Presidenta durante 10 años de la Fundación Sorolla, comisaria e investigadora clave en la obra del artista. Ahora, Blanca Pons-Sorolla, bisnieta del «maestro de la luz», ha tenido que hacer hueco a otro cargo: vocal del Patronato de la Fundación Bancaja. Un lugar al que acudió el viernes para inaugurar la exposición «Dibujante sin descanso». La bisnieta aprovechó para charlar con Levante-EMV sobre esta muestra, y sobre otra, la del centenario de Sorolla.

¿A Sorolla le gustaba el dibujo?

Era una parte fundamental de la manera de trabajar de Sorolla. Él siempre decía que para ser un buen pintor, primero había que saber dibujar. Fue un dibujante compulsivo. Dibujaba a todas horas y le encantaba el color. Era su manera de entender lo que quería pintar. En cada uno de los dibujos se puede ver lo que Sorolla buscaba. Esta es una oportunidad para descubrir al pintor más técnico. Hay que aprovechar la ocasión, ya que el dibujo no se puede exponer más tiempo del que debe a la luz.

El Museo Sorolla cuenta con 5.000 dibujos. ¿Ha sido difícil encontrarlos?

Inés Abril y Mónica Rodríguez, las dos comisarias de la muestra, han catalogado cada uno de esos dibujos. Unos 150 se encuentran en la Hispanic Society. El resto, pertenecen a colecciones de familiares y amigos.

¿Es la primera vez que viene a València desde la pandemia?

Es la primera vez que vengo después de haber sido nombrada patrona de la Fundación Bancaja. Me ha hecho muchísima ilusión que haya sido junto a esta exposición tan especial e íntima. Es como aterrizar en un lugar de paz. Cuando la Fundación me propuso ser patrona me emocioné. Parte de mi corazón habita en València, y habitará siempre.

Este nombramiento afianza el puente entre el Museo Sorolla y la Fundación Bancaja. ¿Esto supondrá mayor itinerancia de exposiciones?

Ya compartíamos muchas exposiciones antes. Yo he colaborado siempre con la institución que me lo ha pedido, tanto aquí como en Sebastopol. Yo no vengo a la Fundación Bancaja para traer más obra de Sorolla. La entidad va a poder contar con mi juicio para cualquier exposición. La relación que tiene el Museo Sorolla con Bancaja está basada en la confianza. Nuestras colecciones permiten abrir visiones y llevar a cabo proyectos. Quizá el sitio donde más se disfruta a Sorolla es en València.

La exposición trae un dibujo inédito, el de Alfonso XIII. ¿Cuál es la historia que hay detrás?

Era una obra totalmente desconocida. De enorme calidad. Es un dibujo sobre lienzo con imprimación, listo para ser pintado. Fue el ensayo final para el retrato de caza de Alfonso XIII. Sorolla no pudo realizar el encargo a causa del derrame cerebral que sufrió. Yo conocía la existencia de este dibujo, ya que me he dedicado a catalogar la obra de Sorolla, tanto de instituciones como de particulares. Este dibujo en concreto no podía ir a Madrid porque estaba en una colección particular, había que restaurarlo, enmarcarlo, y eso llevaba su tiempo. El dibujo era muy delicado y solamente unas manos muy doctas podían restaurarlo. Tiene una majestuosidad enorme, ya que era justo el dibujo previo a la pintura. Con personajes especiales, como los reyes, que evidentemente no podían posar como a Sorolla le gustaría, él se afanaba en hacer estudios pequeños e intensivos para la pintura final.

La exposición de Sorolla en la National Gallery de Londres supuso un antes y un después para la Fundación Sorolla. ¿Qué le queda por hacer?

El museo siempre tiene trabajo, porque tiene una colección espléndida y nuevas visiones que la están haciendo muy enriquecedora. Las personas con nuevos criterios nos hacen llegar a nuevas lecturas y al público le gusta mucho eso. La exposición «Sorolla. Tormento y devoción» ha tenido muchísimo éxito.

El centenario del pintor está a la vuelta de la esquina. Será dentro de dos años, en 2023. ¿Esperan volver al ámbito internacional?

Mi gran ilusión era celebrar el centenario con una retrospectiva en el Metropolitan de Nueva York y en la National Gallery of Art de Washington. No ha sido posible por el tiempo y por el coste que tiene organizar exposiciones así, por todo lo que implican. Ahora estos museos no se pueden permitir organizar muestras de esta envergadura, ya que no quieren arriesgarse a que llegue otra ola de coronavirus que les obligue a cerrar. La pandemia ha hecho que los museos quieran ser muy prudentes con lo que programan.

¿Qué exposición marcará el centenario?

Celebraremos el centenario con los cuadros americanos. Ya me han encargado el proyecto, que será local: Sorolla en las colecciones particulares norteamericanas. Me la encargó el director del Museo Meadows de Dallas, Mark A. Roglán, a quien conocía desde que era becario en el Museo del Prado. Trabajó conmigo durante los comienzos del catálogo razonado. Él me pidió que hiciera esta exposición ya estando enfermo, y a él no le iba a negar nada. Ya que la exposición internacional no se ha podido hacer, inauguraremos esta muestra en 2023, justo para el centenario. Pero queda pendiente la retrospectiva en el Met y en la National Gallery de Washington.