València estrenó anoche el camino hacia la normalidad pospandémica. La música de Rauw Alejandro protagonizó el primer gran concierto de la fase 0 en la que la Comunitat Valenciana se adentró el Nou d'Octubre tras el anuncio del gobierno valenciano de relajar la mayor parte de las medidas anticovid.

Lo que el president de la Generalitat, Ximo Puig, bautizó como "normalidad mejorada" tenía un aspecto que se asemejaba bastante al de los eventos previos al fatídico marzo de 2020 y que incluyó, por primera vez desde entonces, a parte del público en pie y bailando.

La mayor parte de las miles de personas que acudieron al Auditorio Sur de La Marina de València asistieron al concierto del reguetonero en zonas con asiento, aunque algunos afortunados que contaban con el pasaporte covid en el momento sí lograron sumergirse en la experiencia que emulaba aquella vieja vida en la que lo normal era estar en pie y poder 'perrear' con la música latina.

Para el concierto del puertorriqueño se habilitó una pequeña zona para estar en pie y bailando, siempre y cuando, eso sí, se presentase el correspondiente documento que acredita la pauta completa de vacunación, según confirmaron a Levante-EMV desde la organización del evento.

El público del primer gran concierto tras la relajación de restricciones, antes del inicio del espectáculo. H.C.

El gobierno autonómico anunció el pasado viernes la eliminación de la mayor parte de restricciones en la Comunitat Valenciana, además de una considerable mejora de las condiciones y el incremento de aforo en los eventos multitudinarios.

No obstante, parece difícil pensar que la organización tuviese tiempo para adaptar por completo el recinto a la normativa de la nueva normalidad, más allá del pequeño recinto que dio por inaugurada esta nueva fase.

Durante el acceso al auditorio, el público trató de aprovechar los espacios libres de sillas para aproximarse al escenario sin éxito, pues la organización recordó la obligación de permanecer sentados y con mascarilla. Al inicio del concierto de Rauw Alejandro, con las barras sin existencias de alcohol y los decibelios disparando la euforia generalizada parecía misión imposible que el público permaneciese sentado y usando el cubrebocas.