a tener una aplicación práctica en el mundo de la quirúrgica. En eso estamos y es un sueño muy bonito.

–¿Cuándo tiempo llevan con este proyecto?

–Estamos acabando el primer trienio, que ha sido muy exitoso en las cuestiones científicas. En la otra parte, hemos ido construyendo un equipo de paleontólogos y otorrinos y ya tenemos líneas de investigación que queremos explorar durante el segundo trienio.

–Por último, ¿qué le parecen este tipo de jornadas de divulgación de la Prehistoria, como la que se organiza en Zamora?

–Me parece una iniciativa maravillosa, porque creo que la ciencia tiene que devolver a la sociedad el esfuerzo que invierte en ella. Hay parte de la ciencia que tiene la fortuna de que su actividad incide directamente, como las vacunas o la nueva tecnología. Pero los que tenemos otro tipo de actividad científica, menos aplicada, tenemos que responder a algo que es igual de importante, como es el enorme interés que hay en el público por conocer nuestros orígenes. Y este tipo de jornadas nos ayudan a conseguirlo.