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"Este libro es un ‘satisfyer’"

«Nuestra prioridad es que el libro interpele a los jóvenes del presente»

Cristina Daura, Nacho M. Segarra y María Bastarós, autores de «Sexbook. Una historia ilustrada de la sexualidad». | FERNANDO BUSTAMANTE

‘Sexbook’ (Lumen) es un libro «húmedo, sesudo y resbaladizo», anuncia uno de sus autores, el castellonense Nacho M. Segarra. María Bastarós, zaragozana afincada en València y coautora de esta «historia ilustrada de la sexualidad», desmenuza la definición de su compañero: «Es un poco húmedo porque intenta poner el foco en el placer de la divulgación y de la lectura. Es sesudo porque no se deja temas arduos desde Lakan a la mirada blanca de los cuerpos no blancos. Y es resbaladizo porque trata de desafiar conceptos establecidos como la idealizada revolución sexual de los 70, que tuvo un componente misógino muy importante».

Ilustraciones de Cristina Daura sobre los manuales (hetero)sexuales de la antigüedad, la naturaleza del clítoris como órgano de placer según Anne Koedt y el «pecado» de la sodomía, según los cristianos.

Tras trabajar en ‘Herstory: una historia ilustrada de las mujeres’, Segarra y Bastarós han vuelto a unirse para hacer un repaso de las sexualidades y las identidades de género desde la Edad Antigua hasta la eclosión de la covid-19. Para ello han contado de nuevo con Cristina Daura que interpreta y amplía la información de sus compañeras con unas ilustraciones que viajan desde lo más obvio a lo más simbólico. «Eso supone documentarme, encontrar guiños e historias paralelas y aportar algo diferente a toda la carga visual que ya tenemos sobre el sexo», explica Daura.

«Este libro es un ‘satisfyer’»

Después de miles de estudios, guías, ficciones e historias sobre y del sexo, ‘Sexbook’ pretende ser, según Segarra, un libro «divulgativo, asequible y cercano». «Nuestra prioridad , más que mostrar el rigor científico, es que el libro interpele a los jóvenes del presente, que encuentren un espejo a lo largo del libro».

«Este libro es un ‘satisfyer’»

De ahí que, además de una historia ilustrada de la sexualidad, ‘Sexbook’ sea también una historia de las identidades de género. Contra la opinión de Foulcault de que no se puede hablar de «homosexualidad» antes de 1870, aquí encontramos figuras transgénero medievales , tribades humanistas o el rebelde de género Eleno de Céspedes. Este repaso histórico nos puede sugerir que, en cuestión de identidades, el siglo XXI nos permite ser más valientes y sentir que no estamos solos. Pero, como apunta Bastarós, «en el libro intentamos dejar claro que la historia no es una línea y que siempre hay pasos atrás, intentos por parte del poder para que todo se quede en su sitio. Las conquistas hay que mantenerlas».

«Este libro es un ‘satisfyer’»

¿Pero es ‘Sexbook’ un libro solo para jóvenes? «Cuando lo elaborábamos sí pensábamos que era el libro que hubiéramos querido tener al lado de jóvenes. Sin embargo, le va a descubrir cosas nuevas a cualquier persona que lo lea. Queremos que sea como el ‘satisfyer’, un producto intergeneracional».

Además de la historia de la sexualidad, ‘Sexbook’ también aborda temas como la explotación sexual, la negación del papel de la mujer o el miedo a la pérdida de la potencia masculina. Frente a siglos de historia contada por inquisidores, políticos, científicos e historiadores -hombres y blancos-, este estudio se estructura a partir de la historia LGTB y feminista y de la sexología surgida en la década de los 60 del pasado siglo. Los autores están convencidos que si desde siempre la historia de las sexualidades se hubiera estructurado desde esta perspectiva, el ser humano en general, y sobre todo las mujeres, «hubieran follado más y mejor». «Una de las constantes que nos hemos encontrado -explica Bastarós-, ha sido la negación del placer sexual de la mujer hasta hace muy poco porque, según se dijo durante mucho tiempo, los hombres tienen orgasmos y las mujeres no».

‘Sexbook’ concluye su repaso con el auge del «twerking» como ejemplo de baile procaz y liberador, y con las limitaciones de la pandemia a las relaciones sexuales. Si se pudiera ampliar, Segarra contempla dos posibles capítulos. Uno, más utópico, que sería «revivir la revolución sexual de los años 20 o la gay de los 70 en las que la gente se lanzará manos a la carne y construirá colectivamente el sexo». Y otro, más distópico, en el que la sexualidad que hemos desarrollado a través de las redes sociales, especialmente en el confinamiento, «haya creado una barrera difícil de vencer».

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