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Un arte único, verdadero y sobrenatural

El proyecto recupera 35 lienzos que estaban almacenados y atribuye un cuadro a Ribalta

Carmen Amoraga y González Tornel, en la presentación de la exposición «Creer a través de los ojos». Germán caballero | G.CABALLERO

En el siglo XVII, contemplar una pintura de Joan de Joanes, los Ribalta, Jerónimo Jacinto de Espinosa o Miguel March seguramente no ofrecía al espectador el goce estético que nos puede provocar ahora. O, al menos, no solo ofrecía ese goce estético. Esas imágenes de crucificados, vírgenes, beatos y santos no estaban hechas para gustar sino para creer, eran para los valencianos de hace 400 años una prueba irrefutable de que su religión, la católica, era la única y verdadera.

Para explicarle al espectador del siglo XXI cómo el espectador del XVII creía a través del arte, el director del Museo de Bellas Artes de València, Pablo González Tornel, ha montado la exposición «Creer a través de los ojos». En ella reúne hasta el 6 de febrero 44 obras, o «pruebas judiciales» (la definición es del propio González Tornel) que sirvieron para «verificar» la fe de los creyentes.

De las 44 obras que se exponen, 35 provienen de los almacenes de la pinacoteca. Para el director del Bellas Artes y comisario de la exposición, una de las mayores satisfacciones que le ha dado este proyecto ha sido la de recuperar -y, en algunos casos, restaurar por parte del Ivacor y del propio museo-, pinturas que apenas se habían mostrado hasta ahora en algunas exposiciones temporales. Y se ha llevado, además, algunas sorpresas como la atribución a Juan Ribalta (con firma incluida) de una representación de San Andrés que hasta ahora se atribuía únicamente al taller del pintor.

Este proceso para sacar a la luz obras del Naturalismo religioso valenciano apenas conocidas también puede abrir nuevas líneas de investigación científica como la que, a juicio de González Tornel, se debería someter el ‘San Juan Bautista’ que aparece como copia de José de Ribera y cuya delicadeza y excepcionalidad da que pensar que podría haber salido directamente del taller del Españoleto.

La exposición «Creer a través de los ojos» se divide en cinco secciones. La primera enseña a través del ‘Memento mori’ de Joanes, los trampantojos de Vicente Vitoria o el ‘Geógrafo’ y el ‘Geómetra’ de March la capacidad del arte para engañar al ojo humano y convencer al espectador de que lo que ve en el lienzo es real.

La segunda sección, «Una cierta mirada italiana», muestra a través de copias de Ribera, Pulzone o Caravaggio, o dos magníficos lienzos del amigo y discípulo preferido de este último, Mario Minniti, la influencia del naturalismo oscuro y realista en el arte valenciano del XVII.

La tercera sección, «De la contramaniera al realismo caraveggesco», es consecuencia de la segunda, ya que muestra la evolución de la pintura valenciana desde el manierismo renacentista hacia presupuestos naturalistas de la mano de autores como Francisco Ribalta, March o Espinosa.

Si en estas tres primeras secciones veremos cómo se concreta la estética como una prueba de fe, en las dos últimas comprenderemos por qué se eligió esa forma de pintar para «hacer creer a través de los ojos». Los crucificados de Carducho, Capuz y de la escuela de Alonso Cano nos apuntan que la pintura del XVII funcionaba también como reliquia. El ‘Hallazgo de la Virgen del Puig’, de Espinosa o la ‘Entrega del icono de la Virgen de Gracia’, de Conchillos, quiere «demostrar» el origen «sobrenatural» de las imágenes que el católico veneraba.

La última sección, «Retrato y verdad», muestra el esfuerzo (la capacidad también) del artista para que su trabajo sea totalmente verosímil para el espectador, mostrando a los santos y beatos de carne, huesos y sangre, retorciéndose o llorando como el ‘San Vicente Ferrer’ pintado por Ribalta.

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